Uno de los mayores problemas con la nueva ley es que aparte de destruirles la vida a los pescadores artesanales, no se tuvo la visión de realizar los estudios correspondientes para saber a ciencia cierta, la cantidad que se puede extraer y la tasa de descuento que se debe aplicar, que como en todo orden de cosas se debe analizar en propiedad para desarrollar sustentablemente la actividad.
El ex subsecretario de pesca del gobierno de la Alianza, Pablo Galilea, expresó en una entrevista concedida al Diario de Aysén la semana pasada que si se terminaba con la pesca de arrastre se terminaría con la pesca en el mar de Aysén.
Según el ex subsecretario, la pesca en Aysén solo es posible bajo ese formato, que el día que no se trabaje de esa manera los trabajadores que dependen de la industria pesquera perderían sus trabajos, y recalcó que se debe entender que la pesca de arrastre no provoca daños irreparables al fondo marino y sus especies. La lógica del ex subsecretario se sustenta en que la nueva Ley de Pesca que el implantó, destruyó a los pescadores artesanales, traspasándoles el mar precisamente a los industriales y los salmoneros, de ahí sus aseveraciones tan fuertes y redundantes.
La nueva Ley de Pesca llevada a delante por el gobierno de la Alianza, conocida entre los pescadores artesanales como la “Ley Longueira”, fue lo que gatilló el Movimiento Social por Aysén, por entenderse que la ley que se proponía en ese entonces y que hoy es un hecho, destruiría a los pescadores artesanales. Los líderes del movimiento social por Aysén, Misael Ruiz y Iván Fuentes, eran precisamente los representantes de los pescadores artesanales de Aysén, nominados como voceros para ir en contra de la ley y se suponía que ellos representaban esa visión; pero por esas cosas de la vida, al final estos voceros optaron por unirse con el gobierno de la Alianza y ayudaron a sacar adelante la Ley sin consultar sus bases, entregándoles el mar a los industriales y los salmoneros.
La Ley lo que hizo fue simplemente fue privatizar el mar y entregarlo en bandeja a estos dos grupos de poder. Además por Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente con Europa, permite que las flotas europeas puedan recorrer nuestro mar a voluntad, especialmente la flota española, fondeada en la actualidad por no poder operar en sus propias costas, al destruir su propio mar con la pesca de arrastre, que es el formato que se implantó en Chile por la nueva ley.
No hay duda que el ex subsecretario está complicado al saber que el gobierno de la Nueva Mayoría pretende revisar la ley y cambiar el formato de desarrollo, haciendo que aquellos grupos económicos que se aliaron con el gobierno de la Alianza, que pensaron que al dictaminar la ley estaban garantizados sus intereses, hoy no lo están al vislumbrarse que habrá una reformulación importante.
Uno de los mayores problemas con la nueva ley, es que no se tuvo la visión de hacer los estudios correspondientes para saber a ciencia cierta, la cantidad que se puede extraer y la tasa de descuento correspondiente que se debe aplicar, que como en todo orden de cosas se debe analizar en propiedad para desarrollar sustentablemente la actividad.
En la actualidad la forma en que se desarrolla la pesca en Chile bajo el formato de la nueva ley fuera de ese detalle importante, ha dejado de lado totalmente a los pescadores artesanales, preocupándose solamente de los intereses de los industriales pesqueros, que tienen como único objetivo ganar dinero y si para ello es preciso extraer todo el recurso y dar vuelta la página ¡cuál es el problema!
La actual ley tiene serios problemas de desarrollo y de solvencia ambiental, no se ha designado como correspondería un ente objetivo y entendido en la materia que regule la actividad; estratégicamente se ha dado vida a un organismo político que complica a los artesanales si quieren continuar en la actividad a pesar de todo, que define las cuotas y quienes las obtienen a través de las consultoras, que están en manos de personajes que tienen el poder de dictaminar a quien se compra y a quien no, sin permitir un uso racional del recurso y cayendo en el compadrazgo político.
La preocupación hoy se centra solamente en la licitación, sin tomar en cuenta la distribución geográfica de las maniobras.
El mar no se ha administrado con la lógica que debería y asusta el escenario futuro si no se cambia la ley. En el caso de Aysén, tal como en el sur se lucha contra HidroAysén, en el centro contra Energía Austral, en el norte que vive y se desarrolla sustancialmente a través de la pesca artesanal, están muy complicados con la ley, al destruirles su forma de vida, sumiéndolos irremediablemente en la pobreza más absoluta. A solo un año de entrar en vigencia la nueva ley, quedan muy pocos pescadores artesanales dedicados a la actividad; la gran mayoría por subsistencia se han transformado en mano de obra barata para las empresas salmoneras.
Basta con dar una vuelta por Puerto Aguirre para constatar esta dura realidad, que tiene totalmente jaqueada la vida de las comunidades de los fiordos de Aysén.
Me tocó recorrer esta zona de Aysén por trabajo y constaté esta realidad al conversar con los “pescadores”; todos se quejaban del maltrato, las malas condiciones en las que trabajaban en las salmoneras, los precarios sueldos y de la mafia que era tener que convivir con las consultoras si se quería continuar en la actividad, que tienen la potestad de decidir a quien se compra y dictaminar los precios.
Estas consultoras a través de las licitaciones hacen trabajos para las mismas salmoneras y usan su poder para dictaminar a quien se le daba trabajo y a quien no. Consultoras que fueron entregadas en parte de pago a ciertos personajes por el gobierno de la Alianza por servicios prestados para implementar la nueva ley; ley que con el paso del tiempo ha demostrado que fue la estrategia perfecta para apoderarse del mar por parte de los industriales y los salmoneros, en asociación con el gobierno de ese entonces y usurparle el mar a los pescadores artesanales y de paso transformarlos en obreros al servicio de las salmoneras y de los industriales. Lo que antes era solo una ficción, hoy es una triste realidad.
La pesca de arrastre atenta contra la sustentabilidad de la actividad pesquera y no como dice el ex subsecretario de Pesca que es beneficiosa; es destructiva para el mar y sus diferentes procesos biológicos. En pocos años sufriremos las consecuencias si no se cambia la ley y por decir a lo menos, es sumamente complejo que se haya desprotegido el mar de esa manera.
Es duro constatar como lo hice, que los caladeros históricos utilizados por los pescadores artesanales, hoy estén en manos de las salmoneras, sin reconocerles sus derechos ancestrales. Los industriales pueden moverse a voluntad por todo el litoral chileno, incluso con la posibilidad de elegir las especies que pueden extraer.
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Foto: Joaquín Souyris I. / Licencia CC
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