En América Latina, el Cuarto Poder vive en guerra con el Ejecutivo. Hugo Chávez cancela concesiones en Venezuela. En Nicaragua La Prensa y el Nuevo Diario dan batallan a Daniel Ortega. En Panamá, Martinelli descalifica y amenaza a periodistas y dueños de los medios. En Argentina, Cristina Fernández se enfrenta al Clarín y La Nación. En México, Felipe Calderón, critica el papel de los medios.
En todos los países, ya es un hábito, los presidentes de todos los signos, se quejan del trato que reciben de la prensa, de que nos los comprenden, de que sólo destacan lo malo y que no muestran lo bueno, de que los distorsionan y los atacan. Algunos gobiernos tratan de crear sus propios diarios y medios, otros nombran ministros a periodistas y personajes de televisión; son excepciones los que enfrentan “el problema” con políticas de comunicación de calidad y transparencia.
El conflicto parece ser parte del ADN de la relación medios –gobierno. Es inevitable que haya medios más proclives al gobierno y otros a la oposición. Por razones ideológicas o para incrementar las ventas, la tendencia de los medios es a exacerbar los conflictos, a simplificar y generar versiones blanco y negro de la realidad. La crítica al gobierno y los políticos vende y gratifica tanto como la popularidad: más conflicto significa más ventas; más seguidores es sinónimo de más ingresos.
En el continente, las tentaciones autoritarias y continuistas de los gobernantes son frecuentes, el desarrollo de la democracia, con sus derechos y responsabilidades, incipiente. En ese contexto, aunque no sea siempre de buena leche, ni rigurosa, ni de calidad, ni documentada, la crítica de los medios es un cierto contrapeso al poder dominante. Es mejor que haya medios amarillistas y bárbaros, que un monopolio donde sólo se exprese una opinión favorable al gobierno y a los poderes dominantes.
La convergencia de monopolios comunicacionales con el poder político y económico configura una forma de totalitarismo, de visiones unilaterales y excluyentes, agendas controladas y monotemáticas y ocultamiento de situaciones y conflictos que molesten al poder. Este clima mediático genera desconfianza ciudadana hacia las instituciones, y debilitamiento de la democracia y el respeto como forma de convivencia. Es más fácil mejorar medios mediocres que construir una visión crítica o soluciones alternativas a los problemas en un ambiente totalitario.
La complejidad y magnitud de los desafíos de nuestra época requiere el concurso de la mayor diversidad de opiniones y culturas. Para transformar y construir sociedades más felices y desarrolladas es urgente incluir, respetar, ampliar. En un mundo globalizado que reconoce que no existen las verdades únicas, el fomento de la diversidad es una necesidad imperiosa.
No basta con aceptar y tolerar la libertad de expresión. El pluralismo debe ser promovido activamente por el Estado y la sociedad como núcleo cardinal del derecho a la comunicación.
En Chile, todos los periódicos cotidianos y todos los canales de televisión abierta profesan la misma ideología, que es la del gobierno.
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Foto: Diversity clucks – chrisjfry / Licencia CC
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mauricio-tolosa
Estimado Ricardo,
El último párrafo da cuenta, como tu lo expandes, de una situación sorprendente. Pero me parece que es más grave, que no contar con medios de oposición o de gobierno, es no contar con expresiones de la diversidad de comunidades que configuran Chile.
La incapacidad de cuidar el arcoiris que era mucho más que una agrupación de partidos, es una de las decepciones más grandes del proyecto concertacionista.
repaleta
Totalmente de acuerdo. Añado que la responsabilidad de tan pobre panorama mediático, además del desinterés y despreocupación público, tiene que también con la falta de una propuesta editorial que le haga sentido a la ciudadanía hoy opositora y que sea empresarialmente sustentable.
mauricio-tolosa
Construir esos espacios, en el estado de destrucción actual, es un desafío que requiere apoyos. Quizás debería pensarse en algo parecido a lo que hace el CNTV con los proyectos consursables, pero para apoyar el capital semilla de medios de comunicación.
rickhead
Pues me quedo con tu último párrafo. El duo-polio de prensa chileno, sumado a la visión uniforme y conformista de nuestros canales no aportan nada al Pluralismo informativo q tanto añoramos, ALGUNOS.
La prensa chilena se debe casi exclusivamente a criterios de mercado, lo q resiente en falta de profundidad analítica como objetiva, salvando algunas excepciones (Ciper), vivimos en una época, desde 1990 en adelante, más oscurantista y plana que antes que acabara la dictadura, cuando al menos había medios, q arriesgando todo, incluso la vida de periodistas, daban una visión crítica hacia el gobierno imperante (Apsis, Análisis, Fortín, Hoy, La Epoca).
Los gobiernos concertacionistas no buscaron ni fomentaron medios de la misma índole, a la inversa, quitaron avisaje publicitario y mandaron a acallar a los medios que ya no servían a sus intereses. El último caso lo tenemos con la reciente desaparición del semanario Diario Uno, dirigido por Marcel Claude, que por falta de financiamiento, – qué novedad- debió dejar su circulación en papel y cerrar.
La comodidad informativa de los gobiernos anteriores con la prensa imperante le hace un flaco favor a la pluralismo informativo, la diversidad de visiones, y por ende, a la libertad de expresión.