Me he asombrado de las críticas al actuar de las organizaciones activistas, entre estas la nuestra, las que nos oponemos a la vigilancia masiva que ha sido dispuesta por dos municipalidades del sector oriente de Santiago. Respecto a ello, además de insultos y otras cosas graciosas, como reducir esta pelea a los de izquierda y derecha, a Pinochet y Bachelet, y otros argumentos insólitos, me asombra el sentir generalizado en cuanto a que la vigilancia le molesta a quienes tienen “algo” que ocultar.
“No me importan las cámaras porque yo no tengo nada que ocultar” o “el que nada hace nada teme”
Justamente porque nada hemos hecho es que no queremos ser perturbados en nuestro espacio íntimo […] el simple parecer discrecional del funcionario debe ceder frente al ejercicio libre de perturbaciones de nuestros derechos. No temer nada es, a fin de cuentas, no tener que aceptar restricciones a nuestros derechos que carecen de justificación[1].
Si pensamos que la justificación de esa intromisión es la seguridad pública, y que debemos ceder en lo privado es “porque no hemos hecho nada malo”, deberíamos entonces concluir que la privacidad solo existe para quienes tienen algo que esconder, asumiendo algo negativo, y que por tanto la privacidad solo importaría “a los malos”.
Entonces, a todos aquellos “buenos y honestos”, que no les importa una cámara invadiendo su espacio privado, su balcón, su patio, la puerta de su casa, la ventana de su dormitorio o el de sus hijos, asumen que ganan en seguridad, y que “creen” que toda la información captada será usada a su favor, tratada con lealtad y licitud.
Creen que la protección frente a los delincuentes (de ellos mismos, los grabados pues el sistema no discrimina) es gratis, que no se paga costo alguno por ser protegido. Pero ¿saben qué? Se paga y muy caro.
Hemos sido manipulados de tal forma que nos han hecho creer que la privacidad es incompatible con muchas cosas, una de ellas es vivir en un lugar seguro.
Justamente, ciudadanos controlados y vigilados es lo que no queremos para nuestra sociedad. Ponderar de qué forma podemos lograr vivir en barrios seguros, en donde las actividades de todos puedan realizarse sin el ojo de la autoridad vigilando o del delincuente acechando, es una tarea difícil para las autoridades y para todos. Lo más fácil es hacerlo mediante algo que nos han convencido que no importa y es gratis: que se sepa todo de sobre nosotros.
Aunque no lo crean, esas mismas personas “que no tienen nada que ocultar” necesitan su espacio privado, para ser completamente libres y ser las personas que quieran ser, poder educar a sus hijos, hacer vida de familia o de pareja. No necesitar la privacidad o prescindir de ella, no depende de su contenido, y su control no debe predominar sobre la libertad de las personas.
Muy bien, yo cedo mi libertad, porque es mía y acepto este sistema de vigilancia sobre mi ventana. No puedo convencerte de lo contrario, sin embargo, detente en aquello que estás dispuesto a ceder, porque te han hecho creer que tus datos no valen nada: tus hábitos, tu identidad a través de tu imagen, las imágenes de tus hijos, tu trayecto de todos los días a casa, no valen.
El centro de Santiago, está lleno de cámaras. Sí, pero yo no suelo realizar actividades privadas en el paseo Ahumada, como tomar sol, compartir con amigos o jugar con mi perro. Además esas cámaras apuntan a un espacio definido, netamente público y no a balcones, patios u otros espacios privados.
Justamente, ciudadanos controlados y vigilados es lo que no queremos para nuestra sociedad. Ponderar de qué forma podemos lograr vivir en barrios seguros, en donde las actividades de todos puedan realizarse sin el ojo de la autoridad vigilando o del delincuente acechando, es una tarea difícil para las autoridades y para todos. Lo más fácil es hacerlo mediante algo que nos han convencido que no importa y es gratis: que se sepa todo de sobre nosotros.
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Fundacion Datos Protegidos
Hola Marcela, gracias por tu comentario. Compartimos la visión en cuanto al uso de las redes sociales y los riesgos asociados a la delincuencia. Es una dicotomía en la sociedad, por un lado asumir la vigilancia como un costo sin cuestionamientos, y por otro reclamar seguridad cuando se «regalan» los datos. De verdad esperamos que la gente comience a preocuparse sobre el valor de sus datos y sobre todo que hay detrás de estos «sistemas de vigilancia».
Slds, Romina.
Cristina
Me llama la atención que nos hayan instalado el globito al al entrada de Lo Barnechea so argumento que ayudará a disminuir la delincuencia, sin embargo , a la semana de los bombos y corte de cintas con publicidad en todos los noticieros, balearon la central de monitoreo ubicad a los pies del globo barnecheíno y en represalia la municipalidad construyó una fortificación para dicha central de monitoreo , que dicho sea de paso , no cumple con ninguna normativa de construcción vigente. Es decir el globo no se cuida ni a si mismo y la municipalidad aprovecha de hacer construcciones sin los permisos y violando al normativa vigente ¿qué tal?
jose-luis-silva
Todo indica que la mayoria pide mas seguridad, tampoco sé hasta donde está dispuesta a sacrificar libertades para eso, pero me parece consecuente estas medidas. Lo mas probable no es que terminen con el monitoreo a las personas, por el contrario, seguramente se imitará en otros lugares. Luego cuando ya se sientan seguros volverán a pedir mas libertad.
Fundacion Datos Protegidos
Hola José Luis, gracias por comentar. Las medidas que las autoridades tomen respecto a temas de seguridad pública, que impliquen restringir derechos fundamentales, deben ser lo menos lesivas posibles. Esto implica hacer coexistir las libertades y no eliminar unas por otras. Eso es lo que parece desproporcionado en este caso, existiendo otros medios para cumplir el mismo fin, que no implique monitorear espacios privados.
Saludos, Romina
vasilia
Toda esa linda gente no necesita un globito para regalar su privacidad. Lo ha hecho con gusto los ultimos años en Instagram y en facebook. Por eso los delincuentes, cuando usan la llamadita de telefono de secuestro, saben tanto de esas personas. Y han hecho rico a gente como Mark Zuckerberg.
Toda esa linda gente que no tiene nada que temer, tampoco hace nada por aprender qué es el derecho a la privacidad. Y peor, no tienen escrupulos para regalarla… no, perdon, no lo estan regalando, porque el globito en cuestion cuesta $200 millones de los impuestos de la gente que vive y trabaja en la zona, pretendiendose gastar 7 mil millones de pesos con este cuento.
Y lo peor-peor es que todos esos datos los tendra una empresa privada. Esa empresa sabra en que supermercado compran esas buenas personas, que auto usan, donde compran bencina, a que colegio van sus hijos… toda una gama de datos que otras empresas mataran por comprar. Y, como ya vimos en el caso del INE, lo hacen.
Si esa linda gente no entiende eso, no es por haber sido manipulados, es que no les interesa investigar qué hay detras de esto. Y con gente asi, que solo aceptan aquello en lo que creen porque lo que ellos creen es «la» verdad, sin darse el tiempo de averigüar que motiva un gasto tan inutil como es este globito, no cabe razonamiento como «derechos humanos vulnerados».