He visto de todo. Proyectos de cientos de millones de dólares aprobados con simples declaraciones de Impacto Ambiental, meras promesas que por la forma en que se realizan dejan a quien las hace libre de todo delito si es que, como ocurre, omiten de manera dolosa o culposa información clave para evaluar el proyecto.
Siempre me ha repelido ver a los imputados en Tribunales, vistiendo uniformes de colores chillones y cargando cadenas. Desde que se han reconocido derechos a las personas no hay lugar donde todos seamos más iguales que en ellos y deberemos hacer algo para terminarpara siempre con la ignomía de ver a ciudadanos, chilenos o extranjeros,tratados como esclavos en los estrados de nuestra Tribunales.
Algo similar ocurre en materia ambiental. Llevo meses leyendo las reacciones histéricas y malintencionadas de editoriales de los principales diarios nacionales. Si uno hace fe de lo que dicen, nos enfrentamos a una siniestra conspiración de fanáticos irresponsables, coludidos con jueces de manga ancha que se empecinan en frenar el progreso de este país. Algo que solo concluirá con este país regido por una teocracia ambiental. Si no exudaran, al igual que las cartas a los diarios de empiringotados abogados, un tufillo evidente a que las escriben más a pedido que por convicción, ni siquiera valdría la pena mencionarlas.Pero la contumacia y la reiteración de mentiras pregonada por Goebbles como forma de hacer creer cierto lo falaz, a veces obliga a escribir.
Al menos para que quienes las lean, sobre todo las generaciones futuras, sepan que no todos éramos como ellos. Pertenezco a una corriente de personas a la que, sinceramente, nos preocupa que este hermoso país con vista al mar pueda ser disfrutado por todos, los de hoy y los que vengan. Y si estamos recurriendo a Tribunales es, simplemente, porque los titulares de los proyectos y la autoridad política hacen las cosas mal, intentando elevar la arbitrariedad y la ilegalidad de su sactos a fuentes creadoras de derecho.
He visto de todo. Proyectos de cientos de millones de dólares aprobados con simples Declaraciones de Impacto Ambiental, meras promesas que por la forma en que se realizan dejan a quien las hace libre de todo delito si es que, como ocurre, omiten de manera dolosa o culposa información clave para evaluar el proyecto.
Proyectos de líneas trasmisión que pasarían sobre Alerces si no fuera porque verdaderos guerreros del arcoíris arriesgan su vida y se internan en la selva húmeda de este país a su propio costo y riesgo para ubicar a los gigantes amenazados. Hemos tenido que llevar a las Cortes los audios de las sesiones donde se aprueban proyectos que rayan en lo criminal, sin ningún antecedente más que “generarán trabajo”.
De Hidroaysén y el lamentable actuar de la autoridad política ya han fluído ríos de tinta, quizás tan caudalosos como esos hermosos ríos que se pretenden destruir. Pero me quedo con la perla que narrara uno de los evaluadores del proyecto, quien decía que los antecedentes presentados por el titular eran tan precarios que equivalían a que usted le pidieran evaluar una chaqueta de cuero y le dejaran amarrada una vaca afuera de su oficina, un cuchillo hilo y aguja. Solo a veces le dejan los botones.Con todos los organismos técnicos hacen su pega y objetan los proyectos, los observan y la mayor parte del tiempo dice que con la información aportada por el titular el proyecto simplemente no se pueden evaluar.
Sin embargo, llegados a la instancia de resolución, estas observaciones, objeciones, representaciones quedan en el limbo de las buenas intenciones. Y cuando eso ocurre, cuando el acto no es fundado, cuando viola la ley, cuando mancilla una garantía constitucional, se comete arbitrariedad de ilegalidad, por lo que las Cortes solo cumplen su deber restableciendo el estado de derecho y dando amparo a los ciudadanos en sus escasas garantías fundamentales.
La reacción histérica y maledicente, carente de argumento alguno que resista el análisis de un alumno de primer año de Derecho, en contra nuestros máximos Tribunales, parece solo explicarse por la molestia que genera que existan instancias donde todos somos iguales. Humildes comunidades y sencillos abogados, muchos de los cuales no cobramos un peso por hacer esto, podemos enfrentarnos en un plano de igualdad y, gracias a la evolución positiva de nuestra jurisprudencia, obtener sentencias favorables frente a los intereses de poderosos consorcios y verdaderas industrias de asesorías jurídicas.
Quizás si por ellos debieron comparecer a estrados cargados de cadenas y con chillones trajes de imputados. Y por cierto la estatua que representa la justicia desprovista de su venda y con la pesa que porta en sus manos cargada de un fajo de billetes.
Comentarios
23 de septiembre
Muy de acuerdo.
En relación a los argumentos en contra o en pro, favor ver mi columna «No nos gusta Castilla ni las riquezas eléctricas» –como ejercicio de una opción en la economía (simplicidad, pobreza) de argumentos: de una vez por todas poder decir, sin vergüenzas, NO queremos el «progreso moderno», y queremos el mundo de la cotidianidad de las caletas como Totoral–
En relación al enfrentamiento de poderes, judicial y ejecutivo, ver mi próxima columna, aquí mismo, sobre el pueblo de Caimanes y minera Pelambres.
un abrazo, f
0