Donald Trump, contra todos los pronósticos ha sido electo presidente de EE.UU.
Una persona que niega el cambio climático, fomenta la intolerancia racial, religiosa y política, que solo persigue despertar los sentimientos más atávicos de su audiencia e inculcar prejuicios que dificultan el diálogo racional respecto a las propuestas más viables para resolver la crisis de empobrecimiento que sufren millones de personas en ese país, obtiene una resonante victoria electoral, dibujando un futuro inquietante en todos los ámbitos.Ahora nadie será capaz de parar a Trump. Tendrá todo el poder para él, junto con la presidencia de Estados Unidos, controlará el Senado, la cámara de representantes y el Tribunal Supremo.
Un personaje que se ha enriquecido defraudando a otros hombres de negocios, se congratula de haber evadido impuestos, efectuado actividades ilegales utilizando instituciones de caridad, con un largo historial de denuncias de agresiones y acoso sexual, mentiroso compulsivo y que convirtió el debate presidencial en una cloaca, logró -apelando a la satisfacción instantánea y el espectáculo- neutralizar la capacidad de análisis crítico de la ciudadanía norteamericana, enalteciendo los “valores” creados por neoliberalismo (el triunfo, el dinero, el egoísmo).
Contra toda lógica, Trump que ha defendido la deportación de 11 millones de migrantes y tiene un discurso racista recalcitrante, vulgar, xenófobo, misógino y se aproxima a un populismo neofascista, muchos inmigrantes latinos y afroamericanos votaron por él, ya que sin el apoyo de parte de esa población el resultado que se ha dado sería imposible.
Hillary Clinton parecía ser la candidata sensata, de acuerdo a los medios de comunicación, opuesta al republicano furibundo. Por eso diversos sectores en EEUU la presentaron como la menos mala de las dos opciones.
Pero lo cierto es que ella no generó enormes entusiasmos por su trayectoria vinculada a Wall Street. No en vano, Goldman Sachs, Citibank y JP Morgan han sido los bancos que más donaciones le aportaron. A lo largo de su carrera ha recaudado más de 400 millones de dólares como apoyo a sus campañas electorales. Además, Wall Street no solo le entrega donaciones, sino que paga sus discursos, con una media de 225.000 dólares por conferencia.
Ella misma, antes de dar el salto a la política, trabajó durante años en las juntas directivas de diversas corporaciones, como Wal-Mart, el mayor empleador privado de Estados Unidos, denunciado por las organizaciones sindicales por casos cotidianos de explotación laboral y discriminación salarial de género. Las denuncias se centran en los bajos sueldos, las malas condiciones de trabajo y la asistencia sanitaria inadecuada, además de una política antisindical de la empresa. Hillary siempre mantuvo silencio al respecto, y los herederos del dueño de Wal-Mart, Sam Walton, han respaldado a la candidata en estas elecciones con aportes económicos.
Según el Washington Post, a lo largo de los años el matrimonio Clinton ha recaudado unos 3.000 millones de dólares, 2.000 entregados a su Fundación y 1.000 más como apoyo político directo. Donaciones cuyo único objetivo es influir en la política estadounidense a favor de sus intereses. Y, por cierto, han condicionado las políticas internas y externas de ese país, como la mayor venta de armas de 66.300 millones de dólares a Arabia Saudita en 2011, actor principal en las guerras de Irak, Siria o Yemen e impulsor de la represión contra la primavera árabe en su propio territorio o en otros países vecinos y uno de los financistas de primer orden del ISIS.
Frente a un rival como Donald Trump, los demócratas habrían necesitado una candidata dispuesta a representar valores claramente favorables a la mayoría social y compromisos con los más desfavorecidos. Sin embargo Clinton representaba lo contrario.
Ahora nadie será capaz de parar a Trump. Tendrá todo el poder para él, junto con la presidencia de Estados Unidos, controlará el Senado, la cámara de representantes y el Tribunal Supremo; por tanto, podrá disminuir sustancialmente los impuestos a las grandes corporaciones -beneficiando al 1% de los multimillonarios- suspender los acuerdos con Irán, construir el muro con México, derogar la reforma sanitaria de Obama y utilizar el arsenal nuclear como una herramienta de amenaza en las relaciones internacionales.
El movimiento que ha impulsado Donald Trump ha llegado para quedarse y la política norteamericana de los próximos años estará determinada por la influencia de un muy amplio electorado aglutinado en torno a claras pulsiones xenófobas, anti-liberales, de derecha radical y de vuelta atrás en el camino de la democracia social y de la tolerancia hacia lo diverso.
La incógnita está en saber cómo y cuánto influirá esa fuerza en el devenir político de otros países. La experiencia de lo que ya está ocurriendo en Europa, lleva a concluir que influirá.
Comentarios
10 de noviembre
Clinton nunca fue la candidata sensata. Representa la continuación de las invasiones. Trump, con toda su palabrería y «estupidez», tuvo ciertos guiños de cooperación con Rusia. >>»Goldman Sachs, Citibank y JP Morgan han sido los bancos que más donaciones le aportaron» a Hillary?>> En el peor de los casos los norteamericanos tienen experiencia deponiendo presidentes.
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