La parábola de Pablo Escobar como el Patrón del Mal, en la serie televisiva de igual nombre, que terminó ayer en la TV local, tiene muchas inexactitudes históricas y lagunas políticas, pero a la vez tiene el gran mérito de poner de presente que el uso de la muerte es un método para resolver conflictos, imponer condiciones y alcanzar objetivos que la clase dominante y el poder del Estado ha usado históricamente.
La historia contemporánea de Colombia se inicia con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, líder liberal populista, el 9 de abril de 1948. Con el “ Bogotazo” se inicia La Violencia –así con mayúscula-, esa guerra en el campo entre liberales y conservadores, que dejó una indiscernible cifra entre 30.000 a 300.000 muertos y de la que la familia de Pablo Escobar fue víctima.
Aquella Violencia es suspendida en 1953 por el golpe de estado del general Rojas Pinilla, un conservador populista que derrota al gobierno del conservador tradicionalista de Laureano Gómez y pone fin a la hegemonía política de lPartido Conservador, católico, agrarista y latifundista. Aquel a su vez es derrotado por un movimiento social y político que instala una alianza liberal conservadora en 1957, el FrenteNacional, que al ser incapaz de resolver el problema agrario generaliza la violencia rural y como duopolio en el poder del Estado congela la política induciendo a quienes quieren ejercerla a “irse al monte”, cuyo caso más emblemático de conversión a guerrillero es el padre Camilo Torres Restrepo, seguido por otros sacerdotes radicalizados.
El país vive hasta el presente una “violencia perpetua”, que permite controlar al movimiento social con unos 30.000 muertos al año y mantener una tasa de crecimiento económico constante. La otra política mediante la violencia organizada la hace FARC (Fuerzas Armada Revolucionarias de Colombia), originada en 1964 desde la resistencia campesina a los despojos de sus tierras cohonestados por el Frente Nacional. Así nace la guerrilla más antigua del mundo y larga dela historia, luego le siguen el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y otros movimientos guerrilleros.
La violencia no la instala en Colombia Pablo Escobar y el narcotráfico, ellos la emplean con la misma“normalidad” como lo hace el Estado y su contra poder, la guerrilla. No olvidar que el narcotráfico en su actividad de producir y proveer drogas es un “delito sin víctimas”, es decir, sin denuncias de la población.
La violencia no la instala en Colombia Pablo Escobar y el narcotráfico, ellos la emplean con la misma“normalidad” como lo hace el Estado y su contra poder, la guerrilla. No olvidar que el narcotráfico en su actividad de producir y proveer drogas es un “delito sin víctimas”, es decir, sin denuncias de la población. Finalmente, en los años ochenta las fuerzas regulares en alianzas con los narcotraficantes organizan el“paramilitarismo” para luchar contra la guerrilla con sus mismos métodos, pero llevando el horror en contra de la población civil a niveles superiores inenarrables.
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