«Esta es la ultima generación que puede salvar el mundo» esas fueron palabras en 2015 de Barack Obama, quien fuera presidente de Estados Unidos de América y subscribiera a buena fe los Objetivos de Desarrollo Sostenible con otros 185 líderes mundiales en París, Francia, promoviendo un trabajo colaborativo y estratégico para el cumplimiento de los 17 ODS. Los ojos del mundo se centraron sin ninguna duda en nuestros líderes, por su capacidad de enfrentar los problemas que nos incumben a todos como es el medio ambiente y la conservación del planeta.
Pero no fue hasta que cambió de gobierno Estados Unidos, para que el Presidente Trump desconociera el acuerdo de París y señalara sin ninguna objeción moral que el «Cambio climático era un invento». Pues bueno, si es un invento, quizás el aumento sostenido de los terremotos en el mundo, erupción de volcanes, aumento de la fuerza de los huracanes, que la Ciudad del Cabo se esté quedando sin agua y sin contar que Venecia se esté hundiendo, todo eso pasa en nuestra imaginación.El pensar en el aquí y el ahora no sirve para combatir contra el medio ambiente, la lucha por la recuperación del planeta es por todos.
La verdad es qué realmente está pasando y de la única certeza que podemos señalar hoy es que la humanidad vive en tiempos decisivos, pues esta vez no es un conflicto entre nosotros mismos que a unos afecte y a otros no. El cambio climático ni discrimina especies, áreas geográficas o estados.
Pero ¿Quién es el verdadero enemigo del planeta? No se trata de buscar culpables para exonerar nuestras culpas y buscar la redención de nuestros pecados, el ser humano por naturaleza ha sido invasivo con su entorno, cosa muy distinta al impacto ambiental a gran escala que ha producido la industrialización. Así es, la industrialización, pero no cualquiera, pues es cierto que empresas con gran producción de dióxido de carbono hay en todo en mundo, las cuales pueden contaminar a pasos a agigantados, pero el enemigo común es la industrialización salvaje, aquella que es promovida precisamente por Estados Unidos de América por medio de su modelo económico y, aunque suene irónico decirlo, también promovida por la República Popular de China, un país liberalista y un país comunista, en sus territorios es donde se produce mayor emisión de la huella de carbono.
Aquellos países que hablan de recuperar su identidad popular contra un mundo cada vez más conectado y más competitivo no conciben la protección del medio ambiente como un precepto moral de sostenibilidad para las próximas generaciones.
El pensar en el aquí y el ahora no sirve para combatir contra el medio ambiente, la lucha por la recuperación del planeta es por todos. La invitación es a promover en familia el combate contra la industrialización salvaje, pues nosotros como consumidores finales somos aquellos que tenemos la posibilidad de debatir, difundir y promover una economía a escala humana.
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