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El extraño caso del Plan (Hidro)Aysén

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Uno de los últimos resbalones lingüísticos del Presidente Piñera, de ésos que The Clinic califica de piñericosas, ocurrió al tratar de demostrar amplios conocimientos sobre especies chilenas en peligro de extinción, mencionando al “gato montés, el pato cortacorrientes, la mariposa de Chagual, el sapo del rulo, la ranita de Darwin, la tagua cornuda, el pingüino de Humboldt y… el leopardo y el cuervo del pantano”.

Este impasse es sintomático de lo que está ocurriendo con este Gobierno.  Los tropezones que se dan al tratar de ganar una inexistente carrera.  La de dárselas de listos.

¿A alguien le habría sorprendido que el Presidente de Chile no supiera de memoria una decena de especies protegidas del país? ¿Era necesario tal arrollador despliegue de sapiencia, seguramente apoyado en una minuta muy bien confeccionada, que lo llevó a recibir un zarpazo del nada americano leopardo?
 

Algo similar ocurrió en nuestra región luego que el Primer Mandatario lanzara el 11 de abril el, hasta ese momento, desconocido Plan Aysén.  El lugar escogido por el Gobierno aclaró el tenor del mensaje: Cochrane, epicentro del proyecto HidroAysén. Y justo ese día la empresa subió al SEIA su adenda, siendo que estaba programado originalmente para el 15 de abril.
 

Aunque en política y negocios las casualidades no existen, hasta ahí todavía podían responder con un “éstas son necias presunciones de los opositores a las represas”.
 

Ya con las cifras en la mano, de la sospecha se pasó a la certeza.  Fue el senador RN Antonio Horvath quien llamó la atención sobre los U$ 3.000 millones anunciados para el período 2010-2014 (monto estratosférico para Aysén), de los cuales U$ 760 millones serían del sector público y U$ 2.183 millones del privado.  La desagradable sensación de que el Gobierno estaba considerando las primeras etapas de HidroAysén y Energía Austral, proyectos aún en pleno proceso de evaluación, quedó en el aireY más grave aún con el mandato para el ejecutivo regional de “acelerar grandes proyectos de inversión privados”.
 

Y los números hablaron: U$ 460 millones en pesca, U$ 14 millones en puertos, U$ 120 millones en comercio y turismo, U$ 58 millones en minería, U$ 10 millones en el sector silvoagropecuario, U$ 12 millones en bienes nacionales, y U$ 1.505 millones en energía.  ¡Mil quinientos cinco millones de dólares en energía!  ¡La mitad de todo el plan!

 

A partir de ese momento, llovieron las críticas, lloviznaron las explicaciones y garuaron las contradicciones.  Porque se supone que tal volumen de electricidad sería para consumo interno.
 

Veamos.
 

La seremi de Gobierno, Marcia Raphael, descartó que tal valor correspondiera a proyectos hidroeléctricos en evaluación por sumar éstos “4 mil millones de dólares”.  Luego, la seremi de Energía, Mónica Saldías, reconoció desconocer “esa información…  no conozco esas cifras; no es lo que yo manejo”.   Agregó, eso sí, que los proyectos de su área serían “algunos eólicos que se quieren desarrollar en algunos sectores aislados y además mini hidros; también para otros sectores aislados, y se quieren incorporar más herramientas para el desarrollo de ERNC, para que así puedan estos desarrolladores de mini hidros invertir en este tipo de proyectos”.
 

Por su parte el seremi de Economía (para el record, ex funcionario de HidroAysén), Fernando Guzmán, enumeró proyectos en Melinka y Repollal en Las Guaitecas, entre otras mini hidroeléctricas, que llegarían a unos 8 mil millones de dólares.  Y explicó que los U$ 1.505 millones de energía del Plan Aysén no estarían vinculados a los mega proyectos, que implicarían una suma mayor y, más aún, la inversión sería posterior al 2014.
 

Y, para no aburrir a nadie, el sábado la intendenta Pilar Cuevas afirmó que se trata de “proyectos de energía menores, como paneles fotovoltaicos, generación eólica, electrificación rural, etc. Queremos cumplir con el 20% de energías alternativas en nuestra región. No están contemplados los proyectos hidroeléctricos grandes”.
 

Sobre este último comentario, sólo recordar a la autoridad regional que la electrificación rural es de financiamiento público, por lo cual en vez de consignarla en la inversión privada debió incluirla en los U$ 760 millones gubernamentales. Si vamos a hacer una cucha express de proyectos para llegar al monto, por lo menos seamos pulcros.
 

Y tampoco serían necesarios, entonces, los U$ 80 millones para renovables no convencionales que ofreció HidroAysén en su tramposa (y difícil de cumplir) oferta de energía barata para Aysén.
 

Lo concreto es que los U$ 1.505 millones significarían, según expertos, unos 500 a 700 MW instalados, a un valor de U$ 2 a 3 millones por MW, cuando Aysén hoy sólo cuenta con unos 40 MW.  La pregunta entonces es ¿qué tipo de mega proyectos secretos, que sólo conoce el Gobierno, están programados para los próximos tres años en Aysén y que requerirían una generación 20 veces superior a la actual?
 

Por el contrario, si esta generación no es para grandes consumidores de energía, sino para la gente, elucubremos.   El SIC tiene hoy una capacidad instalada de unos 10.000 MW para unos 15 millones de habitantes.  Con esa proporción, tendremos más de un millón de habitantes de aquí al 2014, 10 veces la población actual. ¿Un también secreto mega plan de poblamiento?
 

La verdad es que ambas posibilidades no resisten mayor análisis serio y no están a la altura de un Gobierno que se dice de excelencia.
 

Para aclarar esto solicitamos por Ley de Transparencia al Ministerio de Hacienda, fuente del dato puesto en el Plan Aysén, “los documentos, estudios, análisis o cualquier antecedente que permita llegar a tal cifra de inversión en el sector privado para la Región de Aysén”.  Y además se ha pedido la inhabilitación de Pilar Cuevas para votar sobre HidroAysén.
 

En resumen, alardear con ese monto era innecesario.  Nadie los estaba obligando, entonces ¿por qué lo incluyeron?

 

Hipótesis 1: Para dar una señal a los inversionistas de HidroAysén, como un verdadero Espinita queriendo agradar al señor Zañartu.

 

Hipótesis 2: La necesidad de aparentar lo que no se es.  Les sonaba muy humilde sólo U$ 760 millones en inversión pública y U$ 678 millones en privada.  Por eso, metámosle un numerito que abulte… y 1.505 suena a grande.
 

Y así, por su “maldita imprudencia”, el leopardo del inicio de estas líneas les ha hecho nuevamente tropezar y es probable que piensen que es un tema menor.  Pero que no se confíen. Que más temprano que tarde llegará el momento en el que sea la ciudadanía la que los haga trastabillar.

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Foto: Lanzamiento Plan Aysén en Cochrane  – Fotopresidencia

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