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Última opinión para los presidenciables

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Proyectos, ingeniería, medio ambiente, burocracia, calidad y honestidad

El tema de la calidad tiene que ver con los aspectos de contenido y sus detalles: que las cosas estén bien hechas y que tengan un sentido de utilidad. En medio ambiente como en el resto, el país requiere proyectos de calidad en todo su ciclo de vida, de su formulación, gestión y ejecución, incluido el control de proyectos. Erróneas políticas de recambio de profesionales técnicos, preferentemente ingenieros, por profesionales más baratos explican en buena parte los desastres de muchos de los proyectos conocidos y desconocidos. Grupos técnicos desmantelados por lo tanto medidas y decisiones sin los criterios técnicos adecuados. La calidad va en beneficio de la economía de recursos, de la seguridad, disminución del riesgo y de la protección del medio ambiente (ecodiseño). La buena o mala calidad de un proyecto no puede ser percibida por la población en una primera instancia, tiene que ser responsabilidad de los ejecutores, la población se entera sólo de los grandes desastres y aprueba sus beneficios, pero detrás de ellos hay muchos más errores pequeños y más graves que generan enormes pérdidas. Hay veces que la baja calidad de los términos de referencia de las licitaciones, adjudicaciones, ofertas, ejecución y fiscalización de proyectos es también un caldo de cultivo para la creciente corrupción a la que están sometidos los organismos públicos, desde municipalidades hasta ministerios. Se requiere hablar en directo sobre calidad y corrupción. De no ser así la población y el medio ambiente no contarán con protección.

La puesta en marcha del Transantiago no se entiende (como modesto ingeniero), pues no es comprensible y menos posible que un proyecto elaborado sólo a nivel de perfil-ingeniería conceptual en un gobierno se haya implementado en el otro, sin su ingeniería de base y de detalle, como cualquier proyecto. Tampoco se entiende por qué no se hizo el puente de Chacao ni el ferrocarril al Sur, qué razones tuvo la autoridad para eso. Nadie explica. Los proyectos de nuestros gobiernos no tienen trazabilidad y en algunos hay poca diferencia entre ingeniería e improvisación. Algo similar ocurrió con el puente Cau Cau, con mucha improvisación, poca transparencia y dudosa honestidad. Se requiere un compromiso con la calidad. Por otra parte hay excelentes resultados de proyectos concesionados, como la panamericana, carreteras urbanas y otras.

"Los proyectos de nuestros gobiernos no tienen trazabilidad y en algunos hay poca diferencia entre ingeniería e improvisación."

En otro ámbito de la calidad de los proyectos están aquellos que pasan por el sistema de evaluación ambiental. Para su excesiva tramitación hay mucha responsabilidad del sector público, pero también hay que saber que hay muchos proyectos que están mal hechos, con criterios de economía de recursos y con la esperanza de que un buen lobby solucione las imperfecciones o bien, que una multa sea menos onerosa que la rentabilidad, si por casualidad se descubre la trampa. En otro ámbito de cosas esto se facilita con el desatino legal de que en la aprobación o rechazo del componente ambiental de los proyectos se haga en votaciones de ministros o de seremis o intendentes que poco o nada consideran los estudios realizados y que poco o nada conocen del tema. Hay una burocracia no inocente y uno se pregunta: ¿por qué en el área del medio ambiente la autoridad no es responsable de sus decisiones? ¿Por qué no pasa lo mismo con los proyectos de energía, salud, vivienda, CORFO u otros?  Esto es campo de cultivo para los lobistas y una tabla de salvación para que los ministros o seremis de medio ambiente no asuman responsabilidades. Además, por cierto, de una posibilidad de judicializar proyectos otorgándole ingentes beneficios a algunos abogados “ambientalistas” y con grandes perjuicios al medio ambiente, pareciera que algunas leyes fueron hechas con esa intención. En efecto, es un error esa institucionalidad ambiental, pues los impactos ambientales no son problemas legales ni económicos y los proyectos hay que juzgarlos en su sentido, por quienes tienen las competencias técnicas. Nótese que el medio ambiente es el único ámbito del quehacer nacional en que los proyectos no los aprueban las instituciones responsables y lo que es peor, los «responsables» no ponen la cara.

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