Las primeras mediciones efectuadas en 1958 desde una antigua base militar ubicada en Mauna Loa, Hawái, a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar, por el científico Charles Keeling (1928-2005), registraron índices de CO2 en la atmósfera cercanos a 315 ppm. El fallecido investigador justificó la utilización de dicho observatorio por encontrarse “lejos de fuentes contaminantes de CO2 que podrían interferir con las mediciones. Este lugar es la mejor opción para representar a todo el planeta”.
Se estima que los niveles de CO2 se mantuvieron en torno a 228 ppm durante toda la historia humana hasta el comienzo de la Revolución Industrial, en el siglo XVIII. Pero, desde ese momento las emisiones no hicieron más que aumentar y con ello la concentración de CO2 en nuestra atmósfera. Las mediciones realizadas en el observatorio de Mauna Loa para los últimos 3 años son:Nunca en la historia de la humanidad hemos respirado bajo una atmósfera con tal concentración de CO2 y nunca en nuestras vidas lo podremos hacer con una concentración menor a 400 ppm
- enero/ 2020 = 413,30 ppm,
- enero/2021 = 415,15 ppm,
- enero/2022 = 417,99 ppm,
- y en abril/2022 = 422,06 ppm.
Nunca en la historia de la humanidad hemos respirado bajo una atmósfera con tal concentración de CO2 y nunca en nuestras vidas lo podremos hacer con una concentración menor a 400 ppm. Para conocer la última vez que nuestro planeta registró una concentración de CO2 comparable hay que retroceder en el tiempo entre 3 y 5 millones de años. La temperatura era entonces de 2 a 3 grados más cálida y el nivel del mar se encontraba entre 10 y 20 metros por sobre los límites actuales.
El CO2 es el más duradero de los gases de efecto invernadero al mantenerse en la atmósfera por más de 100 años, por lo mismo, está íntimamente ligado al Calentamiento Global. Es decir, si en este minuto la actividad humana se detuviese repentinamente por arte de magia y dejáramos de emitirlo, de todas formas la temperatura media del planeta continuaría aumentando por, al menos, los próximos 100 años.
Hoy, no existe ninguna duda que la actividad humana alteró la atmosfera terrestre, gracias a la Revolución Industrial y luego de la II Guerra Mundial cuando se suma el crecimiento de la población y pasamos de unos 2.500 millones de habitantes a los casi 8.000 millones que somos hoy, es decir, la población se triplico en menos de 80 años. Hechos que, entre otras cosas, estimularon el incrementó en la quema de combustibles fósiles, disparando la presencia de CO2 en la atmósfera, esto terminó alterando el clima negativamente y rompió el equilibrio existente que mantenía el efecto invernadero natural que facilitó la vida en el planeta. Así fue como modificamos la atmosfera del planeta, provocando el Calentamiento Global y el consecuente Cambio Climático.
Debemos comprender que cuando los gases de invernadero son altos, la Tierra se calienta y cuando son bajos, la Tierra se enfría. Los cambios que hemos causado en el clima ocurrieron a una escala de tiempo, que a nivel humano son largos y los fuimos percibiendo lenta y gradualmente y terminamos normalizando las nuevas condiciones climáticas.
Si la amenaza medioambiental hubiera ocurrido de manera rápido y repentina abríamos actuado prontamente para enfrentarla y no nos habríamos acostumbrado a ella, que es lo que ocurrió, esto hace que estemos experimentando en carne propia y sin darnos cuenta del efecto “la rana hervida”. De ejemplo nos sirve la ola de calor extrema ocurridas en India y Pakistán, con temperaturas jamás registradas en los últimos 122 años. Nueva Delhi tuvo 7 días consecutivos por sobre los 40º C y otras ciudades tuvieron 47º C.
Somos la última generación que puede hacer algo y para eso hay que seguir las recomendaciones que hacen los científicos y grupos de expertos de la ONU que indican la necesidad urgente de aplicar medidas drásticas para evitar las peores consecuencias del Calentamiento Global y es disminuir la concentración de CO2 en la atmósfera, como mínimo, a uno 350 ppm. De no hacerlo, los seres humanos terminaríamos siendo nuestro propio meteorito.
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