Al cumplirse otro Once más, quisiera elevar una plegaria al cielo por todas y todos esos hombres y mujeres que dieron su vida por un ideal, por un sueño de un mundo mejor. También, y con el permiso de ustedes, pedirlo por aquellos que creyeron hacer lo correcto al disparar o torturar a su hermano, a su hermana, para que Dios les de el perdón, y junto con eso, que también acá en la tierra se haga justicia y les de algo de consuelo a esas familias que aún no pueden enterrar a su seres queridos.
Sí, ya ha pasado mucho tiempo, pero los años no borran el acto, no borran el dolor, sin embargo, ojala algún día el odio y la división pasen al olvido… pero por favor, nunca el recuerdo de esos caídos. Y volviendo la mirada sobre ellas y ellos, no puedo dejar de pensar en lo que Jesús nos dijo… “no hay amor más grande que dar la vida por tus amigos…” y que acto más noble de aquellos que lo hicieron carne, que pusieron su pecho por defenderlos.
Pues vaya un humilde y sentido Padre Nuestro por todas y todos ustedes, también por los “del otro bando”, pero en forma muy especial por una persona que considero un ejemplo de ser humano, que siendo militar, de la fuerza aérea, quiso ser leal a la constitución y no participó de los actos que sus superiores le exigían, y por ello, fue detenido ilegalmente durante un año, sin que sus familiares supieran donde estaba, durmiendo algunas veces esposado a su cama, pasando por fusilamientos en falso, torturado una y mil veces… pero a diferencia de otros, y gracias a Dios, vivió para contarlo, sin odio, sin resentimiento, pero con la frente bien en alto.
Sí, ya ha pasado mucho tiempo, pero los años no borran el acto, no borran el dolor, sin embargo, ojala algún día el odio y la división pasen al olvido… pero por favor, nunca el recuerdo de esos caídos.
Don Sergio Francisco Soto Maino, Cabo exonerado político de la fuerza aérea, que hasta el día de hoy no ha recibido ni siquiera una carta de disculpa de su amada institución, es un ejemplo de aquellas personas que pagaron un alto costo por la defensa de la democracia, es un ejemplo de todas y todos ustedes que no doblegaron su espíritu y siguieron adelante hasta lograr recuperar lo que para las nuevas generaciones es algo trivial, pero que décadas atrás nos fue negado. Hoy tengo la suerte de tenerlo a mi lado, porque con orgullo les digo que esa gran persona es mi tío.
Pero yo soy uno de los pocos que puede contar con esa dicha, de poder abrazar a ese ser querido que lucho en esos días, por lo que el amén final va para los familiares y amigos de esos caídos, para que en su corazón encuentren la paz, con un sentido y sincero abrazo de toda una patria que les da las gracias…
Por esos que partieron y dieron su luz en una de las épocas más oscuras de nuestra historia reciente, por los caídos de nuestro Once que hoy están en lo más alto…
Amén.
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