Es cierto, porque aunque no viaje la selección durante los días que dura la «gesta deportiva en Rusia», como diría un animoso comentarista de radio, gran parte de los chilenos y chilenas seguiremos los avatares del Mundial, con menos entusiasmo y dedicación, por cierto.
Los niños y adolescentes también seguirán el desarrollo del fútbol de elite, independiente del género y la edad, el fútbol convoca incluso a los no iniciados. El enfoque emocional, la quietud corporal, los cálculos en los distintos grupos adivinando el futuro, la identificación con uno u otro país, la antipatía a los mismos de siempre, las conversaciones apostando a la sabiduría futbolera en clave competitiva, la alegría compartida y la frustración subjetiva, acceso a países que no se sabe su ubicación exacta en el mapa son algunos de los “estados” que genera un evento global, mediático, económico y político central en la cultura pop desde hace décadas.
Es evidente que el fútbol no solo atrae a los que practican en canchas, hay un interés transversal y variopinto. Ya forma parte de nuestros diálogos cotidianos, especialmente en los días de Mundial que se avecinan. Con menos emoción, pero con un no despreciable interés nuestro día a día estará, de alguna manera, vinculado a lo que pase en las ciudades de nuestras antípodas.Es el momento de revisar lo que sabemos del mundo y de este planeta globalizado. En selecciones centroeuropeas miraremos jugadores con nombres que remiten a padres nacidos en otros países… que mejor para hablar de migración, tema central para nosotros y nosotras
Y esto impregnará muchas horas del día y una parte relevante de nuestra atención. Los niños, niñas y adolescentes también participarán y activamente en la “marea futbolera”. Pero se toparán con un muro: el de la escuela. Siguiendo sus propias dinámicas internas la escuela surfea sobre el devenir noticioso, aunque ahora tenga las características de un tsunami. Sin embargo, el interés de los estudiantes traspasa los muros y se escurre a los recreos, se filtra en los murmullos en clase y en los papeles voladores que se desplazan furtivos entre los asientos. Aunque no esté en la agenda escolar, si está en sus conversaciones, pero escasamente por la acción de los docentes. ¿Y vale la pena seguir negando esta realidad? En cierto sentido resulta contraproducente porque no asume una parte de la vida de los educandos. Desconoce y, por tanto, no forma.
Otra ruta es asumir la motivación, el despliegue de emociones y el conocimiento sobre el fútbol mundialero… para educar. La puerta es la apropiación educativa, es decir, transformar los contenidos mediáticos de interés para un grupo -en este caso niños, niñas y adolescentes- para desarrollar prácticas educativas que, tomando una arista mundialera, logren conectar con un área de aprendizaje que puede ir desde lo curricular hasta el desarrollo socio-personal pasando por transversales vitales como la Formación Ciudadana.
Es que todos tenemos una idea -más o menos precisa- sobre los países que participan o al menos de un número importante de ellos… una buena oportunidad para mirar el mapa, los climas y la naturaleza en distintas partes del planeta. Veremos a jugadores como Sergio Ramos del Real Madrid conocido por sus faltas descalificadoras que actúan, en algunos casos impunemente… una buena ocasión para hablar de valores, ética, identidad personal. Visionaremos equipos de países casi desconocidos… es el momento de revisar lo que sabemos del mundo y de este planeta globalizado. En selecciones centroeuropeas miraremos jugadores con nombres que remiten a padres nacidos en otros países… que mejor para hablar de migración, tema central para nosotros y nosotras. Algunos equipos enfatizarán la eficacia y otros el juego lindo –jogo bonito– solo es cuestión de estrategia futbolística o también de «identidad nacional». Se jugará en verano y nosotros tapados hasta las oreja y lluvia… tendrá algo que ver con el cambio climático o solamente es cuestión de hemisferios.
Y así podemos seguir, la Comunicación y la Educación es un camino de dos vías, ayuda a poner en común las culturas mediáticas y el quehacer de la escuela y sus aulas. Aunque también promueve comprender críticamente los medios masivos y las plataformas digitales, de manera de disfrutar la comunicación mediada, pero con mayor conciencia, resultado de una nueva visión y conceptualización del funcionamiento de los medios y de nuestros propios intereses personales. En fin, ser menos ingenos y más responsables.
Convivir con la comunicación es inevitable, pero requiere una formación sistemática, no basta solo nuestra experiencia cotidiana. Los avances de la educomunicación facilitan ese proceso de formación… la invitación a los docentes es dar el paso con los niños, niñas y adolescentes que los acompañan en las aulas.
Bienvenidos al Mundial de la educomunicación.
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