Intentar encontrar un parque en Estación Central se torna una tarea difícil, a menos que se trate de áreas verdes institucionales o comerciales. Hacer el mismo ejercicio en Vitacura simplifica toda la tarea. Es una realidad: hay áreas verdes para pobres y áreas verdes para no pobres. Se separan por cantidad, pero también por calidad, lo que produce automáticamente un sello a todas luces reconocible para la pobreza de las comunas.
Pero las comunas son personas y las personas son historias, entonces las comunas pobres significan paisajes pobres y eso empobrece los ánimos. Construir una plaza dura, sin pasto, con el kit de gimnasio prefabricado y rodeada de rejas, dista mucho de forestar un espacio y distribuir equipamiento de calidad, pensado para la comunidad y que acoja a su usuario.
Las decisiones paternalistas edilicias sólo pasan a llevar las reales necesidades de los habitantes de sus comunas, de las historias de sus personas.
La gente merece lindos paisajes, ese factor incide en el ánimo de las personas y en las actividades que se desarrollan en sus entornos. Definitivamente no es lo mismo vivir frente a un sitio eriazo, que frente a un parque. Y la decisión de entregar calidad al momento de proyectar paisajes no pasa por imponer una actividad. Por cierto que mejora la postal al tener una plaza en vez de un «peladero», pero si esa plaza se pensara conversada con la comunidad y se invirtieran más recursos, entonces los barrios adoptarían más identidad, la gente se sentiría más acogida, los espacios serían más seguros y los sellos de pobreza se desvanecerían.
¿Será un tema de costo o comodidad (por no decir flojera) para algunas municipalidades que no invierten en áreas verdes? La dignidad debe ser costumbre; hacer una casa o emplazar un parque son acciones que deben adjuntar respeto, preocupación y cariño desde quienes lo crean hasta quienes construyen. En Quinta Normal, por ejemplo, para su otrora alcalde Manuel Fernández nunca fue prioridad invertir en embellecer su comuna. Casi los tres períodos que estuvo, pudiendo haber subido la plusvalía de los barrios, haberse preocupado de la iluminación, seguridad, áreas verdes, haber hecho proyectos culturales magnánimos, sólo se vio un incremento en permisos de edificación para construir edificios, edificios y edificios. Seguramente el edificio mejora el paisaje, porque donde antes había una industria, ahora hay un plan residencial. Pero Quinta Normal es una comuna con personas, en general, de escasos recursos, entonces, ¿qué pasa con su calidad de vida? Hoy recién, bajo la administración de la hija de Manuel Fernández, los habitantes de Quinta Normal podrán tener en su comuna el Parque Renato Poblete, que es la extensión del Parque de Los Reyes. Pero esa es la cara que se ve desde la Costanera Norte (autopista). Al interior de la comuna ¿qué sucede con sus paisajes?
las comunas pobres significan paisajes pobres y eso empobrece los ánimos. Construir una plaza dura, sin pasto, con el kit de gimnasio prefabricado y rodeada de rejas, dista mucho de forestar un espacio y distribuir equipamiento de calidad, pensado para la comunidad y que acoja a su usuario
Para definir los objetivos de desarrollo, el Banco Mundial utiliza los siguientes indicadores: pobreza extrema y hambruna, educación, igualdad de género, mortalidad infantil, salud materna, pero también medio ambiente. Las comunas son pequeñas representaciones de las sociedades de este país. Las comunas pobres carecen de buena educación, de salud materna y de igualdad de género. La pobreza extrema y hambruna junto a la mortalidad infantil, quizás son categorías un tanto más controladas por el Estado, pero si no se logra un desarrollo perfecto de esas condiciones, la pobreza se alimentará de pobreza y el paisaje quedará relegado, abandonado.
Cuando se traza una idea, automáticamente hay que pensar en la felicidad de sus usuarios.
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Jorge Mancilla
Es cierto estimado Sebastián Q. Normal esta encofrada entre dos grandes áreas verdes el disminuido sueño navegable de Piñera y Boza, «bautizado» Renato Poblete y el clásico y también navegable parque Quinta Normal, perteneciente a la comuna de Santiago. Lo que se esconde entre estos dos árboles es un precario bosque de betustos abodes y albañilerías, barrios abandonados por el estado, la industria y las universidades. Situaciones que al parecer queremos borrar.