En los últimos días, ha aparecido información sobre las verdaderas causas de la muerte del cantautor Gervasio. Se dice que no habría sido un suicidio, como se dijo por más de dos décadas, sino un asesinato. Frente a esto, se ha especulado bastante sobre los motivos de su muerte: algunos hablan de la mano de la dictadura, o de los servicios de inteligencia que aún rondaban por principios de los noventa haciendo de las suyas, ya sea cobrando dineros o venganzas. Otros dicen que tiene que ver con temas más bien personales relacionados con la vida amorosa del músico.
Si nos detenemos en la primera razón, no nos costaría encontrar una serie de argumentos que puedan dar directamente con quienes mataron a sangre fría durante el régimen de Pinochet. Sin ir más lejos, las imágenes de Gervasio cantando “Chiiile la alegría ya vieenee” en la campaña del NO, nos podrían ratificar que todo esto fue parte de un plan dictatorial ejecutado en nuestra, entonces, débil y frágil democracia.
Por lo anterior, se podría afirmar que Gervasio fue una víctima más de un régimen que acabó con quienes se manifestaban en contra de sus ideas. Sin embargo, si es que uno se remite a analizar la historia reciente de Chile, y especialmente la de los ochenta, no podrá asentir cuando le dicen que el uruguayo fue prohibido por el aparataje dictatorial de aquellos años. Tampoco podrá uno encontrar alguna letra lo suficientemente rebelde, ni la ausencia de su persona en la televisión. Sino todo lo contrario.
Gervasio hizo su carrera en dictadura. Se paseó por los medios mostrando a su mujer y a sus hijos, sin que en ninguna ocasión le hayan censurado nada. Su imagen no era incómoda para Pinochet y los suyos, ya que nunca dijo nada que lograra esa incomodidad que algunos dicen que causó.
El hecho de que haya participado en la campaña del NO -luego de años de codearse con la farándula pinochetista- no lo hacía, necesariamente, un personaje a matar por la tiranía que se estaba desarmando en aquellos años.
Esto no lo digo con el afán de quitar responsabilidad a nadie, ni menos decir que lo suyo fue un suicidio. Al contrario, todo pareciera indicar que fue un asesinato. No obstante aquello, creo que es peligroso ponerlo como un mártir de la dictadura ya que no lo fue. Él edificó su carrera en este contexto tan oscuro. No quiero decir que haya sido adepto a lo que estaba ocurriendo, pero sí fue uno de tantos quienes, mientras a Los Prisioneros les cerraban lugares donde tocar, aparecía constantemente en programas sin causar ningún revuelo en las dirigencias políticas de ese entonces.
Es peligroso ponerlo como un mártir de la dictadura ya que no lo fue. Él edificó su carrera en este contexto tan oscuro. No quiero decir que haya sido adepto a lo que estaba ocurriendo, pero sí fue uno de tantos quienes, mientras a Los Prisioneros les cerraban lugares donde tocar, aparecía constantemente en programas sin causar ningún revuelo en las dirigencias políticas de ese entonces.
Cuando se indaga en la historia hay que hacerlo de manera seria y no relativizarla. Hay gente que sí fue matada y torturada por pensar diferente a una oligarquía y a un oficialismo de facto. Hubo personas, como Víctor Jara, que sufrieron los peores embates de la crueldad militar en todo ámbito. En el caso especial de Víctor, éste no sólo matado -que ya es espantoso- sino que también fue borrado del mapa de nuestra música. Quedó, por diecisiete años, sepultado por un cerro de discos y premios a los Huasos Quincheros, y todo personaje que alababa u omitía lo que estaba sucediendo.
Jara fue liquidado en todo sentido porque su discurso y su visión de la sociedad hacían crecer ronchas en quienes estaban arriba. Su canción rebelde fue, efectivamente, rebelde. Y le costó la vida.
Gervasio, quien merece todo respeto como ser humano, no era eso. Nunca lo fue y, a lo mejor, nunca lo quiso ser tampoco. Entonces, si es que se quiere conocer la verdadera causa de su muerte, hay que investigar sin sesgos ni menos con invenciones sobre la figura en cuestión.
Tal vez me equivoque, y mi análisis sea más bien especulativo y antojadizo, pero creo que hay que insistir más en la responsabilidad al momento de levantar hipótesis que no dicen relación con la verdad de la persona que es objeto de un sinfín de teorizaciones. Porque algo es claro: Gervasio no es Víctor.
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Yanara Viera
impresionante la desinformación del autor de esta entrada.