A muchos les ha sorprendido el gran apoyo que, a través de cartas y listados de firmas en medios de comunicación, presencia y testimonio de personalidades, ha tenido el sacerdote O’Reilly al enfrentar una formalización de cargos en un tribunal de Garantía de Santiago, clamando por su inocencia. Quienes apoyan al padre O’Reilly tienen razón, pues tanto la Constitución como tratados internacionales de derecho humanitario, en especial la Convención Americana de Derechos Humanos , señalan que toda persona es inocente hasta que una sentencia de un tribunal declare a dicha persona, culpable.
La formalización es sólo una comunicación de cargos que hace el fiscal al imputado y el fiscal no es quien juzga a una persona sino sólo quien le imputa un hecho ilícito y, obviamente, puede errar en su imputación o tener pruebas febles para sostenerla en juicio. De todo esto se sigue que la formalización no transforma a una persona en culpable ni le asigna, ipso facto, la calidad de delincuente, por lo tanto, no es preocupante ni extraño que un grupo de personas y de medios de comunicación, importantes por cierto, proclamen al sacerdote como inocente.
Es otro el tema. Continuamente vemos por televisión y demás medios de comunicación importantes e influyentes y escuchamos también de personas con las mismas cualidades, sindicar como delincuente y anticipar la culpabilidad, desde el momento mismo de su detención, a cualquier hijo de vecino que es detenido por la policía, imputándosele haber participado en un delito y llevado a un tribunal para ser formalizado. Inevitablemente surge la pregunta: ¿entonces, por qué O’Reilly y otras personas de su “estirpe” son inocentes hasta que un juez diga lo contrario y el hijo del poblador, de extracción humilde, moreno, enjuto, pelo duro, etcétera, es un delincuente desde la primera imputación? Lo realmente preocupante es que la garantía fundamental de la presunción de inocencia se utilice mediáticamente según la alcurnia y poder del sujeto pasivo.
En un estado democrático de derecho, los derechos humanos son de todos y para todos por igual. Si en algo se asemejan el dueño de una gran cadena del retail y un barrendero, es que ambos tienes los mismos derechos fundamentales y esto constituye una parte esencial del pacto social que hace posible la convivencia en comunidad. Por lo tanto, estigmatizar como delincuentes a quienes pertenecen a determinada clase social y por lo tanto, tratarlos como enemigos, segregarlos, horrorizarse porque quedan en libertad no siendo aún condenados, dictar leyes para eliminar los pocos controles que quedan para regular la procedencia de la prisión preventiva, utilizar la presión mediática para obtener el encierro de un imputado, negar sus derechos básicos como el sufragio por el hecho de estar presos, en fin, considerarlos parias sociales, repugna el pacto social y a la idea basal de nuestra sociedad democrática, a saber, que somos todos iguales en dignidad y derechos.
Lo realmente preocupante es que la garantía fundamental de la presunción de inocencia se utilice mediáticamente según la alcurnia y poder del sujeto pasivo.
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servallas
En mi manera de pensar, ya cuando este religioso se metió en un seminario, tomo una dirección equivocada, por cuanto hay una naturaleza sexual propia de lo humano que intentó eliminar, y con ello su propia condición de humano, independiente de las creencias, somos humanos. En lo otro, también creo que es inocente, y con él quizás cuantos otros injustamente acusados, directores de colegios, profesores, personajes de la TV, auxiliares de colegio, politicos ( caso Lavanderos)padres separados, familiares etc. Se ha instalado en nuestro país una verdadera sicosis sobre abusos sexuales, que esta llevando a la sociedad entera a tribunales donde un ejercito de pseudos especialistas actuan.
No dudo que hayan delincuentes, gente enferma, y todo tipo de desequilibrados, pero hay que poner orden, esto se esta convirtiendo en un festival para derribar, derrotar y destruir personas.