Su ‘excelencia’
Sebastián Piñera Echeñique
Presidente de la República de Chile
Presente
‘Estimado’ Sebastián,
Debido al ajetreo laboral, el viernes me enteré más menos alrededor de las 19:00 hrs de su visita al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, visita de sorpresa, por cierto, sin agenda previa y menos con cobertura de prensa. La verdad es que no debería sorprenderme puesto que sé que usted es el presidente de Chile y como buen jefe de Estado puede pasar con alfombra roja por todas partes como Pedro por su casa. Sí, efectivamente, usted fue elegido democráticamente por el pueblo de Chile, entiendo, usted es el patrón de fundo y puede hacer lo que quiere y lo que se le regale la gana. Usted, señor presidente, recorrió los pasillos del museo, emocionadísimo, al ver los documentos y archivos que ahí existen y que permiten a la ciudadanía conocer la historia ocurrida en el holocausto provocado por el dictador Augusto Pinochet durante 17 años de terrorismo de Estado entre 1973 y 1990.
Imagino esa escena, señor presidente, mientras recorría usted los pasillos del museo, se encontró con uno de sus muros, y ver el rostro de miles de nuestros familiares detenidos desaparecidos. ¿Qué habrá usted estado pensando, señor presidente, mientras miraba a cada hombre y mujer que nunca llegó a su hogar? Estoy preocupado, don Sebastían, imagino que a usted se le vinieron las ráfagas de cuando era un joven estudiante de la Universidad Harvard, del ramo de Economía, y se enteró en la misma sala de clases que el presidente Allende había sido derrocado. Según nos contó un día el abogado y periodista James S. Henry, y compañero suyo de esa época, usted estaba lleno de júbilo. “Ganamos”, gritaba. Y su profesor de economía compartía su felicidad, don Sebastián. Como muchos otros economistas estadounidenses, usted veía el golpe de Pinochet como una gran victoria para las doctrinas económicas neoliberales que habían predicado durante décadas los economistas de Chicago, como el profesor Milton Friedman y Arnold Harberger. Posteriormente, ambos serían activos consejeros de la junta militar encabezada por Pinochet y sus mejores discípulos pasaron a llamarse “Los Chicago Boys”. Uno de ellos, José Piñera, su hermano don Sebastián, y que también pasó por las salas de Harvard, fue uno de los principales arquitectos de las políticas laborales de Pinochet.
Señor presidente, imagino que mientras veía aquellas víctimas hechas desaparecer, recordaba cómo fue que usted apoyó a Pinochet en 1998 cuando era enjuiciado en Londres por el juez Baltasar Garzón por los miles de crímenes que cometió en la misma época de dictadura que usted se refirió. ¿Qué habrán estado pensando los mismos familiares de los criminales de Punta Peuco y Cordillera, sobre las promesas que usted le hizo en campaña presidencial, de indultar a los militares asesinos que hoy alojan en esos hoteles cinco estrellas? ¿Qué habrán estado pensando, señor presidente?
Pensaba usted don Sebastían, qué estábamos pensando los miles de chilenos que, como yo, fuimos testigos de cómo se paseaba por un lugar tan especialmente emotivo por lo que significa nuestra historia escrita con la sangre de aquella mujer, aquel hombre, o aquel niño hecho desaparecer por las hienas de Pinochet. Quizás sea probable, señor presidente, que usted asuma con ese gesto de ‘humildad’ que de verdad este tema sí le afecta. Le doy chance para eso, porque finalmente usted es un ser humano más que tiene sentimiento y corazón. Pero, no, no le creo, porque la verdad que usted al mostrarse ante todo Chile y el mundo como el ser tan sensible que usted aparenta ser, pues le digo señor presidente, como un hijo más de la segunda generación y de los millones quienes somos familiares directos de las víctimas del holocausto chileno, es que NO LE CREO NADA su gesto de humanidad, con la tupé que habló sobre temas tan sensibles como derechos humanos, la memoria, la verdad, la justicia y la reparación de un pueblo que aún mantiene las heridas tan intactas y mucho más abiertas 38 años después del golpe.
¿De verdad cree usted señor presidente, que los chilenos le creemos cuando usted dice: “Yo también viví el período de la dictadura militar. Hoy día soy Presidente de Chile y yo tengo que buscar que estas heridas cierren y que los chilenos podamos mirar el futuro con más unidad, más respeto, más tolerancia”? Discúlpeme señor presidente, pero el día que yo le crea su gesto de ‘humanidad’ será cuando cumpla con los siguientes puntos expuestos en la declaración pública emitida por la Agrupación de Familiares Detenidos Desaparecidos, más uno en especial que yo le pediré:
1) Término del sistema binominal.
2) Retiro de la llamada “Ley Hinzpeter”.
3) Que el Estado se haga parte en forma seria y responsable en la persecución de las responsabilidades penales de los violadores de derechos humanos, agilizando la labor del Programa de Derechos Humanos. Labor obstaculizada por el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.
4) No negando los fondos para la mantención de Memoriales.
5) Término de la aplicación de la Ley Antiterrorista.
6) Abogar por la aprobación de la interpretación del Art. 93 del Código Penal.
Y ahora, un séptimo punto que lo agrego yo señor presidente, que sería sacar a todos los criminales que hoy alojan en esos hoteles cinco estrellas Punta Peuco y Cordillera, y que sean todos estos trasladados a cárceles comunes, como La Penitenciaría, por ejemplo, o como Colina Uno y Dos, porque es ahí donde pagan los verdaderos criminales y asesinos, ¿verdad señor presidente?
Para terminar, excelentísimo señor presidente de la república, le vuelvo a recalcar que NO LE CREO NADA, porque lo considero de una hipócrita enorme que con sus gestos pretende hacernos creer que usted tiene gestos de humildad, que pretende sanear el corazón de los chilenos y cicatrizar las heridas, mientras usted se emocionó al ver en el muro del Museo de La Memoria y Derechos Humanos ayer viernes 20 de abril del 2012, hoy usted mismo tiene como discípulos legislando, ocupando cargos públicos y etcétera y etcétera, a los mismos que durante 17 años de terrorismo de Estado, torturaron y asesinaron sistemáticamente a nuestros familiares, compañeros y amigos.
Téngase presente mi pensar, don Sebastián Piñera. Le saluda muy ‘respetuosamente’,
Felipe Henríquez Ordenes.
@PipeHenriquezO
“Aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron” ~ Pablo Neruda.
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Foto: Walala Pancho / Licencia CC
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