Algunos candidatos a la Presidencia han propuesto sacar a la marihuana de la lista de «drogas duras” y volverla al listado establecido en el artículo 2 del reglamento de la Ley 20.000 que considera la rebaja de 1 grado en la pena del delito de tráfico ilícito de drogas en estos casos, lo que ha generado una gran polémica entre los que apoyan esta idea y quienes sostienen que la marihuana debe seguir siendo calificada como una droga dura, pues de esa forma se combate mejor el narcoráfico y este debate, a simple vista, podría parecer del todo apropiado de cara a los casos mediáticos de tráfico de marihuana acaecidos en el último tiempo, a las opiniones en el sentido de las propiedades curativas de la yerba y sobre todo considerando que su calificación como droga dura en nada aportó a la disminución en el tráfico ilícito de esta sustancia y su consumo. Sin embargo, la disputa no apunta hacia la solución del problema del narcotráfico.
Lo que realmente daña a una sociedad, no es que existan consumidores de droga adictos sino que es que en ella operen poderosas organizaciones delictivas que permeen la base de las instituciones sociales y que las corrompan. En las sociedades contemporáneas y por cierto en la nuestra, es el tráfico ilícito de estupefacientes el que principalmente genera estas organizaciones ilícitas en razón del poder que se alcanza a través de las enormes ganancias que otorga la comercialización en el mercado negro de las sustancias prohibidas. Sin duda vender droga es un excelente negocio.
Para terminar con el narcotráfico hay que eliminar negocio, es decir, que no sea rentable dedicarse al tráfico de drogas y para ello hay que legalizar su comercialización, tal como ocurre con el alcohol o el tabaco, lo que producirá necesariamente un efecto económico negativo para quien comercie ilícitamente la droga y además una escasez de clientela pues para el consumidor será menos riesgoso y más barato obtener la droga en mercado regular.
Alguien podrá sostener que entonces aumentarán los adictos al tener acceso a droga sin restricción alguna, sin embargo ello no tienen ninguna evidencia empírica que lo demuestre. Es más, la forma de disminuir el consumo adictivo de sustancias sicotrópicas y estupefacientes no pasa por la prohibición sino por la educación de nuestros niños desde el inicio de su ciclo escolar y por evitar los factores psicológicos que predisponen a la adicción. Sin embargo en este sentido, Chile es del todo ineficiente en el combate del narcotráfico y de la adicción a las drogas pues la única solución que logran ver nuestras autoridades es el de la represión penal a quien comercializa, compra, cultiva o produce sustancias sicotrópicas o estupefacientes, sin embargo nada se invierte en una real política de educación respecto de las consecuencias en el organismo que produce consumir estas sustancias ni tampoco el Estado se ocupa de la rehabilitación de quienes son adictos. Así, la política de educación y prevención en esta materia consiste en la entrega de cartillas informativas y spots televisivos que parecieran hechos más para cumplir una obligación que para ser una efectiva herramienta de prevención. De otra parte, el Estado se desliga de la rehabilitación de los adictos dejando que instituciones privadas y de beneficencia (fundaciones principalmente ligadas a algún credo) se encarguen de esta función. El lado fuerte del combate del narcotráfico el Estado lo hace a través de estrictas normas penales que sancionan fuertemente toda actividad relacionada con la comercialización y obtención de las sustancias prohibidas, sancionando con penas penales incluso el consumo de droga en lugares públicos y en privado junto con otro u otros.
Tal vez porque ello resulta más fácil y más barato.
Para terminar con el narcotráfico hay que eliminar negocio, es decir, que no sea rentable dedicarse al tráfico de drogas y para ello hay que legalizar su comercialización, tal como ocurre con el alcohol o el tabaco, lo que producirá necesariamente un efecto económico negativo para quien comercie ilícitamente la droga y además una escasez de clientela pues para el consumidor será menos riesgoso y más barato obtener la droga en mercado regular.
El actual escenario es preocupante pues el resultado de esta política represiva ha sido que el narcotráfico no ha disminuido y el negocio de la droga es cada vez más conveniente para quienes se dedican al mismo, formando redes poderosas que incluso han permeado a las instituciones de orden y seguridad ingresando algunos de sus funcionarios a formar parte de estas asociaciones ilícitas para el narcotráfico. Si no queremos que este problema se agudice y termine corrompiendo a autoridades políticas y judiciales, como ha ocurrido en Colombia, México y otros países, debemos tomar medidas radicales y enfocar el tema de la droga como uno de salud pública, destinando todos nuestros recursos en prevención y tratamiento de nuestros enfermos adictos y eliminaríamos de raíz el narcotráfico.
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wind surfer
eso es oregano no weed ajja
Alberto Guzman Meza
Don Francisco
Me gustó la columna, no obstante me permito dar mi opinión
Por qué razones nos lleva a pensar que la marihuana, las drogas etc. provienen del vicio a este tipo de sustancias, o sea la culpa la tiene el vicio, algunos también culpabilizan a las drogas el aumento de la delincuencia, o sea que la culpa de la delincuencia es la droga.
Dudo que tal opinión haya sido avalada por seria investigación.
A mi modesto entender, este asunto, especialmente la delincuencia ha sido tomada desde visiones políticas.
Cada gobierno entrega su opinión, curiosamente desde los 80 se aprecia coincidencia, a saber:
– No se puede erradicar el vicio de las drogas
– Tenemos delincuencia para muchos años más
– Tanto los gobiernos como los actuales candidatos prometen lo mismo:
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*Hay que endurecer las penas – No porque hay estudios comparativos que no demuestran su efectividad.
*Meterlos a la cárcel – No porque están llenitas.
*Licitar cárceles a privados (construcción y mantención) – Huele a negocio.
*Aumentar las penas para robos en cajeros automáticos – Muy determinado.
*Volver a estudiar la pena de muerte – Delicado, hay compromisos internacionales.
*Que la puerta giratoria – Lo dicho, cárceles saturadas.
*Educación – Hoy es un bien de mercado, financiamiento aporte familiar Chile 80%, EE.UU. 41%, Japón 50%. Es chutar el problema para 20 años más.
*Desocupación juvenil – Autoexplicativo.
*Modificar la ley de control de armas – Controlar y requisar las buenas armas que están en manos de gente honesta, misma gente que queda expuesta al delincuente con armas hechizas y peligrosamente efectivas.
*Responsabilizar a padres por hijos que porten armas – Uno delinque eventualmente van dos a la cárcel, que ya están saturadas.
*Segregación social – Falta hacer de Chile un país más igualitario.
*La culpa es de los carabineros.- Han demostrado ser eficiente.
*Que son los tribunales – En parte si, en parte no porque son las leyes.
*Es el Congreso – Es más de lo mismo de la enumeración expuesta.
*Son los Fiscales – No porque no. Alegan tener demasiada carga de trabajo.
*Que es la TV – Esto es echarle la culpa al empedrado.
*Que las medidas de prevención son insuficientes – Solo pensarlo es algo inocente
Opino que lo que genera el “vicio” y la “delincuencia” es la INEQUIDAD. La mala distribución del ingreso es la madre de todas las lacras, semillero de ultrajes