Cada país tiene el presidente que se merece. Que Chávez siga gobernando es equivalente a no haber aprendido nada, a desconocer la historia y a renunciar a la esperanza de ser mejores.
Siendo muy joven y trabajando en una gran industria venezolana, me quejé de la secretaria que me habían asignado. Mi jefe solamente me miró y me dijo “cada ejecutivo tiene la secretaria que se merece”. Allí aprendí que tanto las personas como los pueblos deben elegir lo que desean tener a su lado por sí mismos, y que quienes no aprenden al inicio, menos lo harán estando viejos
Desde1899 Venezuela ha sido gobernada por una lista interminable de tiranos delirantes y abusadores que comparados con un huracán, han causado un daño mayor y han tenidos consecuencias difíciles de superar. Cipriano Castro es el primer mal ejemplo en la política y quien abrió la puerta para que sus sucesores fueran gentes que conservarían lo peor de sus características. Alguna vez un observador de la historia venezolana lo definió ignorante e impetuoso como el caballo de Atila, con la elocuencia de un bárbaro, unida a la audacia de un beduino, y lo culpó de asesinar la seriedad del Congreso, años antes de asesinar su libertad. Una indigna joya de la historia. De allí en adelante fueron todos superando al maestro. Juan Vicente Gómez se apropió de la mitad de la tierra, asesinó a miles de opositores y dejó regados más de ochenta hijos no reconocidos que aparte de quedar en el abandono, sufrieron el estigma de ser hijos de un depredador. La lista sigue, pero no vale la pena porque es historia conocida. Los intentos de remover gobiernos siniestros y obscuros sólo registran un triunfo cívico con la salida forzada por el clamor popular de Marcos Pérez Jiménez en 1958.
Las incrustaciones de verdaderos estadistas en la historia política venezolana van en significativo desmedro al lado de la lista de golpistas, aparecidos y abusadores. Quizá esa desproporción entre demócratas y golpistas influyó en el hecho de que el ciudadano común se acostumbrase a que muchos de sus gobernantes tuviesen características similares y seguramente eso contribuyó a abrir la puerta de Miraflores a otro golpista y abusador, un lobo vestido con piel de demócrata y con ínfulas de caudillo salvador de los pobres.
Luego de Pérez Jiménez vinieron sucesivos gobiernos de adecos y copeyanos que lo hicieron tan mal, se enriquecieron descaradamente y usaron el poder político en forma tan abusiva, que Chávez parecía el Mesías. Entre discursos de borracho con fondo de rancheras y mucho dinero en los bolsillos para ir arrojando migajas a la jauría, todo se le perdonaba. El ejemplo político era tan pobre, las ganas de salir de los gobiernos incompetentes era tan grande, que se le dio la oportunidad a un delirante que parecía mejor que lo que había pero que terminó siendo la copia mejorada de los Castro, los Gómez y los Pérez Jiménez.
Chávez se para en un podio por cinco horas y al bajarse ha expropiado diez edificios y un mall para dar vivienda a los damnificados, ha cerrado un canal de TV y silenciado dos periódicos, ha puesto en la cárcel a una jueza y a dos empresarios, bajo el aplauso histérico de los partidarios que han sido beneficiados por su demencia. Pero la solución final no llega jamás. Los damnificados siguen arranchados en los estacionamientos del mall desde hace años, la jueza nunca llegó a tener un proceso justo y los medios siguen arrinconados, pero el caudillo, el macho vernáculo que dicta sentencia desde arriba del caballo, el que tiene la posibilidad de levantar o bajar el dedo a cualquiera, sigue siendo adorado por ser precisamente el líder que maneja el país como si fuese su hacienda y arremete contra la clase media como si fuese ganado.
Cada país tiene el presidente que se merece. Que Chávez siga gobernando es equivalente a no haber aprendido nada, a desconocer la historia y a renunciar a la esperanza de ser mejores. Seguirá existiendo la división de los ciudadanos de primera y segunda categoría, el despilfarro descarado de recursos para pagar aliados indeseables y las cadenas forzadas de balbuceo, incoherencia y boleros, con un muy mal cantante como castigo final.
Pero Venezuela eligió. Otro caudillo populista y abusador que se suma a la lista. Gómez gobernó 27 años, hasta su muerte. Difícil pensar que luego de Chávez vendrá algo distinto.
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Foto: Bernardo Londoy / Licencia CC
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