La Ley de Pesca ha sido crítica desde su origen y la falta de acuerdos políticos, conflicto de intereses y coherencia ha quedado al descubierto a los ojos de la ciudadanía y opinión publica desde sus cimientos.
El quehacer político junto con la acción directa y mediática para proteger el medio ambiente y la biodiversidad, requieren la sinergia de todos los sectores políticos, pues son temas comunes. El medio ambiente y su activismo no se encuentran domiciliados en ningún espacio de la geografía política actual, ya que son transversales. El Cambio Climático no discrimina, en eso no debemos confundirnos, quienes digan tomar estas banderas y sectorizarlas como propias, les digo: no sean patudos.
En los próximos días un legislador de la República presentará un proyecto de ley que «establece como Responsabilidad Social Empresarial de las pesqueras el retiro del plástico y polímeros derivados de la industrialización del océano».
Es tiempo de poner de verdad a Chile en marcha, pero en marcha al desarrollo sostenible y sustentable, con acento en un desarrollo integrado y participativo, donde todos los actores participen y se hagan cargo de la verdad, por dura que sea. Es una realidad evidente sostener que Chile es potencia en la cantidad de residuos que genera y debemos hacernos cargo de eso como sociedad.El plástico que se encuentra expuesto a las temperaturas en el océano comienza un proceso de descomposición hasta transformarse en microplastico, el cual ya llego al intestino humano por medio de la cadena alimenticia
La legislación actual junto con la institucionalidad ambiental no es suficiente. Si bien la ley de responsabilidad del productor viene a oxigenar una necesidad concreta, no podemos no hacernos cargo de un problema público que ya se encuentra instalado en la práctica y que la opinión publica, por falta de conocimiento técnico o voluntad, se niega a responder con la altura de miras y seriedad que se merece la cantidad de plástico y basura que se encuentra en nuestro océano.
Siendo prácticos y fríos, la realidad es que la basura en el océano es un peligro real para la biodiversidad marina. Cada día se hace se hace más común ver noticias de hallazgos de peces, tortugas e incluso ballenas fallecidos con kilos de plástico en su estómago. El problema no térmica con eso. El plástico que se encuentra expuesto a las temperaturas en el océano comienza un proceso de descomposición hasta transformarse en microplástico, que ya llegó al intestino humano por medio de la cadena alimenticia y, según estudios internacionales serios, sería causal, no de intoxicación en el largo plazo en el cuerpo humano, sino de cáncer.
La propuesta legislativa de que las pesqueras, como empresas, generen procesos obligatorios de extracción de estos materiales tiene sus bases en la ejecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de PNUD para 2030 y especialmente el informe «Nuestro Futuro Común» de la Comisión Brundtland que en 1987 determinó los conflictos que el hombre, por sus malos hábitos hacia el planeta, enfrentará en el el siglo XXI si no actuábamos a tiempo.
Si bien este proyecto de ley debe pasar por comisiones y votación para hacerse ley de manera efectiva, es esperanza real para la protección del cuidado de la casa común, donde aquellos que «administran» nuestros recursos y se sirven de ellos deberán también hacerse cargo de su cuidado de manera efectiva como obligación expresa y con sanción por incumplimiento con la novedad de llevar el proceso privado a transparencia activa a la ciudadanía.
Este proyecto legislativo pone el acento en un problema publico real y silencioso, buscando una solución a la protección a la biodiversidad, a la flora y fauna y a la salud publica en general.
Comentarios
04 de abril
Impresionante es el punto de vista. Obligar a las pesqueras a recoger basura.
¿por que no pagar por ello? Recoger basura no es gratis.
Después, cuando el precio del pescado suba porque las pesqueras deben gastar tiempo y recursos en recoger basura, van a poner el grito en el cielo de porque estos «abusadores» cobran mas.
Este es el típico caso de los que quieren dirigir la sociedad desde un escritorio.
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