Aunque ofenda el término, Chávez pasará a ser una “momia”, un cadáver a ser exhibido, una pieza de museo a ser visitada, un fetiche a ser idolatrado, la representación física de la perpetuidad de un legado político o un posible mesías del anti-imperialismo, que volvería “junto con el virtuoso Jesús”, como lo afirmó su querido Ahmadinejad tras su deceso.
Ya es un hecho: Chávez será embalsamado. Así lo anunció su antiguo protegido, actual sucesor y posible continuador Nicolás Maduro, quien afirmó que el comandante “será embalsamado para que el pueblo pueda visitarlo y rendirle tributos por siempre”. Cuando aún no acabamos de recuperarnos de la renuncia del Papa Benedicto XVI en medio de una fuerte crisis de espiritualidad en occidente, se nos anuncia que un nuevo ícono político o religioso – juzgue usted – será expuesto para ser adorado en Latinoamérica.
Independiente de si nos guste o no, el mito chavista sigue instalado y es difícil que se lo trague el obituario del mes. El embalsamamiento de Chávez, homenaje que creíamos obsoleto tras Lenin, Mao, Evita y Ho Chi Minh, se refunda como símbolo de prolongación de una idea que supera la vida de su fundador. Aunque ofenda el término, Chávez pasará a ser una “momia”, un cadáver a ser exhibido, una pieza de museo a ser visitada, un fetiche a ser idolatrado, la representación física dela perpetuidad de un legado político o un posible mesías del anti-imperialismo, que volvería “junto con el virtuoso Jesús”, como lo afirmó su querido Ahmadinejad tras su deceso.
Pese a que su muerte se especulaba desde hace un tiempo, toma a todo el mundo por sorpresa su deceso. Chávez vivió y vino a morirse en “tiempos interesantes”, como reza la antigua maldición china. Aún vivo el comandante no escatimó palabras para anunciar que sus obras trascenderían su existencia física, resumiendo los esfuerzos de antecesores como Simón Bolívar y Fidel Castro de unir Latinoamérica y combatir el imperialismo foráneo, especialmente de España y EE.UU. A Chávez no le disgustaba tampoco mostrarse como un nuevo padre del socialismo posmoderno, abogando dentro y fuera de sus fronteras por las bondades de la democracia popular, la independencia económica y distribución equitativa de la riqueza a través de la propaganda, el culto a la personalidad e incluso la profecía.
Considerado un maldito generalísimo de opereta para sus detractores, no puede negarse sin embargo que Chávez gozaba de una inmensa suerte que hubiera asombrado al mismo Maquiavelo. Veamos algunas de esas razones:
1) No fue juzgado con severidad tras su fallido golpe de Estado de 1992, que le dio fama nacional en TV y un incipiente culto de preso político de relevancia; sobrevivió a un golpe de Estado a tres años de ser electo, volviendo al poder con relativa normalidad; no tuvo que lidiar policialmente con un enemigo interno de envergadura; y finalmente, contaba con una inmensa masa devota a su proyecto político, que quizá perdure generacionalmente junto con su mito.
2) De haber gobernado durante la Guerra Fría, habría simplemente durado un par de años antes de haber sido depuesto violenta o misteriosamente “eliminado” por fuerzas internas o por alguna superpotencia incomodada con su retórica (adivine cuál).
3) De no haber contado con la inmensa riqueza y poder estratégico del petróleo, no habría sido capaz de evitar algún bloqueo económico ni de expandir más allá de sus fronteras su ideal anti-imperialista (Irán y Rusia, sus grandes aliados geopolíticos son también miembros del Club del Petróleo).
4) Muchos gobernantes en vida se valieron de monedas, estatuas y gigantografías para expandir su imagen y hacerla omnipresente. Ninguno tuvo sin embargo Youtube para llevarla a los límites que llegó Chávez. Youtube es el medio perfecto para extender viralmente la fama de un personaje. Y Hugo Chávez cumplía con todos los requisitos de carisma, polémica y parafernalia para lograr tal objetivo.
5) Usó y abusó de la comedia política, un arte que creíamos perdido con los antiguos romanos, para ridiculizar a Bush, Aznar e Insulza, por nombrar a algunos. Con su programa “Aló Presidente” y sus salidas de libreto en foros internacionales, no solo dio un espacio para mantenerse como un Gran Hermano bonachón y campechano de las masas, sino que además supo darle un cariz político a la comedia y la improvisación que tan a gusto consumen las mismas a diario.
6) Finalmente, murió en el peak de su liderazgo: re-electo presidente por tercera vez, logrando posicionar a Venezuela en el concierto regional al aumentar su gravitación geopolítica. Su mensaje de abierto desdén hacia el modelo neoliberal y el imperialismo norteamericano ha hecho eco a nivel global. Pueden aborrecer sus intenciones, pueden cuestionarse sus métodos, pueden concedérsele habilidades políticas, pero su fortuna frente a la adversidad es incuestionable: sólo la muerte le ganó el último round.
Todos estos magnos logros, sin embargo, contrastan con la profunda polarización de una sociedad altamente excitada políticamente, que si bien ha visto incrementado sus ingresos y desarrollo en los últimos años, sigue amenazada por una alta inseguridad ciudadana fruto de la criminalidad, inflación de dos dígitos de los precios, trabas a la libertad de expresión y, lo que es más grave, reiteradas violaciones del Estado de Derecho.
Dada la grandiosidad del proyecto chavista, émula del magno proyecto latinoamericanista de Bolívar dos siglos atrás, es de esperarse que se le construya un gran mausoleo que acoja a su cuerpo; tal como lo hacían los antiguos egipcios con sus grandes muertos, a fin de asegurar su inmortalidad, si entendemos las palabras de Maduro al respecto.
Está en veremos si con su embalsamamiento se buscará inmortalizarle como persona o como idea. Podría darse el caso que se comience a adorar su persona a tal grado que su lugar de reposo se convierta en lugar de peregrinación obligada, mientras su país no logre recuperarse de su “fantasma” político y termine como la Argentina peronista, una viuda política aún atormentada por la muerte de su esposo y que se aferra tras años de perdida a su emblema nacional de libertad y razón, personificado en Evita, la Marianne argentina.
O podría acontecer también de que el culto hacia su cadáver vire hacia el espíritu en vez del cuerpo como evidencia, adoptando un cariz místico pseudo-religioso. De ser así, el chavismo podría llegar ser más grande que su propio fundador y no solo afectar profundamente el panorama político venezolano por algunas generaciones, sino crear grados de histerismo fanático y violencia irracional que en nada benefician a un pueblo ya desgarrado por el dolor y la impotencia, dependiendo de qué lado esté cada venezolano.
A partir de ahora, e independiente de los procesos críticos que tendrá que sortear la nomenklatura chavista para perpetuar el legado del re-fundador de Venezuela – la República Bolivariana como extensión del sueño del Libertador – el cuerpo expuesto y solemne perdurará en la exposición. Puede sonar a mal chiste, pero estará por verse si Maduro le hará honor a su apellido para sortear tamaña responsabilidad de darle continuidad a un proceso histórico de proporciones con un cadáver fresco y preservado en la memoria de Venezuela y el continente.
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