Los Españoles llegaron, mataron, exterminaron pueblos originarios enteros, violaron, mutilaron, robaron, y explotaron. Importaron esclavos, y sometieron el resto porque no les quedó otra que trabajar por salarios de hambre.
Algunos hijos de madres violadas se creyeron libres porque no fueron los caballerizos de nadie. La verdad es que los Españoles sometieron toda la gente que vivía en esta angosta faja de tierra.
Más encima los Españoles enseñaron a todos los habitantes a dar las gracias a la autocalificada «Madre Patria» y a sus «nobles exponentes de apellidos castellanos.» Agradecer primero por ser «los elegidos de Dios». Segundo, por los adelantos: perder la lengua materna, ignorar las costumbres ancestrales: aculturarse.
Y así estamos en este 2020, tratando de borrar el segundo paso de los Conquistadores del siglo XX, los Chicago boys, que llegaron e hicieron de Chile un open bar.Nunca nos dijeron con sinceridad nosotros les robamos a manos llenas a los Chilenos, saqueamos todos los ecosistemas del país (del mar también) pagándole unas millonadas a algunos chilenos que se creen caciques
Por supuesto que ellos también nos enseñaron a dar las gracias por los «adelantos»: importaciones caras, exportaciones baratas, jornadas de 12 horas, sueldos mayoritariamente bajos, minoritariamente buenos, excepcionalmente astronómicos. Y también, evidentemente dar las gracias por los otros «adelantos»: integrar el Gran Mundo Moderno y un consumismo que crea fanfarrones, envidiosos, decepcionados de la vida, ilusos y un mundo inmundo bañado por océanos de plástico.
No nos dijeron nunca nosotros violamos las mujeres, mutilamos a los hombres y esclavizamos todos los autóctonos con golpes. Tampoco nos dijeron qué a partir de la segunda generación, la de los huachos sin apellido nosotros los esclavizaremos con el hambre, con el trabajo de todos y con las ganas de vivir mejor de algunos.
Nunca nos dijeron con sinceridad nosotros les robamos a manos llenas a los Chilenos, saqueamos todos los ecosistemas del país (del mar también) pagándole unas millonadas a algunos chilenos que se creen caciques (por supuesto caciques que se revendican sin gota de sangre autóctona porque ser descendiente de una mujer violada y de un violador no es ningún orgullo).
Nunca dijeron en la prensa Chile es un país rico donde vive un puñado de 10 a 20 millones de personas aisladas entre el océano Pacífico, el desierto de Atacama, la Cordillera de los Andes, los hielos eternos y un mar endemoniado. No lo dijeron ni los Españoles, ni los Chicago boys ni ninguno de los mafiosos que vino a saquear un territorio vendido por leyes (bien escritas, legales, con aires de civilización educada) escritas por ellos.
Entre las violaciones de las mujeres autóctonas, las mutilaciones de los hombres y los asesinatos de masa del siglo XV y las violaciones de los derechos humanos del siglo XX y XXI, ha habido casi 500 años de lucha y revictimizaciones.
Nuestra dificultad es la misma: enfurecerse por la madre violada y desear matar al padre conquistador, violador, tirano y explotador… o intentar parecerse a ese conquistador poderoso que lo ha obtenido todo por las buenas o por las malas, con leyes y antes de ellas, por la razón o la fuerza.
El ser humano frente al terror: combate, huye o se queda pasmado. Yo me fui, huí lo más lejos que pude para no querer volver nunca más. Una parte de chilenos se cree estar bien porque gana un millón al mes pero no tiene idea lo que son las leyes protectoras de otros países.
Otra parte del país combate. Y pierde ojos. Las mutilaciones siguen allí. Chile nunca ha dejado de escribir la misma historia: tierra de gente desarmada, tierra que atrae violadores usurpadores y traficantes de esclavos.
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