La sola idea de Jorge Sharp de pedir respeto por las familias que se vieron afectadas por el incendio en Valparaíso, el fin de semana recién pasado, fue visto por los medios de comunicación como un “atentado a la libertad de expresión”, como tanto les gusta decir últimamente ante cualquier medida que atente en contra de ese negocio tan lucrativo. El que consiste en mostrar llanto y destrucción en los sectores llamados «vulnerables».
Si bien es cierto que es necesaria una prensa libre para fortalecer nuestras instituciones, también lo es que dicha prensa tiene que ser independiente y no, como sucede actualmente, un soterrado megáfono de una sola visión del país.
Mucho periodista salió enarbolando su bandera ideológica en defensa de una libertad de prensa que, si somos estrictos- y tomando en cuenta las familias a los que pertenecen estos-, en Chile no existe del todo. Sin embargo, para cierto periodismo la oportunidad de erigirse como garantes de la democracia siempre está ahí, esperando salir de sus labios ante cualquier crítica a cómo realizan su trabajo. Sobre todo si es que quien hace esa crítica es una persona de izquierda.
Es de suma importancia ser claros: la gran mayoría de nuestros medios piensan de una manera debido a que sus dueños son también poseedores de gran cantidad de medios de producción. Y si hay uno que otro periodista que piense de manera “progre”, lo concreto es que la autocensura siempre es más fuerte.
Por lo tanto, es evidente que la decisión de Sharp fue en contra de una lógica mediática que, si bien siempre había sido criticada desde la academia o la opinología política, nunca había sido puesta en duda de manera tan concreta. Evidenciando quizá una concepción ideológica de cierto sector de la población que muchos nos acostumbramos a ver como “lo real”.
Porque, ¿no es acaso ideológico intentar cubrir a pobres y trabajadores solamente cuando estos están desvalidos o pidiendo ayuda? A mí me parece que sí. Es más, junto con ello, me parece también sumamente ideológico no cubrirlos cuando están organizados y exigiendo derechos, ya sea en huelgas, protestas y toda movilización en las que los medios que hoy se pelean por enfocar lágrima por lágrima, seamos realistas, nunca están presentes.
Por lo señalado, ¿es entonces la decisión de Sharp una medida autoritaria? No lo creo. Al contrario, parece ser más bien una determinación necesaria para detener una maquina comunicacional que sí lo es. Porque, ¿acaso no es más autoritario esconderse tras la libre expresión para imponer una manera de hacer “periodismo”? O para ser más claro: ¿no es más dictatorial refugiarse tras un necesario ejercicio democrático para, realmente, cumplir con lo que una empresa periodística ha encomendado hacer a sus empleados? Pareciera que sí, o por lo menos es bastante cínico.
Por esto es que parece urgente no embobarse con una retórica pseudodemocrática si es que, por otro lado, estamos avalando que nuestros medios no se comporten a la altura. Porque si bien es cierto que es necesaria una prensa libre para fortalecer nuestras instituciones, también lo es que dicha prensa tiene que ser independiente y no, como sucede actualmente, un soterrado megáfono de una sola visión del país.
Comentarios
05 de enero
La cacareada «libertad de prensa» no es un absoluto, sus límites están cercanos al sentido común y el (hoy «mala palabra») «buen gusto». Igual como las leyes prohiben (con universal beneplácito) las fotografías de cadáveres destripados, por ejemplo, debe haber un cierto recato en exhibir los sentimientos íntimos de las personas, especialmente en momentos de emergencia y aflicción. Sobre todo cuando las preguntas de los «periodistas» son totalmente desubicadas y no tienen más interés que exacerbar el morbo y no portan nada. Es hasta redundante preguntar por lo obvio, incomodando lo urgente del momento en una desgracia, como es el caso en comento.
+2
06 de enero
Excelente artìculo que refleja acertadamente la realidad de gran parte del periodismo nacional que presume de defender la libertad de expresiòn mientras se autocensura para cubrir sus propios intereses y los de las empresas que los contratan.
0
08 de enero
El autor de este artículo es bastante recurrente en el tema. De hecho según este relato tan repetido el autor sería el único periodista que no está amordazado. Siempre pretende hacer creer a todos que porque los dueños de los medios son empresarios entonces se difunde sólo lo que a estos grupos les interesa sin pensar que lo importante no es quien es dueño del micrófono sino quien lo usa. Espero que en algún momento los dueños de los medios hagan realmente algo del uso del micrófono que se les atribuye porque hasta aquí la mayoría de los medios son cautivos de grupos de presión política, como este periodista que se ve tan oprimido por el «megáfono de una sola visión del país.»
Saludos
+1