Qué distinta se sintió este año la Expo Patagonia sin el gigantesco domo de HidroAysén. Luego de varias versiones acostumbrados a sus casas abiertas «USA style», en las que con promotoras especialmente contratadas relevaban las bondades del proyecto, este fin de semana el lugar donde históricamente se instaló dicha sociedad no era más que tierra cubierta de pasto. De pasto muy verde.
Desde siempre supimos que de terminarse el proyecto, como efectivamente está ocurriendo (aunque aún resta recuperar los derechos de agua), quedaría en nada su repetitivo compromiso con la región de Aysén y sus habitantes. Esta Expo Patagonia sin HidroAysén es el símbolo de lo que muchos no quieren escuchar: para empresas de este tipo la Patagonia es exclusivamente una fuente de recursos naturales con los cuales incrementar sus utilidades. Nada más que eso.
“Nos interesa el desarrollo regional”, “dar empleo en Aysén”, “rebajar el costo de la electricidad”, “dar estabilidad energética al país”, son componentes de un discurso que esconde el objetivo de fondo: ganar dinero. Mucho dinero. Aspiración legítima, por cierto, pero que deja de serlo cuando no es puesta en el espacio público. ¿Alguien escuchó alguna vez a los ex ejecutivos de HidroAysén reconocer que su leit motiv para impulsar las cinco represas en los ríos Baker y Pascua era –y sigue siendo- incrementar su patrimonio?
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Así como no hay peor ciudadano que el que no se atreve a escrutar lo que se le comunica. Por eso, la ausente instalación de HidroAysén es tan importante. Demuestra que terminado el proyecto se esfumó toda la promesa y compromiso tan fuertemente publicitado por casi una década.
Sin embargo, no todos lo domos desaparecieron. Continuó presente el de Energía Austral, que pretende construir la represa río Cuervo en Puerto Aysén. Con sus riesgos geológicos asociados, y dos de tres promesas no cumplidas: rebajar el muro para convertir el proyecto en una central de pasada y deshacerse de las pertenencias mineras que complican a pobladores que tienen la mala suerte de tener sus propiedades sobre tales terrenos. Y una tercera a medio camino (mis excusas si a estas alturas uno se pone desconfiado): la posibilidad de construir la transmisión por vía submarina.
Y claro, Energía Austral repite el mismo esquema de HidroAysén: “Nos interesa el desarrollo regional”, “dar empleo en Aysén”, “rebajar el costo de la electricidad”, “dar estabilidad energética al país”. ¿Alguien ha escuchado alguna vez a sus responsables informar la rentabilidad esperada de su inversión? Nadie. Es más, sin preocuparse mucho de esto, tenemos incluso autoridades locales que se instalan bajo la sombra de la empresa a recibir, como el primer amo del Lazarillo de Tormes, ciego y mendigo, los mendrugos que caen de la mesa de quien se viene a esta tierra a dar un festín. Algo ahí no cuaja.
...lo que no se comprende es que el problema no es sólo de discurso. Es de paradigma. De visión de sociedad. Y los megaproyectos, menos aún los de represas, no encajan en lo que el Chile de hoy está demandando.
Pero tal estrategia no asegura nada. Así lo señaló el propio diario El Mercurio (santo de ninguna devoción) al señalar que HidroAysén llevó adelante una “deplorable política de comunicaciones”. Y mas que deplorable, desastrosa.
En esto último podríamos estar medianamente de acuerdo con el autodenominado Decano de la prensa chilena. Sólo medianamente, porque lo que no se comprende es que el problema no es sólo de discurso. Es de paradigma. De visión de sociedad. Y los megaproyectos, menos aún los de represas, no encajan en lo que el Chile de hoy está demandando.
Y es eso lo que muchos seguirán esforzándose en demostrar.
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Milton Bertin
Esta si fue buena, ahora las empresas -y los emprendimientos en general, ¡ deberían anunciar que quieren ganar dinero.!
Que tontera, obvio que todos queremos ganar dinero, desde los profesores hasta los empresarios ganaderos que, dicho sea paso, depredaron los bosques de Haysén para introducir el ganado.
En todo caso, es cierto, es un problema de paradigmas.
Hoy hay 4.000 chilenos del rubro construcción que no tienen un trabajo bien pagado construyendo las obras de hydroaysen . Me imagino que los que se opusieron deben estar juntando dinero para compensar a esos trabajadores.
entre otras cosas.
Alfredo A. Repetto Saieg
Hay que ser muy cruel para encarcelar, por ejemplo, a una niña violada por su padrastro- cosa que a menudo pasa, sobre todo, en los sectores socialmente más vulnerables- como también es inhumano condenar a prisión a mujeres que abortan por llevar en su vientre un feto inviable, porque sencillamente tienen miedo de perder su trabajo o porque consideran que no están en condiciones económicas para traer un hijo al mundo. Es de una hipocresía increíble negarle a las mujeres el derecho a disponer de sus cuerpos o que nuestro país ni siquiera esté en condiciones de implementar una política energética responsable, racional y respetuosa del medioambiente.
Chile es brutal: explotar a los trabajadores toda una vida a cambio de salarios miserables nos lo demuestra. También el hecho de tener que endeudarnos por décadas para que nuestros hijos puedan estudiar sin tener ninguna garantía real de que posteriormente tendrán un mejor nivel de vida. A ese punto llega la insensibilidad, el sadismo y la inequidad de nuestro régimen. Tampoco tenemos el derecho a manifestarnos sin ser reprimidos con todo el rigor de la ley. Sin embargo, las mismas normas y edictos que se aplican sin contemplaciones contra los trabajadores son las que respaldan la indignante impunidad de los poderosos. Definitivamente la patronal y sus representantes son hipócritas, mojigatos y farsantes pero no invencibles. La lucha contra HidroAysén así lo demuestra.