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Hablaré de Chávez: no me crea

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La primera vez que oí de Chávez fue cuando mi padre me explicó que había habido un golpe en Venezuela, en donde un militar había intentado acabar con una clase política corrupta, que hizo que pocos se enriquecieran con el petróleo de todos los venezolanos. La noticia no es lejana: la mitad de nuestra familia vive en Caracas.

Cuesta entender, siendo chileno y habiendo sufrido la dictadura militar, esto de que un militar intente acabar con la clase política para defender los derechos de un pueblo oprimido. No cuadra, no cuaja, hasta el cansancio escuchó una que los militares que llegan al poder por la fuerza no son “hijos de la democracia” precisamente.

Mi padre me decía que este caso era distinto, pero a mí me costaba entender. La construcción del imaginario es tan fuerte, más aun cuando se ha impreso con dolor la relación que una tenía respecto de los militares. Algo no cuadra, se produce disonancia cognitiva. ¿Cómo hace una en Chile para defender a un militar que salta a la escena internacional por haber hecho un golpe? ¿Cómo lo hace, más aun, con una prensa que no se detiene un minuto en explicar el contexto, las razones, las fuerzas que operan? ¿Cómo se hace si poco y nada se sacaba a la luz las altas cifras de pobreza que tenía una Venezuela sentada en la mayor reserva de petróleo del mundo, si nada se hablaba de una clase política corrupta, con bolsillos llenos de petrodólares?

El murmullo mediático durante años hablaba del dictador Chávez aun cuando postuló a la presidencia y ganó en una elección avalada por organismos internacionales. Se le siguió tratando de dictador aun cuando gano casi todas las elecciones que impulsó para que todos los venezolanos pudieran ser ciudadanos activos en la creación de una nueva constitución que diera más derechos a los más vulnerables y que repartiera la torta en trozos más justos.

Poco se dice que efectivamente lo logró, redujo la extrema pobreza y a través de las misiones (políticas públicas focalizadas para la disminución de desigualdad) logró hacer de Venezuela un país más inclusivo e igualitario. No lo digo yo, lo dice la CEPAL.

Yo lo sabía, siempre lo supe, pero era difícil abrir la boca defendiendo a Chávez y su revolución, cómo se le explica a los chilenos un proceso en donde lo que la TV muestra son pestes de su persona, donde son abiertas burlas, donde se le trata de bananero, de payaso. Donde las cúpulas de izquierda concertacionista, conociendo los méritos del proceso, no se queman, no abren la boca para hablar de ellos.

Muchos eran los que en privado decían “estamos con Chávez, pero mejor no decirlo públicamente”. Mi familia me contaba detalles del proceso y desde lo racional lo entendía, pero me sembraba de dudas al leer la prensa, al ver la TV, al escuchar la radio.

Hace unos años me tocó viajar a Venezuela. Primero por razones familiares y luego invitada por el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, por trabajo.

El primer viaje lo realicé para una elecciones delas enmiendas a la constitución. Me tocó ir a las manifestaciones y también tuve la suerte de escuchar a Chávez en el Palacio Miraflores y ahí lo racional de entender un proceso fue además mediado por lo emocional.

No recuerdo haber sentido en las vísceras el compromiso de un pueblo con un líder. Nunca he estado en manifestaciones tan grandes, con cientos de miles de personas escuchando a un Presidente que hablaba no para la clase dominante, sino que levantaba un discurso cercano para el ciudadano delos cerros, para el campesino más humilde. Eso que a la prensa acartonada chilena le parecía “bananero” era una estrategia comunicacional para llegar al más humilde de los venezolanos y hacerlo consciente de su dignidad, hacerlo protagonista de un proceso revolucionario. Esas palabras era más fácil hacerlas propias, en lo conceptual, en lo reflexivo, en lo práctico.

La percepción del gobierno vale poco si solo está mediada por el propio discurso de la clase gobernante. En mi afán de conocer la realidad visité el barrio Guarataro, un barrio popular. En él hay un gran infocentro que hace años había sido una cárcel. El barrio Guarataro es parecido a la población La Victoria, para tener un referente. En ese lugar hablo con distintas personas y les pregunto por el gobierno de Chávez. Sus respuestas evidencian algo así como si uno hablara con gente que antes “era invisible”, “nadies”, como dice Galeano.

Sus respuestas no hablan ni siquiera de lo que han ganado, como contar con alimentos a precios más bajos para asegurar que nadie pase hambre, o de los médicos que viven en el barrio para atender a los vecino gracias a programa Barrio Adentro. No hablan de que han podido muchos de ellos terminar sus estudios básicos, medios y que ahora pueden llegar a la universidad. No hablan de eso, sus palabras son: “ahora nos dimos cuenta  de que somos importantes para nuestro país, que nuestro gobierno cuenta con nosotros y que por eso tenemos el deber de ocupar las nuevas oportunidades, para que todos puedan acceder a lo que tantas veces se nos negó”. Ellos hablan siempre de “nosotros”. Ese plural explica una dimensión nueva de su participación en un proceso que no lo hacen “los otros para nosotros” sino que es “nuestro, es de todos por igual”.

Después de escuchar de primera fuente y al menos para mí, de la fuente más importante, aquella que históricamente ha sido excluida, sentí el deber ético de empezar a compartir esta información con mis redes, de romper el cerco, de dejar de morderme la lengua, de ser una aliada de un gobierno comprometido en su ADN con la superación de la desigualdad, a costa de pisar los callos de los poderosos.

Mis amigos me decían: “Erika, no te metas en líos, para qué, está de más”. Para mí no estaba de más, es más, era justo era necesario. Estudio políticas públicas, por lo tanto mi juicio no es ingenuo. Conozco perfectamente las oportunidades de mejora que tiene la gestión pública venezolana, sé perfectamente que debe afinar procesos de eficiencia, que debe generar mayores mecanismos contra la corrupción, como lo debe hacer cualquier país, más aun cuando cuenta con muchos recursos. Es absurdo y hasta el cansancio he tenido que repetirlo; yo no creo que Venezuela sea un país perfecto, porque eso no existe. Mi lucha ha sido más acotada: visibilizar lo que la prensa no muestra y desmentir los juicios que con falsa propiedad levantan quienes no han pisado la tierra de Bolívar.

¿Usted alguna vez se ha subido a un metro en donde todos, todos, los pasajeros están llorando? Imagínelo. ¿Usted ha caminado por una calle en donde todos están llorando? Me refiero a una calle en donde “todos” son cientos de miles. Busque la explicación a ese fenómeno.

Era necesario mencionar lo que no mencionaban los propios socialistas, “para no meterse en cachos”, esos que ahora hacen gárgaras chavistas, porque ahora conviene, porque Chávez acabó sus días ganando nuevamente en las urnas, porque su coalición ganó casi todas las gobernaciones de Venezuela. Porque ahora la prensa no pudo ocultar a millones de venezolano haciendo filas para despedir a su comandante, porque debe ser el funeral que va congregar a la mayor cantidad de mandatarios y representantes del mundo. Porque hasta Piñera reconoce la mirada latinoamericanista de Chávez y los aportes de la CELAC.

Una buena pregunta que uno le debiera hacer a los periodistas que están cubriendo el funeral de Chávez es: ¿qué sintieron en ese mar humano rojo? Es imposible no conmoverse. Lo era cuando Chávez estaba vivo y lo es con más fuerza en este momento de dolor.

Hay un árbol que se llama Sequoia Giganteus; es el árbol más grande del mundo. Ser una persona importante, tan grande como esos árboles es lo que Chávez hizo que sintiera la mayoría del pueblo excluido. Pero hay algo que no sabía, que esos árboles además estaban unidos por sus raíces. No sólo era gigante cada uno, sino un gran e implacable “nosotros”, que se convertía en un organismo único, en una marea roja.

¿Usted alguna vez se ha subido a un metro en donde todos, todos, los pasajeros están llorando? Imagínelo. ¿Usted ha caminado por una calle en donde todos están llorando? Me refiero a una calle en donde “todos” son cientos de miles. Busque la explicación a ese fenómeno. No me crea, no tome en serio ninguna de las palabras que he dicho.

Solo le pido dos cosas:

1)       Vea el video  “La revolución no debe ser televisada”, ese que nunca le mostró la prensa chilena.

2)      ¿Se acuerda de cuando la prensa chilena nos mostró hasta el cansancio una escena de chavistas disparando supuestamente a una marcha de la derecha? Vea este video, llamado “Puente Llaguno”. Solo le linkeo la primera parte de once. Le aseguro, no podrá evitar ver las demás partes del documental. Esta es la manera más simple para que usted entienda cómo la prensa puede mentir descaradamente para instalar en el telespectador algo que no existió y sembrarlo como verdad prístina.

Yo le pido que lea lo que no le han mostrado. Lea lo que dice la CEPAL de la reducción de la pobreza. Corrobore si lo que presento en esta nota sobre el liderazgo tecnológico de Venezuela es verdad o no. Le recomiendo que vea Telesur, quizás descubrirá verdades que no conocía.

Insisto hasta el cansancio: Venezuela debe mejorar muchas cosas en su proceso. El  mismo Chávez lo sabía. No me crea, se lo suplico, solo la prensa reaccionaria trata de convencer al lector de que le crea. Solo le pido que integre en su plano analítico la posibilidad cierta de que hay noticias que le han bloqueado, que le han mostrado solo una parte de la moneda.

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5 Comentarios

VSepu

En la cita que hace a «CEPAL de la reducción de la pobreza» de avn.info.ve tiene datos errados. Me pareció dudosa la información, la compare con datos de cepal.org y no se condicen.

    esilvau

    esilvau

    Bueno, yo advertí que no me creyera; acá va otro link http://www.cooperativa.cl/noticias/sociedad/desarrollo-humano/estudio-de-cepal-chile-esta-entre-los-paises-con-mayor-desigualdad-en-america-latina/2012-11-27/115447.html , ahí podrá en contrar el link al informe. Gracias por leer la columna.

    esilvau

    esilvau

    Vladimir sabe qué? hay otra información que es necesaria que también la ponga en duda, le cuento lo que he aprendido haciendo la sección de desigualdad económica en mi tesis de magíster: Gracias a la influencia de Bután, el Banco Mundial comenzó a estimar la posibilidad de que en realidad los habituales indicadores económico ya no servía para medir el desarrollo. Incluso la mirada seniana podría quedar corta para poder medir otras dimensiones de desarrollo humano. Bután, tiene un Ministro Secretario de la Felicidad. Ese ministerio levantó indicadores, que el Banco Mundial aplicó en varios países. No me crea, pero este estudio dice que Venezuela es uno de los países más felices del mundo y el segundo en América. Acá puede ver esa noticia http://www.radiomundial.com.ve/node/160424 y acá puede encontrar ese estudio siteresources.worldbank.org/…/Overview_Spanish.pdf

Gonzalo

Por supuesto que aquí en Chile se ha presentado una caricatura de Venezuela y los cambios que ha realizado Chavez. Los «periodistas» con algunas excepciones, hablan de Venezuela y Chavez desde la ignorancia pero dándoselas de expertos.
El objetivo es que la gallá no se le vaya a ocurrir imitar a Chavez en Chile. ¿Nacionalizar el petróleo? Que locura, repite el economista de chicagoMecago Boy , y el «periodista» dinorante le cree como si fuera un dios viviente. Claro, por eso a Chile y su gente le conviene no ser dueño de nada, ni del cobre, ni el agua, ni el pescado. Si,, Chavez es un loco ¿Regalar plata a los pobres? Clientelismo. Si el único clientelismo que vale es el que hace el gobierno para con las empresas privadas, perdonazos de impuestos, pago de royalty cagón, compra de dólares para mantener a los vagos exportadores ineficientes. Eso es clientelismo.
Gracias.

Alejandro

no me crea tampoco, pero habían calles donde todos, y «todos» son cientos de miles, estábamos felices celebrando cuando murió Hugo Chávez, por estar a un paso más de salir de la pesadilla comunista en el que nos sumió a todos (los cientos de miles de él y los cientos de miles que no eran de él).