Hoy todo fue manchado con su interés, ya que hoy veremos sus preguntas como parte de lo que a él, como sostenedor, le preocupa de la reforma y no lo que el conductor de un programa de actualidad debe hacer para así informar mejor a los espectadores que quieren informarse.
Sin querer entrar en la lucha de descalificaciones al periodista Matías del Río debido al conato que tuvo con el ministro Nicolás Eyzaguirre el domingo en Tolerancia Cero, me parece importante poner en perspectiva lo que el periodismo -o su ejercicio- debe destacar una vez que este se lleva a cabo.
Matías del Río en pleno programa, mientras entrevistaba al titular de Educación, hizo lo que todo periodista -o intelectual- una vez en el ejercicio de su trabajo no debe hacer: hablar a través de sus intereses. Como es conocido, y como él lo recalcó en un extraño gesto de transparencia luego de haber hecho las principales preguntas, el profesional aparte de ser uno de los rostros más reconocibles del periodismo nacional hoy en día, es sostenedor de un colegio a través de una fundación sin fines de lucro.
Con esto último, el conductor del principal programa de debate político de la televisión chilena intentó eximirse ya que, de manera curiosa, según su lógica el hecho de que su institución no lucre lo convierte en una parte menos interesada al momento de hablar del tema educacional.
Pero lo cierto es que no. Matías del Río hizo algo que no transparenta el debate, ya que confunde las percepciones y las conclusiones de quienes ven su programa y han visto “credibilidad”-término manoseado y sumamente engañoso- en cada una de sus preguntas y sus acciones como profesional.
Aunque diga lo contrario, es militante de una forma de concebir la educación por el hecho de verse involucrado en ella. Sus preguntas y sus consideraciones de lo que pueda o no ser una falta de respeto lo que diga el ministro -esto en relación a la gran cantidad de frases que se han considerado polémicas de parte de la autoridad hoy en día- ya no pueden ser vistas como conclusiones desinteresadas o parte de la acción periodística de representar todas las visiones posibles para encender un debate más nutrido sobre las diferencias entre derechos y bienes de consumo.
Hoy todo fue manchado con su interés, ya que hoy veremos sus preguntas como parte de lo que a él, como sostenedor, le preocupa de la reforma y no lo que el conductor de un programa de actualidad debe hacer para así informar mejor a los espectadores que quieren informarse.
Con este texto, no pretendo poner en discusión si lo que hace con los colegios es bueno o malo -para eso estará el periodismo investigativo- sino que no logró disociar sus dos labores y por lo mismo se transformó en parte interesada en el intercambio que tuvo con Eyzaguirre, lo que no es su trabajo en Tolerancia Cero todos los domingos.
El periodismo claramente debe tener intereses de parte de quien lo ejerce, pero estos intereses deben ser meramente periodísticos y no personales, ya que la labor del periodista -principalmente de un entrevistador-, independiente de si está trabajando en una red privada, como es el caso de Matías, es desarrollar preguntas y buscar respuestas en el marco de lo público, sin inmiscuir su labor en otro ámbito.
Eso haría la conversación más transparente y las taxativas frases de Matías del Río más creíbles y menos militantes de su propia experiencia como sostenedor.
A esto hay que agregar también que Tolerancia Cero se transformó en un programa en donde el problema es que los panelistas se fueron transformando en personajes, lo que les quedó gustando, cambiando así temas de interés nacional en visiones personales y en un problema de egos más que en un enfoque de ejercicio limpio del periodismo.
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