Dos ideas, de hace casi una década, cruzaron mi mente al leer hace algunos días la información oficial del desistimiento de Energía Austral de su mal proyecto y peor idea, de construir la represa Río Cuervo, en las cercanías de Puerto Aysén. Iniciativa cuya oposición no se inició en 2009, cuando presentaron el estudio de impacto ambiental, sino mucho antes, cuando ese embalse, junto a las centrales Cóndor y Blanco, formaba parte de la planificada planta reductora de aluminio Alumysa, retirada de evaluación en 2003.
En su época, la idea de la aluminera Noranda contó con todo el apoyo del actual ministro de Economía, Jorge Rodríguez Grossi, quien ocupando el mismo cargo en la administración de Ricardo Lagos dijera “para qué sirve tener la zona más descontaminada del mundo si no hay nadie? (…) ¿para qué quiero un país o un Aysén de santuario de la naturaleza si nunca lo vamos a poder disfrutar? (…) ¿Para qué quiero un lugar vacío de gente por mantener determinada naturaleza?”. Sus palabras generaron, por esos años, una movilización de proporciones en Aysén por parte de los “nadie” que vivimos en este trozo de Patagonia.
Los pensamientos que me alcanzaron hoy con la caída de Energía Austral se sustentan en la necesaria claridad que es preciso tener cuando se asumen causas enfrentadas a cambios estructurales. En reconocer que no es fácil avanzar, cuando el sentido común imperante va en dirección opuesta. Obviamente, si los vientos hegemónicos soplaran a favor propio ningún esfuerzo se requeriría. Todo sería más fácil. Pero, en muchos casos, la realidad es otra.
La primera nació cuando el gobierno de Michelle Bachelet revirtió, a los pocos meses de asumir, la resolución adoptada por el Comité de Ministros de Sebastián Piñera, en enero de 2014, aprobando HidroAysén. Apareció en respuesta a las voces que realzaban la desconfianza por sobre la esperanza: “Hay que celebrar, con cautela pero celebrar. Porque si alguien tiene como verificador de éxito al gerente de HidroAysén expresando por cadena nacional que, luego de una epifanía, se dieron cuenta de la insanía de su proyecto y que, por tanto, se retiraban y devolverían los derechos de agua… que espere sentado porque aquello no va a ocurrir”.
La segunda, cuando en septiembre de 2013 la Comisión de Evaluación Ambiental de Aysén, presidida por la hoy candidata a senadora Pilar Cuevas, aprobara río Cuervo: “Nuestro objetivo final no es que este proyecto no se apruebe. Nuestro objetivo final es que no se materialice”.
Dos ideas, dos conceptos que dan cuenta de la envergadura del debate socioambiental. Una discusión de fondo, incluso intergeneracional.
Nunca mejor dicho, mucha agua ha pasado bajo los puentes desde esos días. Y, como podemos colegir, mucha lo seguirá haciendo.
Porque al final la tarea cotidiana, la relevante, es la de cambiar el sentido común. A pesar de los deja vu, como ese que nos retrotrae a 2001, quince años atrás, cuando Jorge Rodríguez Grossi en el mismo cargo que hoy ocupa anunciaba que Aysén debía convertirse en un basurero industrial. Y ya sabemos lo que pasó con sus anhelos.
Hoy las represas de HidroAysén y Energía Austral están prácticamente muertas. Los proyectos, por cierto, mas no las intenciones. Esto, a pesar de quienes quisieron convencer a toda una región y un país no solo de que eran necesarias, sino que su materialización estaba escrita en piedra. Que era ingenuo oponerse, “total las van a hacer igual”.
Hoy por hoy escucharemos nuevamente tales augurios. Que su momento no es ahora, que lo será en el futuro. Idea de la mano con las apuestas a las cuales tantas veces nos invitaron. Ejercicios tramposos, toda vez que quien pronostica su no materialización tendrá las de perder porque si en 10, 20, 30 años no se construyen, su contendor siempre podrá extender el plazo con el argumento de que “ahora no, pero en el futuro sí”. Pero si se llegan a concretar, obviamente sí habrá un ganador.
Pero esto no es un juego. Ni de azar ni de palabras. Es la vida de quienes vivimos en los territorios lo que pende de decisiones que se adoptan, muchas veces, sin considerar la realidad. La verdadera, la que se construye en el ejercicio no en los presagios, más aún cuando está sustentada en intereses creados.
Como cuando ahora nos dicen que estos proyectos se hicieron inviables exclusivamente por motivos de mercado, por internalización de costos o por menores posibilidades comerciales. Obviando que las movilizaciones, las demandas, las presentaciones técnicas, la acción comunicacional y política, aportaron a su retraso y les obligaron a elevar estándares sociales y ambientales, todo lo cual redunda en costos. Omitiendo que si hoy las renovables no convencionales son más competitivas es, también, por la mayor aceptación de la ciudadanía haca ellas, generando más actores dispuestos a recurrir a este tipo de energía (como demandantes y productores), lo cual por economía hace bajar costos.
Porque al final la tarea cotidiana, la relevante, es la de cambiar el sentido común. A pesar de los deja vu, como ese que nos retrotrae a 2001, quince años atrás, cuando Jorge Rodríguez Grossi en el mismo cargo que hoy ocupa anunciaba que Aysén debía convertirse en un basurero industrial. Y ya sabemos lo que pasó con sus anhelos.
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PATRICIO SEGURA ORTIZ
En realidad, lo de basurero industrial era por el proyecto Alumysa que Rodíguez Grossi apoyó. Y sobre lo que requiere Aysén, todo basado en el concepto de modernidad que nos tiene con crisis globales y locales socioambientales de proporciones (porque el cambio climático no aparece por nada, es el modelo de sociedad que propones para Aysén), no es necesariamente lo que algunos queremos. Sí calidad de vida, mejor salud, educación, disposición de energía, pero todo con modelos distintos. No confundas la carencia de una alternativa con un problema. Hablas como si quienes vivimos en Aysén fuéramos infelices y quisiéramos que alguien nos salvara.
claudio sanchez varas
¿Por que seria un basurero ambiental construir centrales en Aysén? Todas las centrales de paso o con presa, construidas hasta ahora en el resto del centro sur del país son amigables con el medio ambiente y las personas en su entorno viven con normalidad. Bastará un estándar mas alto para cuidar el medio ambiente pero se pueden construir con un mínimo de daño y acotado a su construcción e inclusive el cableado también es factible por imagen con su entorno manejarlo con un trazado innovador. Aysén requiere carreteras y no un camino de ripio interrumpido y de bajo estándar requiere puertos y aeropuertos modernos y vías acordes. Requiere cambiar su energía fósil para calefaccionar los hogares requiere integrarse al país y con un alto estándar de calidad y cuidado del medio ambiente pero eso requiere cambiar mentalidad y abrirse al equilibrio del desarrollo sin destruir la hermosa naturaleza de la Patagonia y eso es posible.