El día 26 de Noviembre del presente año aparecieron en los medios de comunicación registros audiovisuales sobre una llamativa detención ciudadana. Un sujeto al que se sindica como autor de haber intentado robar mediando intimidación a un anciano, es detenido por transeúntes que circulaban en el mismo lugar, procediendo estos a desnudarlo y luego atarlo mediante papel alusa a un poste cercano a los hechos acaecidos.
La fuerza de la imagen rápidamente rememora parte de la obra de Fernando Botero, en que mediante la pintura de cuadros se encarga de retratar las torturas a las que se veían sometidos internos dentro de la cárcel Abu Ghraib de Irak. La diferencia radica en que en nuestro contexto la denigración humana se desencadena a propósito de un atentado contra la propiedad que no llegó a consumarse, ocurrido a plena luz del día en el centro de Santiago bajo la colaboración espontánea de civiles.
Es profundamente paradójico como el fenómeno de la delincuencia suele asociarse a un ente incontrolable a raíz de nuestro insatisfactorio sistema procesal penal -y en particular- a la “blandeza” de nuestros jueces, a pesar de que Chile es uno de los países con la mayor cantidad de habitantes por cárcel a nivel latinoamericano.Lo que sí resulta inequívoco es que la respuesta desde el sistema procesal penal frente a una tortura de esta naturaleza, debe ser indiferente a la existencia o inexistencia de reacciones justicieras de estas características.
En este sentido la delincuencia como concepto abstracto permite construir un verdadero lugar común, en donde ellos (“them”) son un grupo de delincuentes que se aprovechan de la honestidad y bondad del ciudadano, realidad totalmente ajena a nosotros (“us”) que formamos parte de un núcleo donde reina la decencia, límite infranqueable que permite diferenciar los dos conjuntos.
El ritual público recientemente descrito permite dar cuenta de que esta dicotomía them/us es bastante difusa, donde el paso de convertirse de víctima o ciudadano ilustre (“us”) a victimario (“them”) puede darse inmediatamente mediante el empleo de violencia, que busca incluso superar la magnitud del daño causado primeramente.
Es incierto determinar detalladamente cuales serían los factores para explicar este tipo de reacción masiva, tanto por parte de quienes colaboraron activa como pasivamente en ella. Lo que sí resulta inequívoco es que la respuesta desde el sistema procesal penal frente a una tortura de esta naturaleza, debe ser indiferente a la existencia o inexistencia de reacciones justicieras de estas características, que no hacen más que encubrir la barbarie sínica presente en los pies de la capital.
Para tranquilidad de todos (nosotros, ellos y viceversa), actualmente no es masivo el desplazamiento o utilización de caballos como medio de transporte en el corazón de Santiago. Sería cuestión de reunir a cuatro ilustres ciudadanos con sus respectivos caballos y comenzar a tirar al torturado por cada uno de los extremos de su cuerpo, rememorando aquellas vergonzosas prácticas de la humanidad llevadas a cabo hace algunos siglos atrás.
Comentarios
29 de noviembre
Chile es uno de los que tiene mayor habitantes por cárcel porque las cárceles son mas masivas en la medida que ya no son un gran castigo sino un paréntesis temporal para un delincuente. Una cárcel debe ser una sanción: la privación de libertad. A lo mejor dan comida, techo y abrigo pero te quiten libertad porque ese es el castigo.
Pero un lugar donde te perfeccionas en tu oficio porque te encuentras con gente de tu oficio, te dan techo comida y abrigo, todo durante 3 días para que puedas recuperarte y seguir delinquiendo con mas aprendizaje y nuevas fuerzas, eso ya empieza a parecerse mas a estas convenciones en unas termas durante fin de semana que un castigo carcelario.
Lo difuso de convertirse en víctima o victimario en una explosión justiciera según una interpretación callejera de un momento, viene por lo difuso que es distinguir si la cárcel son un castigo o unas termas para un delincuente.
Saludos
-1
29 de noviembre
Grande Sebastian. Desde mi punto de vista creyente, estos «justicieros» no entienden nada respescto de la real amistad civica.
Felicitaciones por tu concepcion valorica de la justicia
02 de diciembre
Estimado José Luis,
La cárcel es actualmente la principal manifestación física de la privación de libertad, como sanción fruto de la comisión de un delito. Que en ella se entregue comida, techo y abrigo no puede ser considerado un «a lo mejor», es una cuestión básica que no debiese siquiera estar en tela de juicio, pues el castigo consiste en, como usted bien señaló, privar a un individuo de su libertad y no, por el contrario, matarlo de hambre, frío o deshidratación.
Intuyo malestar en sus palabras y posiblemente este tenga alguna razón plausible, no lo sé. Sin embargo, descarga su frustración en el recipiente equivocado, ya que el fallido efecto resocializador de la prisión en Chile no es culpa de uno u otro preso (tampoco del gendarme de turno); es un problema que nos atañe a todos como sociedad y, le informo, este no se solucionará con el linchamiento público o, si prefiere, la “explosión justiciera”.
Personalmente, no sé a qué termas ha asistido durante las convenciones de fin de semana, pero le aseguro que, como regla general, suelen ser muy distintas a una cárcel.
Saludos cordiales.
+1
02 de diciembre
Braulio agradezco su deferencia de comentar lo mío y tiene mucha razón en lo que dice. El ejemplo de «termas» puede ser una caricatura grotesca para darme a entender: La privación de libertad no puede considerarse una gran sanción si es por un período corto de tiempo porque realmente no implica una gran privación: Las personas que cada cierto tiempo caen en cana durante 3 o 5 días pueden tener continuidad en su vida familiar o bohemia fuera de la cárcel, pueden disfrutar de su libertad, desplazarse, etc.. etc.. Una pena de años sí se pierde esa continuidad, eso implica mas claramente un castigo a diferencia de una pena de pocos días. Entonces al no ser un castigo la privación de libertad ¿es bueno o malo para la sociedad estos contados días en la cárcel? y la respuesta es clara: potencia la delincuencia por las razones que le dí y porque además las estadísticas respaldan lo que digo también.
La decisión de delinquir la mayoría de las veces es claramente explicable como una decisión de rentabilidad-riesgo o costo -beneficio. ¿Cuál es el riesgo o costo de cometer un delito en Chile? Las estadísticas hablan solas y con tanto peso y por tanto años que empezamos a remediar con algo peor que la enfermedad: ajusticiamiento callejero con distinción difusa.
Saludos