#Medio Ambiente

Derechos y dignidad animal en el quehacer político

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Las organizaciones y movimientos sociales, colectividades y una amplia mayoría de la población han dado a entender que el vacío desolador existente entre la política y la empatía ciudadana es y será el problema permanente que aquejará a la clase política chilena. Ellos han puesto como temática predominante ante el debate público la desactualización moral que sufren grandes sectores políticos y su falta de compromiso con la ética, concepto que, hoy en día, debe ser considerado clave para sectores progresistas del ecosistema político.

Actualmente, el medio-ambientalismo y el cuidado de la naturaleza se han desprendido de la intención instrumentalista que, a lo largo de la historia humana, ha comprendido a los recursos naturales como insumos eternos y sobre-explotables y a los animales como seres con inferioridad racional, sensorial y maquinas autómatas para el trabajo forzoso. Este desprendimiento desemboca en la necesidad de las nuevas generaciones acondicionar nuestra moral a la era en que vivimos, una era donde el avance tecnológico y científico junto a la nueva conciencia en base al respeto e igualdad, sumando el claro repudio de la población a la seguidilla de sucesos donde el abuso de sectores que concentran el poder económico y político en nuestro planeta han sido contantes y alarmantemente desprolijos, ha hecho despertar el clamor por una nueva forma de hacer política, transparente, colaborativa, en sinergia y sintonía con el paradigma del respeto e igualdad.

Estos nuevos objetivos van de la mano con una nueva articulación en materia de convivencia y relaciones en base a la dignidad y el respeto. Siguiendo lo anterior, la relación con nuestros vecinos naturales, los animales, debe ser un tema a tratar en la discusión pública en materia política, económica y jurídica, dando como hecho consolidado la articulación de políticas  a nivel nacional y continental en materia de respeto, dignidad y cuidado animal. Países como España, Israel, Colombia, Ecuador, Bolivia, Francia y la Unión Europea, han dado inicio a una nueva era donde el respeto y la erradicación de la superioridad entre especies día a día ganan fuerza.

Esta amplia cantidad de países en variados territorios del planeta han dejado en claro, ya sea en sus Cartas Magnas y constituciones que los animales “no son cosas” y que son seres vivos dotados de capacidad de sentir alegría, tristeza, apego y también “dolor”, entre otras sensaciones. Complementando, el año 2007, la Unión Europea adoptó el término «seres sintientes» en Artículo 13 del Tratado de Lisboa, considerado su Constitución o marco según el que los Estados miembros deben desarrollar sus propias leyes. A partir de ahí, Alemania, Austria, Suiza, Luxemburgo, República Checa y Cataluña han modificado sus Constituciones en pos de los animales, mientras que Francia renovó su napoleónico Código Civil el año pasado.

En Latinoamérica, Brasil, Ecuador, Bolivia y Costa Rica también se ha cambiado el estatus jurídico de los animales en sus respectivas legislaciones. Todos estos  ejemplos en materia legislativa pertenecen a una amplia gama de intenciones por contemplar bajo un nuevo argumento paradigmático la función de los animales en sociedad y vida silvestre, ejemplificando con políticas locales como en el caso de India, donde la ley considera a los delfines como «personas no-humanas» y en municipios españoles donde los perros y gatos acaban de ser reconocidos como «vecinos no humanos» en julio de este año.

Esta amplia cantidad de países en variados territorios del planeta han dejado en claro, ya sea en sus Cartas Magnas y constituciones que los animales “no son cosas” y que son seres vivos dotados de capacidad de sentir alegría, tristeza, apego y también “dolor”, entre otras sensaciones.

Atendiendo al anterior párrafo, el estatuto jurídico de los animales en Chile describe a los animales como  «bienes muebles» (Art. 567 código civil), y la constitución, conjeturada en su totalidad bajo un proceso de dictadura militar, no denota párrafo en relación a la dignidad de los animales. Es decir, son totalmente invisibles en la carta fundamental y simples objetos. Descrito lo anterior, solo cabe concluir la necesidad por ahondar en esta temática con la seriedad demandada por la ciudadanía, no solo a nivel jurídico, sino también bajo un prisma pedagógico, inclusivo y emancipador, haciendo visible la intención de las juventudes políticas y movimientos organizados por contribuir al cambio de cuerpos normativos obsoletos en materia de derecho animal, al término de prácticas crueles sobre animales por entretención o herencia cultural y a mejorar sustantivamente el trato hacia ellos.

Estos contenidos -los cuales acarrean un sin número de organizaciones especialistas en materia de cuidado, respeto y dignidad hacia los animales (proteccionista, rescatistas y abolicionistas), que se han ganado con esfuerzo y trabajo un espacio para darle cabida seria a sus observaciones y nuevas propuestas en instituciones interesadas por hacer política, deben pertenecer al eje programático central del Movimiento por la Democracia, colectivo llamado a la integración de nuevas ideas, en sintonía con una comunidad de avanza exponencialmente por sobre los intereses de la política actual.

 

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