“Aula Segura” entrega más facultades a los directores de colegios para echar alumnos sorprendidos en actos considerados delictuales, pero, una ley nos permitirá disminuir la violencia, teniendo en cuenta que en nuestra cultura es una herramienta válida para resolver conflictos. Para los estratos menos privilegiados de la sociedad resulta ser la única forma para obtener demandas que no pueden lograr dialogando, algo avalado por la historia y no solo en Chile, también en el mundo, muchos logros sociales se obtuvieron gracias a protestas y revueltas violentas.
Lo otro, la violencia no está circunscrita a las protestas estudiantiles o en los actos delictuales, que son más noticiosos, también la vivimos a diario en la cola de un supermercado, en un “taco” automovilístico, en el metro, en los paraderos del Transantiago, en una calle atestada de gente, etc. En los colegio, tenemos las agresiones de alumnos y apoderados sobre profesores y de profesores sobre los alumnos. Es decir, la violencia no se limita a un solo sector, permea todos los estratos y actividades de la sociedad como la violencia intrafamiliar, incluso en los debates en redes sociales como Facebook y Twitter.No puede ser que exista una ley que expulsa un alumno de su colegio por cometer actos de violencia y paralelamente exista otra ley que condena con clases de ética en dirección de empresas y realizan sus condenas en libertad vigilada a los grandes empresarios que delinquen y nos roban por décadas
Entonces, qué tipo de sociedad hemos creado, sí uno de sus frutos es la violencia. Quizás, sea la suma de ingredientes que han terminado por deshumanizar la sociedad, como el consumismo exacerbado, el individualismo, progenitores que viven para trabajar y la desigualdad social y legal (espero que no me acusen de zurdo por esto último).
Los efectos de la desigualdad aportan con los motivos para salir a manifestarse y protestar. Aquí, voy a sumar el alto consumo de alcohol y drogas en nuestros jóvenes, que los afectan bajando la percepción de riesgo (teniendo en cuenta que su cerebro no termina aún de madurar), dando los impulsos necesarios para cometer actos violentos (nuestro país goza del triste récord de tener el mayor consumo de alcohol puro per cápita en América Latina, con 9,6 litros).
Entonces, a nuestros hijos los podemos ver como víctimas y productos de una sociedad que deshumaniza. Obviamente y sin ninguna duda los actos de violencia deben tener un castigo, pero dedicarse a sacar leyes que castigan es la solución fácil, no debemos convertirnos en un Estado castigador, que mañana debiera sacar una que castigue la violencia en las colas de supermercado, en los tacos automovilísticos, en el metro, etc.
Nuestros legisladores deben mirar más allá de la “punta de su nariz o de su bolsillo” e impulsar la solución difícil y de largo plazo para construir una sociedad mejor y es educar, podemos mirar a Finlandia que impulso la igualdad de educación para ricos y pobres, donde el hijo de un obrero se educa junto al hijo de un empresario y gratuitamente.
Este país, en 30 años, transformó un sistema educativo mediocre e ineficiente en una incubadora de talentos que hoy es líder mundial en las pruebas del Programa Internacional de Evaluación a Alumnos (PISA, siglas en inglés). Y la profesión de profesor es sumamente valorada siendo una de las favoritas, por sobre medicina y derecho. Piensen que se independizó recién en 1917 y era una de las regiones más atrasadas de Europa, donde 3 de cada 4 habitantes vivían en la pobreza.
Con su proyecto a largo plazo, Finlandia se convirtió en una economía sofisticada y altamente industrializada. Pero, no todo es bueno en Finlandia y lo malo si se lo copiamos, me refiero a nuestro alto consumo de alcohol.
Y para terminar pienso que debemos atacar los delitos de “cuello y corbata” que es un ingrediente importante y que estimula la violencia social y me refiero a las colusiones, que en un principio se creían casos aislados y resulta que son generalizados. Delitos que son realizados por verdaderos carteles mafiosos y tenemos el Cartel de las farmacias, el confort, los pollos, los supermercados, los pañales, las carnes, etc.
No puede ser que exista una ley que expulsa un alumno de su colegio por cometer actos de violencia y paralelamente exista otra ley que condena con clases de ética en dirección de empresas y realizan sus condenas en libertad vigilada a los grandes empresarios que delinquen y nos roban por décadas. El otro robo descarado a la sociedad que se debe castigar severamente es el uso de información privilegiada.
El Estado y nuestros legisladores debieran sacar una ley que castiga realmente las colusiones y el uso de información privilegiada con la misma agilidad que se sacó una para castigar a los alumnos que cometen actos violentos.
Es decir, para acabar con la violencia debemos mirar a largo plazo y dejar de lado intereses egoístas, hay que trabajar en la igualdad de deberes y derechos para todos los ciudadanos y no sentir que las leyes y beneficios están para favorecer a unos pocos en desmedro de una mayoría ciudadana que se siente explotada.
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