La Presidenta de la Corte de San Miguel declaró a la prensa que siempre los jueces tenían temor por la estructura de los tribunales, esto porque no saben para dónde arrancar si enfrentan una situación como la ocurrida hace poco al magistrado de San Bernardo, Sergio Henríquez Galindo, quien fue amenazado con un arma por un imputado de su mismo tribunal, mientras él se encontraba en el estrado y lo tomara como rehén para fugarse. El incidente causó preocupación en el Poder Judicial y se están estudiando medidas de seguridad para evitar a futuro que los magistrados queden en la indefensión.
Este lamentable episodio de quebrantamiento de la seguridad de un tribunal deja en evidencia nuestra ya reiterada improvisación y descuido de la protección debida que merecen todos los agentes que administran justicia. A más de algún colega, ya sea en calidad de abogado defensor o querellante, le habrá tocado vivir la desagradable experiencia de enfrentar a la salida de una audiencia a alguna turba exacerbada que profiere insultos, amenazas, empujones y hasta lesiones. A veces, algunos magistrados empáticos, nos facilitan la salida por las instalaciones internas del tribunal, pero ello queda dentro de sus atribuciones facultativas, pues lo normal es que los abogados transitemos junto a imputados, acusados, condenados y sus familiares, quienes a su vez también circulan por el mismo recinto con las víctimas y sus respectivos familiares. A mi parecer, una coexistencia espacial insoportable y en cierto grado alienada, que no sólo refleja la falta de sentido común sino además promueve constantemente la indefensión de sus usuarios.A más de algún colega, ya sea en calidad de abogado defensor o querellante, le habrá tocado vivir la desagradable experiencia de enfrentar a la salida de una audiencia a alguna turba exacerbada que profiere insultos, amenazas, empujones y hasta lesiones
Así, pues, basta con un somero análisis de la composición y distribución espacial de los juzgados de garantía y tribunales orales en lo penal en el Centro de Justicia de Santiago, donde funcionan casi 200 salas de audiencia, para darse cuenta de que éstos no ofrecen mucha seguridad para las personas.
Cualquier observador atento podrá comprobar lo que afirmo, esto es, como los abogados, víctimas, imputados, familiares de unos y otros recorren el lugar por los mismos pasillos, esperan juntos en los mismos asientos a la salida de las salas, ingresan por los mismos ascensores y se encuentran en la misma salida, desprotegidos. Las puertas de algunos tribunales están rayadas por cortaplumas que, de alguna manera, lograron vulnerar el detector de metales del primer piso de cada edificio. Es cierto que si tiene suerte podrá ver algún gendarme cerca, pero en ocasiones los fiscales vienen acompañados de personal de seguridad contratados para ellos.
El diseño arquitectónico del recinto, que podrá ser moderno, estiloso o el adjetivo calificativo que se le quiera brindar desde el arte o el diseño, olvidó por completo que se trata de un lugar donde se resuelven conflictos penales, es decir, donde las emociones negativas más profundas y dolorosas afloran en seres humanos arrojados al límite de sus existencias normales.
Siempre me ha llamado la atención, con un deje de terror, los balcones de termopanel de cristal que “adornan” la salida de los tribunales en los pisos de altura, que dejan un espacio abierto en caída libre hasta el primer piso. Hasta donde tengo conocimiento aún ningún imputado, víctima o familiar de éstos ha empujado a alguien desde allí, donde encontrará fácilmente la muerte. No se trata de ser alarmista, sino darse cuenta de las reales trastornos y excitaciones que están en juego. No nos olvidemos que en esos edificios se juega la libertad de las personas cada día, y donde los letrados enfrentan lo peor del ser humano y su ignorancia en ese espacio físico. No se trata de algo baladí.
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