El reciente quiebre de relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia reaviva el ya antiguo conflicto regional entre el presidente Hugo Chávez y el saliente mandatario colombiano Álvaro Uribe. Chávez decidió romper relaciones con Colombia y dio un plazo de 72 horas para el cierre de su sede diplomática en Caracas, en respuesta a las denuncias que el embajador colombiano, Luis Alfonso Hoyos, hiciera ante el Consejo Permanente de la OEA sobre la presencia de jefes guerrilleros en territorio venezolano.
El asunto es extremadamente complejo. El gobierno colombiano dice tener pruebas de la presencia de guerrilleros de las FARC en Venezuela, las cuales exhibió ante la OEA; sin embargo, su credibilidad ante la opinión internacional es discutible. La Política de Seguridad Democrática del presidente Uribe, con la cual el gobierno ha hecho frente a la guerrilla, ha sido fuertemente criticada por recurrir a montajes mediáticos para avalar su efectividad. En efecto, escándalos como el de los llamados “falsos positivos” -que consistió en el descubrimiento de asesinatos de civiles inocentes perpetrados por unidades del Ejército de Colombia, que luego hacían pasar por guerrilleros caídos en batalla- pusieron en serio cuestionamiento al gobierno uribista. Por tanto, las acusaciones requieren de una seria y rigurosa investigación, efectuada por un organismo observador independiente, que esclarezca qué exactamente está ocurriendo en Venezuela.
Por otra parte, este quiebre diplomático representa un tremendo desafío para los principales foros multilaterales de la región: la OEA y la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). El Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, ya ofreció sus buenos oficios para mediar el conflicto. Sin embargo, Hugo Chávez rápidamente solicitó a Ecuador –quien ostenta la presidencia pro tempore de UNASUR- una reunión de emergencia del organismo para tratar el asunto. El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, no sólo respondió favorablemente convocando para la próxima semana, sino que, además, responsabilizó a José Miguel Insulza de provocar la crisis al permitir que se realizara la cita de la OEA en que estalló el conflicto. Con este acto, Patiño intenta desacreditar a la OEA y fortalecer la posibilidad de que el conflicto se resuelva en el seno de UNASUR.
No obstante, está por verse si el gobierno de Colombia aceptará que el asunto se ventile en UNASUR, un foro del que siempre ha desconfiado, entre otras cosas, porque excluye a su principal aliado en estas materias, los Estados Unidos.
Ni para la OEA, ni para UNASUR, es baladí quién finalmente medie en el conflicto. Para la OEA, ésta pudiese ser la oportunidad para reivindicar su capacidad de resolver conflictos regionales y demostrar que sigue siendo útil. Por su parte, para UNASUR, pudiese ser la prueba de fuego que la consolide como el organismo supranacional líder de la región. No es claro que ocurrirá. Sin embargo, la exitosa intervención de UNASUR en el conflicto interno boliviano de septiembre de 2008 y su capacidad para sentar en la misma mesa a Chávez y Uribe en la Cumbre de Bariloche de agosto de 2009, le permiten correr con ventaja. Habrá que ver que ocurre.
* Alex Schnake es abogado y coordinador de la Red de Propuestas Públicas del Movimiento Frecuencia Pública.
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Foto: El Imparcial.es
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6 Comentarios
ja16
Creo, personalmente, que es una oportunidad invaluable para la UNASUR poder mediar en este conflicto, sería una demostración al mundo entero que los temas sudamericanos se pueden resolver con altura de miras en casa, más es necesario para la ONU reivindicarse con el que hacer político sudamericano y a la vez mundial, una oportunidad que no creo que dejen escapar.
Es un arduo trabajo el que se viene, espero que se pueda resolver en tierras sudamericanas y sin la intromisión de los Estados Unidos, al cual cuestiono el “bién” que ha hecho a los pueblos latinoamericanos.
Alejandro Sánchez F.
Arquitecto.