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La destitución de Macari y el desafío del pluralismo

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El nombramiento de Mirko Macari como director de La Nación, y su rápida destitución, ha reabierto el debate sobre el futuro de ese medio de comunicación. La Unión Demócrata Independiente, y algunos destacados parlamentarios de Renovación Nacional como Andrés Allamand, han vuelto al planteamiento original del Presidente Sebastián Piñera: “cerrar La Nación y que el mercado decida qué medios sobreviven y cuáles no”.

Desde esta perspectiva, deseo rescatar una afirmación de un documento de la Asociación Nacional de la Prensa emitido debido a la prohibición de cobertura impuesta a los reporteros de La Nación por el entonces candidato de la Coalición por el Cambio: no tiene sentido en un sistema democrático limitar el acceso a la información cuando no se comparte la línea editorial de un medio. Lo relevantes es que los lectores elijan qué leer dentro de una amplia gama de publicaciones.

El problema en Chile es que el mercado mediático tiende a la concentración  (entre otras razones, por ser pequeño y por tener altos costos de acceso). Por lo tanto, el lector elige entre muy pocas opciones, todas ellas parecidas desde el punto de vista de la orientación ideológica de sus contenidos. Es necesario entonces resolver esta distorsión de mercado con una participación activa del Estado y de los ciudadanos para asegurar el pluralismo. 

¿Por qué no se hizo así durante los 20 años de Gobierno de la Concertación? La respuesta no es fácil. Sin embargo, es evidente que la naturaleza de la transición a la democracia impuso que el énfasis de las políticas comunicacionales estuviera puesto en mantener el status quo de libre mercado, y ello obligó a una cohabitación con los medios de derecha. 

No comparto la afirmación del ex ministro José Antonio Viera-Gallo en el diario La Segunda, en el sentido que La Nación hizo un “periodismo de trinchera”, durante los 20 años de la Concertación. Puedo dar fe que en los cuatro años del mandato de la Presidenta Bachelet se creó una plataforma de contenidos informativos e interpretativos inédita en el país que alcanzó casi un millón de visitantes únicos mensuales en internet. Tuvo  un Consejo Editorial pluralista; una constante y sistemática  interpelación a los partidos políticos para que hicieran uso de sus páginas de opinión, una cobertura periodística sin ningún tipo de exclusiones y un esfuerzo por establecer un diálogo con todas las organizaciones sociales.

No obstante, todos esos esfuerzos sucumbieron ante una oposición política que tenía un solo objetivo declarado: hacer desaparecer La Nación. Hay que evitar que lo logren. Tenemos que transformar esta dramática situación que dejó a la vista la destitución de Macari en una oportunidad  para dar pluralismo a la oferta mediatica nacional.

Hoy nos encontramos con una absoluta hegemonía de aquellos diarios pertenecientes a dos consorcios periodísticos que se autoasignan independencia y objetividad, cuando en verdad tienen una visión parcial de la realidad; legítima, pero interesada.

Creo que Chile necesita de un sistema de medios de comunicación en que el Estado garantice la diversidad de puntos de vista, a través de distintos mecanismos: medios de comunicación de propiedad estatal en los que se asegure el acceso a todas las organizaciones políticas y sociales; subsidio a la iniciativa de comunicación social comunitaria, mecanismos que velen por  el derecho a réplica en los grandes medios de la industria, como el defensor del lector, por ejemplo, entre otras medidas.

Hay que abrir ya este debate. El jueves 29 de abril desde las 9 horas en la Universidad de Santiago tendrá lugar una primera instancia. Las universidades tienen mucho que aportar a una realidad mediática pluralista.

 
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5 Comentarios

lsolisdeovando

Critico la postura de Castillo, principalmente, porque en su columna de CD … usa una vara bastante severa para analizar a Mirko, mientras en la de El Quinto Poder otra muy débil para analizar un periodo del que él fue parte. Eso es sospechoso. Segundo, me parece interesante analizar si La Nación debe continuar o no. Como periodista tengo una carga afectiva no menor porque sé que sacarla de circulación significaría despedir gente, y todos sabemos que estar sin pega es jodido. Pero otra cosa es ponerse a pensar si la salida de La Nación actual significaría algún cambio significativo en el panorama de medios actuales. Yo creo que muy poco efecto tendría. Su venta es bajísima, no influye, no genera pauta para otros medios, uno como periodista no va ahí a buscar golpes que leer, etc., etc. Dada la concentración actual, uno podría pensar que es necesario que sobreviva, pero creo que eso no pasa de ser un simbolismo. Los gobiernos de la Concertación no hicieron mucho por ese diario. Después de La Época, desde ese lado del charco nadie ha querido pensar en grande, en un medio con una oferta periodística atractiva. Sólo destaco la sección cultura de La Nación Domingo, donde cada domingo veo un intento por hacer algo diferente, por levantar el teléfono y llamar a un destacado escritor que no suene mucho por estos lados, y que nos provoque el necesario encanto de querer descubrirlo.

    mcastillo

    Estimado Lino: se trata de dos columnas que tratan temas distintos. La verdad es que veo a Mirko como víctima de las circunstancias y de una concepción del periodismo que no comparto. Respecto de La Nación, me parece necesario hacer un análisis desapasionado, con fundamento en hechos, en cifras, en política y no recurrir a la descalificación comnún de la derecha (que era un pasquín). Como tu mismo planteas, hay notables aportes periodísticos en sus páginas, de aquellos que no existen en los otros diarios. Creo que justamente se trata de fortalecer esos aspectos: jugársela por una opción de periodismo escrito de carácter público.

lsolisdeovando

Me has entendido mal, Marcelo. Lo que planteó es que ha habido excepcionales aportes periodísticos desde La Nación (uno de ellos es la sección cultura de la edición dominical de La Nación; algo muy pero muy acotado). Que no es un diario al cual uno recurra para nutrirse de novedad. Y que si bien es clara la concentración actual de los medios, si desaparece La Nación ahora mismo, nadie lo notará. O muy pocos dentro de los respectivos gobiernos de turno.

leoyanez

La Nación constituyó un proyecto periodístico centrado en las voces del mundo político y empresarial, visibles en los demás medios de comunicación. Esto es, no se dio a la tarea de ser un factor de dinamismo de la democracia, para la visibilización de actores diversos y discursos plurales. Pudo tener otra centralidad, en el escenario de un sistema de comunicación social y público restringido y mediado por los negocios, el mercado y la publicidad.
Como todo deseo, tuvo pequeños chispazos (y con distintos responsables), pero no dejó dejó de ser ni el periódico que buscó golpear (como los otros), ni se atrevió a hacer u periodismo innovador , no digo independiente, pero sí articulador de conversaciones sociales de toda índole, las más de las veces de todas esas necesarias.

jrpaves

jrpaves

La Nación es un instrumento que debieramos poner a disposición de las personas. Los gobiernos podrían tener una vitrina para la comunicación de sus proyectos, la información necesaria para la gente que no tiene acceso fácil a saber lo que está ocurriendo en el ámbito civil.

El mal o buen uso que se ha hecho de ella, no es necesariemente una predestinación absoluta que sugiere su desparición como si fuera la instigación a un pecado capital.

Puede ser hoy blanco de una emocionalidad vengativa, de un afán de destruir lo público por una razón sin razón de la ideología talibán de algunos personeros y por eso debemos defenderla.

No creo que sea un elemento que al desaparecer abra más caminos a la concentración de los medios, porque efectivamente no es un actor relevante. Pero si considero que el debate público podría ser su mejor destino en la sociedad chilena.

Buena inicitiva de abrir el debate públicamente.