Hace pocas horas, el Arzobispado de Santiago ha emitido una declaración a través de la que se informa que Monseñor Ezzati ha acogido “la permanente decisión” de Monseñor Arteaga de renunciar al cargo de Vice Gran Canciller de la Universidad Católica.
Más allá del tenor del comunicado o si fue renuncia voluntaria o solicitada, para todos aquellos que suscribimos
la carta hecha pública a mediados de febrero, la salida de Arteaga es una señal clara en el sentido que nos parece correcto: el nombre de nuestra Universidad no debe verse manchado por los delitos cometidos por Karadima y que su red de protección, de la que Arteaga es una de sus principales figuras, ha querido ocultar.
Agradecemos a Monseñor Ezzati el nuevo sello que está imprimiendo a la Iglesia Católica chilena y –por extensión- a la Universidad Católica, uno que desde el reconocimiento y la reparación de sus errores busca restablecer las confianzas que décadas atrás la unían con el pueblo chileno. Aprovechamos de recalcar que nuestra iniciativa no fue una campaña de desprestigio ni una persecución contra Monseñor Arteaga, sino una lucha por la decencia.
En lo personal, agradezco a las casi mil personas que hasta hoy adhirieron a la carta. Esta es una tremenda victoria de los exalumnos y alumnos de la Universidad Católica, de la FEUC, de nuestra capacidad de alzar la voz usando las redes sociales y espacios como elquintopoder.cl. Creo hemos dado un mensaje fundamental: en Chile cada vez hay menos espacio para quienes hacen de la impunidad de sus actos una demostración de poder.
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