La muerte de Jaime Guzmán E. me tomó por sorpresa. En esa fecha yo vivía en Ginebra, Suiza, y recién agitaba mis alas laborales. En los ochenta habíamos sido vecinos con los Guzmán Errázuriz. Ellos vivían en Hernando de Aguirre con Pío X, y yo vivía una cuadra mas abajo. De hecho, mi hermano y sus amigos, alguna vez habían sido convidados a su hogar y una vez, para mi contrariedad, me lo encontré en la mía.
¿Por qué contrariedad? Pues, porque Jaime Guzmán había sido fundador del gremialismo en mi universidad, había formado parte de Patria y Libertad, había sido un personaje clave en el discurso de Pinochet en Chacarillas y fue asesor de su régimen dictatorial, y claro, cómo olvidarlo, fue pluma de la Constitución de 1980.
Es decir, motivos tenía para estar contrariada. ¿Pero de ahí a asesinarlo? No. Lejos de ello. Pero entiendo los motivos que tuvo lo que quedaba de el Frente Patriótico Manuel Rodríguez para tomar esa decisión. Para ellos, Jaime Guzmán era un hombre sumamente peligroso.
El viernes primero de abril, se conmemora el aniversario de ese asesinato que tuvo lugar muy cerca del Campus Oriente, lugar donde Guzmán no solo hacia clases, sino que forjaba mentes.
Yo no participare de misa para él. Pero respeto el duelo de la familia, respeto el dolor que significa su muerte para aquellos que forman parte del partido político que creó, y sinceramente espero que sea el último asesinato político en nuestro país. ¿Por qué? Porque no creo que su muerte haya empatado las tres mil y tantas por las que él no dijo nada. No creo que su muerte empate la tortura y el exilio. No creo en la justicia que se toma por cuenta propia, aun cuando la justicia tarde o no sea lo que queramos.
Quizás la democracia de mi país no sea lo que yo aspiraba. Quizás falta mucho para que lo sea. Pero siendo adolescente, a mí me enseñaron a querer a mi país, a añorarlo viviendo lejos, a pensar que trabajar por el Estado era contribuir al presente y futuro de mis compatriotas.
Presumo que Jaime Guzmán tenía ese mismo cariño para la patria que yo, si bien su sueño no se asemeja al mío. En el mío no cabe la muerte en forma violenta y por parte del Estado, de alguien que piensa distinto que yo. En mi constructo de país ideal, no caben el exilio ni la tortura.
Pero el día primero de abril, diré un Padre Nuestro por Jaime Guzmán. Rezare ese Padre Nuestro para que Jaime Guzmán efectivamente, sea el último chileno que es asesinado, por pensar distinto.
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