En su última cuenta al país este 21 de mayo, el Presidente Sebastián Piñera destinó apenas cuarenta segundos para hablar de medio ambiente. Si bien hay que reconocer que el tema fue mencionado y no quedó en el olvido como en tantos otros casos, es el tópico al que se le destinó menor cantidad de tiempo. Esto viene a confirmar la poca importancia que le asigna este gobierno al tema ambiental y lo poco que se ha hecho; no hubo una cuenta importante ni tampoco anuncios sobre el tema. En todo caso, para hacer justicia y ser imparcial, hay que señalar que para los gobiernos de la Concertación este tampoco fue un tema prioritario.
Los cuarenta segundos de Piñera son el reflejo de un sistema de gobierno en que se le asigna poca importancia al territorio, a la gente y a los impactos socioambientales, a los ecosistemas y para qué hablar de las economías locales. Un gobierno que centra su mirada en cifras macroeconómicas, en megawatts aprobados para producir electricidad para que la minería siga produciendo y para el cual los impactos socioambientales negativos que generan los proyectos de inversión son en definitiva el “costo necesario” para el desarrollo del país. Ni este ni los anteriores gobiernos se han cuestionado jamás quién paga “el costo necesario para el desarrollo”, pues es evidente que unos reciben los beneficios, que generalmente van en dinero, mientras que son otros los que pagan los costos que están asociados a la contaminación, enfermedades, destrucción de ecosistemas y de economías locales. Y en materia ambiental está todo adecuadamente vestido, disfrazado como necesidad país, proyectos país, empleo para el país, etc.
Probablemente la poca presencia ambiental en el discurso de Piñera, se debe a que no había nada que decir. El anuncio sobre una Ley de Residuos no llegó y tampoco se dijo nada sobre la voluntad de sacar adelante un Sistema de Áreas Protegidas vía una indicación sustitutiva al proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas y que está en el Parlamento desde 2011. No se mostró ningún avance en la elaboración y dictación de normas, especialmente de calidad secundarias de las aguas. En los cuarenta segundos destinados al tema el Presidente se refirió a la “nueva institucionalidad ambiental”, esa que no ha solucionado muy poco y que en materia de calificación ambiental de proyectos dejó las cosas un poco peor, la que por cierto se aprobó en el gobierno de Bachelet. Parece que Piñera olvida o no sabe que sólo los Tribunales Ambientales fueron aprobados en su mandato en base a un proyecto de ley enviado por el gobierno anterior. Y pareciera que nadie le dijo que esta “nueva institucionalidad” está funcionando con los reglamentos de la institucionalidad antigua, mientras que los reglamentos más importantes para hacerla operativa –como son el del sistema de evaluación de impacto ambiental y el de evaluación ambiental estratégica– no han visto la luz en su mandato.
Por otra parte, hacia el principio de su discurso, Piñera planteó que existían desafíos en agua, energía e infraestructura. En relación a energía señaló que durante estos tres años de gobierno se han aprobado ambientalmente proyectos por un total de 11.500 MW y que son suficientes para garantizar el abastecimiento eléctrico de toda la próxima década. Sin embargo, la puesta en marcha de varios de estos proyectos ha sido cuestionada, pues en palabras del Presidente “hemos experimentado un creciente proceso de judicialización que incluso ha paralizado proyectos previamente aprobados por organismos técnicos”. Efectivamente existen procesos judiciales que cuestionan la aprobación de proyectos, lo que da cuenta de que probablemente algo se hizo mal y que las personas tenemos derechos y podemos cuestionar ante la justicia procesos administrativos de calificación ambiental que han sido mal efectuados, que han aprobado proyectos con información insuficiente, que no han tenido proceso de Consulta Previa cuando afectan a comunidades indígenas, o en los cuales derechamente se ha aplicado mal la legislación ambiental, como fue el caso del puerto y termoeléctrica Castilla, entre otros.
El discurso de Piñera en materia ambiental resume todo lo que no queremos escuchar de un Presidente en su cuenta anual: invisibilizar el tema, no entenderlo, no asumir que los crecientes conflictos socioambientales están demostrando que la actual institucionalidad ambiental es por decir lo menos deficiente, que las personas tienen derechos y el Estado y los gobiernos obligaciones que cumplir de acuerdo a los Convenios y Tratados internacionales suscritos y a las leyes propias del país. Es hora que este gobierno y los que vengan comprendan que el tema ambiental no es un anexo o un pie forzado, sino que es un tema que debe estar al centro de la discusión sobre economía y recursos naturales, derechos humanos y desarrollo del país.
El discurso de Piñera en materia ambiental resume todo lo que no queremos escuchar de un Presidente en su cuenta anual: invisibilizar el tema, no entenderlo, no asumir que los crecientes conflictos socioambientales están demostrando que la actual institucionalidad ambiental es por decir lo menos deficiente, que las personas tienen derechos y el Estado y los gobiernos obligaciones que cumplir de acuerdo a los Convenios y Tratados internacionales suscritos y a las leyes propias del país.
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Foto: www.fotopresidencia.cl
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