Chile no existe en Facebook

Es paradojal que lo que menos tiene la “Diplomacia Pública”, al menos en Chile,  es precisamente lo público. En palabras del diplomático estadounidense y académico de Tufts University, Edmund Gullion, esta “es vista como una forma transparente con la que un país soberano se comunica con sus públicos en otras naciones para así informar e influenciar las audiencias en el extranjero con el propósito de promover sus intereses nacionales y avanzar hacia sus metas en política exterior”.

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A meses de una nueva etapa en el litigio ante La Haya por la demanda interpuesta por Bolivia, urge echarle carbón a la estrategia digital.

Este año el informe, que desde el 2012 expone una radiografía del estado del arte en materia de comunicaciones públicas digitales de las diferentes naciones, analiza la presencia de los líderes mundiales en Facebook, plataforma que no había sido incluida en las versiones anteriores.

A modo de resumen, se puede decir que Facebook es usado principalmente como un escaparate, como una vitrina de los aciertos políticos y un clipping de sus logros eleccionarios, y no como una herramienta de diálogo multidireccional entre los líderes y la ciudadanía. Son los menos los que realmente dialogan.

¿Cómo está Chile en este aspecto?

Bien. Y mal.

Por una parte, hay que aplaudir y destacar que la presidenta Bachelet por fin abrió su página en Facebook en noviembre de 2015, junto con reactivar su cuenta en Twitter. No obstante, no queda claro que sea ella misma la que publique los contenidos, lo cual manifiesta el interés del gobierno por llegar a una audiencia mucho más grande y sumarse a las facilidades que ofrece la globalización, pero no de valerse del feedback para la discusión en sus políticas públicas. El avance es importantísimo, pero recién marca el inicio de un largo camino aún por recorrer.

Del otro lado, el gobierno de Bachelet no ha sabido sacarle partido a esta plataforma, que si la midiéramos como un país independiente, sería el más grande del planeta con 1.500 millones de usuarios activos, incluso superando a China con sus 1.374 millones de personas. Hoy, casi un 20% de la población mundial ingresa regularmente a este sitio. Esa potencial audiencia no se puede obviar ni desmerecer.

De la misma forma, de los 23 ministerios que conforman el gabinete presidencial, y que deberían estar incluidos de manera más o menos relativa en la agenda de temas de discusión pública, destaca la poca presencia del Ministerio de Relaciones Exteriores. Increíblemente, hay apenas 8 publicaciones relacionadas con la agenda internacional de nuestro país. Una proporción ínfima entre los más de 320 mensajes publicados a la fecha.

El Ministerio de Relaciones Exteriores no tiene presencia propia en Facebook. Tampoco la tiene el Canciller Heraldo Muñoz.

¿Cómo se van a dar a conocer los principios y prioridades de la política exterior chilena?  De los casi 38 billones de pesos que significa el presupuesto 2016, el Ministerio de Relaciones Exteriores recibirá casi 84 mil millones (el 0,22%). Sólo el Ministerio de Bienes Nacionales, el de Minería, la Secretaría General de Gobierno, la Secretaría General de la Presidencia y el Ministerio de Medio Ambiente recibirán una cuota menor. Con esos valores, aprovechar que los medios sociales no exigen una inversión extrema, parecería de lo más lógico implementarlas cuanto antes.

A meses de una nueva etapa en el litigio ante La Haya por la demanda interpuesta por Bolivia, urge echarle carbón a la estrategia digital. Facebook, hasta ahora, ha sido completamente ignorado, tanto en las páginas del gobierno como en la iniciativa “Chile Ante La Haya”. Pareciera que Chile quisiera ignorar el juicio vigente ante la Corte Internacional de Justicia, hacer creer que no hay tal y que no es un tema del que haya que hablar.

Resulta irónico que las Prioridades de la Política Exterior de Chile tengan dos pilares, “Chile y el mundo” y “Chile y la agenda global”, pero que en ningún momento se entienda que si Chile no existe en Facebook, que si Chile no se suma al éxito y aprovecha al máximo los canales para llevar su mensaje de integración con la manera en que se lleva a cabo la tarea diplomática, el país se mantendrá en el subdesarrollo comunicacional, con una política de hermetismo ante las grandes decisiones y una imagen de una nación que parece querer aislarse de la vanguardia.

El gobierno debiera considerar las palabras de los expertos en diplomacia pública como Joseph Nye, Cornelliu Bjola, o el USC Center on Public Diplomacy: “Esta nueva diplomacia no desplazará en el corto tiempo la diplomacia tradicional entre Estados como la practican las cancillerías, pero sí va a impactar en la manera en que esos ministerios hacen sus ‘negocios’. Ahora más que nunca, los ministerios de relaciones exteriores y los diplomáticos necesitarán ir más allá de la diplomacia bilateral y multilateral para construir y conducir relaciones con los nuevos actores globales”.