A propósito de la controvertida publicación de Nicolás tiene dos papás, en una columna publicada el 28 de octubre de 2014 en El Mostrador, Pablo Urquízar, Director Legislativo de Comunidad y Justicia, afirma que “el gobierno les miente a los niños”. Dice que hay un problema en que el Estado promueva dicho cuento y que se vulneraría una serie de Derechos Humanos respecto de los niños, de los padres y “de la sociedad toda”. Por la extensión y fines de esta columna me referiré sólo a lo señalado respecto a los menores.
En relación a ello, la columna dice básicamente que (1) sólo se puede ser padre por un hecho natural o jurídico; (2) que “sin lugar a dudas” la promoción del cuento, al enseñar “cosas falsas” atenta contra el bienestar del niño; (3) que esto “podría” –y aquí se atenúa el argumento sin dar razón alguna– afectar la integridad psíquica de los menores, «al mostrarles una confusión de roles paterno y materno (dos papás y una mamá) como reales, siendo absolutamente errados”; y (4) que el Estado deja de estar al servicio de la persona humana y de promover el bien común al fomentar “una realidad distorsionada para favorecer objetivos ideológicos de minorías”.
El primer punto, o sea creer que la paternidad es un hecho de la naturaleza o jurídico, muestra una visión anacrónica y contraria al sentido común contemporáneo. Decir que quien sostiene lo contrario miente es ir muy lejos. ¿Acaso se es padre porque se aporta el espermatozoide a un menor concebido o porque una ley de adopción confiere al adoptado el estado civil de hijo? ¿Diríamos que el niño que llama padre a quien lo crió, cuidó, formó y amó, pero que no aportó su material genético o no reguló jurídicamente la filiación, miente? Antes de dicha ley, ¿sólo había padres biológicos? En los países donde está regulada la adopción homoparental, el homosexual que adopta es padre, pero en Chile no, ¿sólo porque una ley lo dice? De quien cría a un niño, pero por diversas situaciones puede adoptarlo conforme a la ley después de unos años, ¿diríamos que en ese momento comienza a ser padre?
Padre es quien cría, educa, forma y –aunque suene cursi– ama a un niño, ejerciendo un rol de autoridad y cuidado socialmente reconocido como tal. Puede o no coincidir con quien es padre biológico, y puede o no ser un estado civil. En ese sentido, una guía publicada en la página de MINEDUC el 2012, en el gobierno de Piñera, no contradice sino complementa el concepto de paternidad que tiene el pequeño Nicolás, de tal forma, señala: “en esta guía se entiende por “padres” aquellos hombres que son progenitores biológicos o son padres adoptivos, residan o no con sus hijos e hijas, e independientemente de la relación o vínculo que tuvieran con la madre. También se considera como tales a aquellos padres sociales o padrastros que cumplen las funciones de cuidado permanente”. Pero claro, el concepto de “padre social” no escandalizó a nadie por ese entonces, ¿será porque no había menores con dos “padres sociales” que ejercieran el cuidado permanente en aquella época? De la misma forma, el Instituto Interamericano del Niño, tampoco exige hechos naturales o jurídicos en su definición de familia, sólo señala que ser padre es ejercer un rol, al expresar que familia “es un conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y social comunes, con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan”. Finalmente, para que no acusen sesgos, el mismo Papa Benedicto XVI –y no me llamen mentiroso por llamar padre a un cura– dice que la paternidad tiene relación con el servicio de la vida del menor, afirmando que «San José manifiesta de manera sorprendente, que es padre sin haber ejercitado una paternidad carnal. No es el padre biológico de Jesús, del cual solo Dios es Padre, y sin embargo ejercita una paternidad plena y entera. Ser padre es por encima de todo ser servidor de la vida y del crecimiento”. Evidentemente el concepto de paternidad y familia es mucho más amplio de lo que algunos quieren creer.
Si la paternidad fuera tan formalista, siguiendo a Andrés Bello, podríamos decir que el buen padre de familia sólo debe emplear para con sus hijos una diligencia o cuidado ordinario o mediano, como señala el artículo 44 del Código Civil, pero todos sabemos que la paternidad está por sobre ello. No es una realidad biológica y jurídica; se trata de una cuestión social y de facto, y allí radica precisamente el problema: en la necesidad, por razones de igualdad y de justicia, de reconocimiento jurídico para aquellos padres y madres que hoy no son considerados (jurídicamente) como tales.
Respecto a los demás puntos mencionados, el autor dice que el cuento de Nicolás enseña “cosas falsas que atentan al bienestar del niño”, lo que podría “afectar la integridad psíquica de los menores” al mostrar una confusión de roles paterno y materno como “reales”, siendo absolutamente “errados”, dejando el Estado de estar al servicio de la persona humana y de la promoción del bien común al fomentar “una realidad distorsionada para favorecer objetivos ideológicos de minorías”. El problema es que no se explica por qué lo enseñado es falso y cómo atenta al bienestar del niño; tampoco de qué manera afectaría la integridad psíquica de los menores o bajo qué criterio puede un rol paternal ser “real” o “errado”; y no se señala qué realidad sería distorsionada.
Padre es quien cría, educa, forma y –aunque suene cursi– ama a un niño, ejerciendo un rol de autoridad y cuidado socialmente reconocido como tal.
Supongo que para afirmar afectación al bienestar del menor y a su integridad psíquica, o para apelar a una distorsión de la realidad son conceptos, se requiera alguna evidencia que vaya sobre la mera enunciación. En este sentido, la investigación científica demuestra que no hay relación entre orientación sexual del padre y el desarrollo psicológico del hijo. De este modo, la Asociación Americana de Psicoanálisis afirma que “no hay evidencia creíble que demuestra que la orientación sexual o identidad de género de los padres afecte negativamente el desarrollo del menor”; en un artículo publicado en el diario oficial de la Academia Americana de Pediatría, diversos especialistas sostienen, a propósito de una discusión parlamentaria respecto al matrimonio homosexual, que durante dichas audiencias los pediatras aportaron testimonios que se “enfocaron en el bienestar de los niños con padres del mismo género y en los potenciales beneficios del matrimonio civil de estas familias”; asimismo, la Asociación Americana de Psicología (APA), afirma que las investigaciones científicas no han podido confirmar ninguna de las preocupaciones sobre los hijos de padres homosexuales, de modo que “la investigación sugiere que las identidad sexuales (incluyendo la identidad de género, el comportamiento del rol de género y orientación sexual) se desarrollan de la misma manera entre hijos de madres lesbiana como lo hacen entre padres heterosexuales”, agregando que “los temores sobre los niños de madres lesbianas o gays siendo abusados sexualmente por adultos , condenados al ostracismo por sus compañeros, o aislados en lesbiana de un solo sexo o comunidades gays han recibido ningún apoyo científico. En general, los resultados de la investigación sugieren que el desarrollo, la adaptación, y el bienestar de los niños con padres gays y lesbianas no difieren notablemente de la de los niños con padres heterosexuales”; por último, la Federación Española de Sociedades de Sexología, reitera (link 8) su posición de que “la investigación psicológica sobre relaciones y parejas no proporciona ninguna evidencia para justificar la discriminación en la adopción contra las parejas del mismo sexo” y que “cree que es injusto y discriminatorio negar a las parejas del mismo sexo el acceso legal al matrimonio civil y todos los beneficios, derechos y privilegios asociados”.
Entonces, ¿de dónde sale el atentado al bienestar del menor y la posible afectación de su integridad psíquica? ¿quién miente? ¿A qué temen? ¿Quién busca distorsionar la realidad para favorecer objetivos de grupos (homofóbicos) minoritarios?
Como ya sostuve hace tiempo creo que invocar a lo “natural” o no de una conducta no es argumento suficiente para prohibir que haya más Nicolás. La evidencia científica demuestra que no hay problemas con la adopción homoparental, lo que transforma la imposibilidad de homosexuales a adoptar en una discriminación arbitraria. La comunidad implica reconocer la existencia de un otro; la justicia ordena respetar sus derechos.
No soy homosexual, pero me encantaría que mi hija leyera Nicolás tiene dos papás y que fuera como Florencia, la amiga de Nicolás que entendió que hay distintos tipos de familia, que valoró la diversidad y que comprendió que lo importante es el cariño. El gobierno no miente: Nicolás, y muchos otros, tienen dos papás.
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