El Brexit ha resultado en una salida en clave nacional liderada por los sectores más reaccionarios de la sociedad. Por desgracia, ha ganado el discurso de la xenofobia y del rechazo al otro. Los partidos europeos de ultraderecha han celebrado el voto británico a favor de la salida de la UE como si fuera una victoria de sus posiciones contrarias a la inmigración y la comunidad europea y han prometido que presionarán para que se celebren referendos similares en sus países.
Aunque lo primero que se podría romper es Reino Unido. Además de una fractura generacional preocupante (el 64% de los jóvenes entre 18-24 años y el 45% entre los 25-44 años votaron a favor del Remain), Escocia e Irlanda del Norte, que han votado masivamente a favor de la permanencia, podrían pedir un nuevo futuro fuera de Reino Unido y dentro de la UE. La autora de la saga Harry Potter, J.K Rowling, expresó a través de Twiter: «Escocia buscará la independencia ahora. El legado de Cameron será haber roto dos uniones. Ninguna de las dos tenía que suceder».Es urgente acordar el aporte de Gran Bretaña al presupuesto comunitario y el status de los 1.2 millones de británicos que residen en el continente y los 3 millones de ciudadanos de la Unión Europea en el Reino Unido.
Los ultranacionalistas de derecha que hicieron campaña por el Brexit apelaron a las tendencias xenófobas que impregna la conducta de los ingleses más viejos -nostálgicos de la Gran Bretaña imperial- quienes siempre se han relacionado con el resto del mundo con desconfianza y un acendrado desdén. Se proyectó una imagen de la UE como un peligro existencial para la soberanía británica, junto con convertir la pertenencia al bloque comunitario como la génesis de todas las frustraciones y temores que se han ido gestando en ese país, sin discernir que las medidas de austeridad draconianas impuestas por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) son ampliamente compartidas y ejecutadas por el gobierno conservador.
Las consecuencias políticas, constitucionales, diplomáticas y económicas para el Reino Unido se extenderán al menos durante una década. La agencia Moody´s amenaza con bajar la calificación de la deuda soberana de Reino Unido por la incertidumbre que despierta el Brexit y asegura que los retos serán muchos para negociar con éxito el abandono del club europeo.
En tanto, Morgan & Stanley pronostica una prolongada incertidumbre política y económica, especialmente sobre la persona que reemplace a David Cameron como Primer Ministro y por una libra esterlina más débil, inflación más alta, menor crecimiento en la eurozona como consecuencia del alza del dólar que lanzara la economía global a una recesión, como también por poner en riesgo el acceso de Gran Bretaña al mercado de la EU y a países con que la comunidad ha firmado tratados de libre comercio.
El Partido Conservador tratara ahora de retardar la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa que inicia el proceso de dos años previsto para salirse de la UE. Es por ello que Cameron ha notificado que será su sucesor quien lo haga. De allí que ahora hablan que la salida debe entenderse como un proceso y no como el final de la salida. El principal rostro del euroescepticismo tory, Boris Johnson, ha dicho: «Al votar la salida de la UE, es vital destacar que no hay ninguna prisa y que, como ha dicho el primer ministro, nada cambiará a corto plazo, excepto en la obligación de aplicar la voluntad popular y de extraer a este país de un sistema supranacional. No hay necesidad de invocar ahora el artículo 50”. Sin embargo, todo indica que los brexiters más radicales se impacienten y exijan una rápida salida, provocando un sismo mayor en ese partido.
Mientras que la Unión Europea desea que se active a la brevedad el artículo 50, ya que las negociaciones con el Reino Unido terminaron en febrero y son asunto cerrado. Así lo expresó el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker: “Alargar el proceso de separación no haría más que perjudicar a todas las partes por la incertidumbre acumulada”. Lo mismo opina el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, considerando que es urgente acordar el aporte de Gran Bretaña al presupuesto comunitario y el status de los 1.2 millones de británicos que residen en el continente y los 3 millones de ciudadanos de la Unión Europea en el Reino Unido. Adicionalmente, se deberían tomar acuerdos respecto al futuro de cómo se establecerán las relaciones comerciales y otros asuntos entre ambos.
Estos dos ritmos políticos van a complicar aún más las relaciones entre la Comisión Europea y el Gobierno de Londres. La Unión Europea necesita recomponerse rápidamente y disipar las dudas que genera el Brexit, sobre todo en el plano económico. En un comunicado conjunto, los líderes europeos han asegurado que la «Unión a 27 continuará» y «Esperamos que el Gobierno de Reino Unido haga efectiva esta decisión lo antes posible, cualquiera que sea el dolor que cause este proceso” y advierten que mientras no se haga efectiva la separación, Reino Unido sigue estando bajo la legislación europea.
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