Algunos creen que basta con tener la capacidad de tener presencia en el mercado mundial, jugar con las ventajas comparativas, pagar un buen marketing y con eso solucionamos el problema y nos frotamos las manos. Lamentablemente es algo mucho más complicado que eso; para lograr de verdad la estabilidad y la proyección ante el mercado mundial no basta con tener productos de calidad. Lo importante es poder tener procesos productivos limpios y una huella de carbón lo más limitada posible.
La ecología no solo protege a los animales y las plantas: protege nuestra propia salud y permite la continuidad de la especie humana. La gestión de los recursos naturales y ambientales en la actualidad es de importancia vital para las sociedades modernas.
Existen modelos productivos en la actualidad que incrementan la productividad económica, simplemente por que degradan el medio ambiente y no invierten en tecnología adecuada para preservar el medio ambiente, a tal punto, que no permiten el desarrollo sustentable destruyendo la proyección en el tiempo delas comunidades que se ven afectadas por las intenciones para siempre.
En Chile, el modelo de desarrollo económico se ha sustentado solo bajo la variable económica y del lucro como la única visión posible y la variable del bien público no ha sido considerada. Los conflictos sociales relacionados con el medio ambiente son inevitables, porque hemos heredado un modelo económico que no ha tenido la capacidad de entender que en el ítem ambiental es parte fundamental de la ecuación y debemos mejorarlo en este sentido si queremos de verdad crear un país de proyección.
Esta realidad tan compleja en la fundamentación de los proyectos de desarrollo, la estamos viviendo en carne propia en todo orden de cosas. Los proyectos de generación en energía, no han tenido la capacidad de armonizar la construcción, la generación y la mantención, con el bien público y social, produciendo una diferenciación negativa de la relación de las regiones con el gobierno central.
El gobierno ha tenido una actitud que no se condice con sus objetivos primarios de solventar antes que nada a los habitantes de las regiones como se prometió. Es más, el gobierno ve con preocupación la excesiva judicialización de los proyectos energéticos, que bajo su visión cree que tanta judicialización estaría frenando el desarrollo del país. Este discurso demuestra que el gobierno está más preocupado por los intereses de las transnacionales, que la calidad de vida de los propios habitantes de los territorios pretendidos y en esa percepción está el profundo error y la actual desavenencia del mundo ciudadano y el gubernamental.
La judicialización es en sí misma la única manera legal de poder filtrar los malos proyectos energéticos, con una ley tan deficiente. Los jueces han tomado conciencia de que el resguardo del medio ambiente es un tema vital para la proyección de la concepción final del modelo y el resguardo hacia los habitantes permite poder aumentar las posibilidades de lograr los objetivos sociales que deben considerarse.
No es una cuestión que solo dependa del gobierno o de las políticas de Estado. La obligación de resguardarlo es de todos nosotros, de la sociedad en su totalidad. La ciudadanía y sus organizaciones han entendido que la calidad de vida de todos los chilenos depende de un medio ambiente limpio. No se puede pretender justicia social sin justicia ambiental.
El objetivo auto-impuesto por Chile y, con ello justifica sus objetivos de desarrollo, es que, de acuerdo a nuestras ventajas comparativas, deberíamos ser en un futuro no muy distante, una potencia mundial agro-alimentaria y transformarnos también en un destino turístico internacional.
Este discurso fue pieza fundamental para que Sebastián Piñera llegara a la Moneda, porque presuponía un cambio de mentalidad en la forma de gobernar, tomando más en cuenta la realidad de las comunidades y sobre todo descentralizando la toma de decisiones. Sin embargo, tras dos años desde que llegó a La Moneda, aún no existe un consenso de parte del gobierno en la confección de una estrategia adecuada por parte del Estado con conciencia ambiental, que indiquen que tales objetivos se estén llevando a cabo.
No podemos pretender ser un país desarrollado y obtener un crecimiento sustentable sin una matriz energética que respete el medio ambiente y en esa consecuencia se deben formular políticas e incentivos a todos los involucrados, que entreguen las condiciones necesarias para mejorar la gestión y transformarla en una Eco-gestión y así insertar nuestros productos en el mercado internacional de buena manera, entregándoles a nuestros productos una denominación de origen.
Algunos creen que basta con tener la capacidad de tener presencia en el mercado mundial, jugar con las ventajas comparativas, pagar un buen marketing y con eso solucionamos el problema y nos frotamos las manos. Lamentablemente es algo mucho más complicado que eso; para lograr de verdad la estabilidad y la proyección ante el mercado mundial no basta con tener productos de calidad. Lo importante es poder tener procesos productivos limpios y una huella de carbón lo más limitada posible, si no queremos que a futuro seamos considerados un país sucio y sufrir las consecuencias por ello.
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