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Bolivia

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La estruendosa renuncia de Evo Morales y posterior asilo en México (con Golpe de Estado mediante), concentra y con razón, una parte del análisis internacional, dados los efectos políticos y económicos por conocer en la región y en Bolivia. Evo Morales Aima, fue el primer Presidente originario en Bolivia, implicando un acto contra-hegemónico y de-colonizador sin precedentes,  no sólo para Bolivia, sino que también para latinoamericana.

El antecedente más evidente que explica la caída del Presidente Plurinacional, además de su condición originaria, campesina-cocalera y sindicalista, estuvo en su intento de buscar una cuarta reelección, iniciándose el 16 de febrero del año 2016, cuando quiso modificar la constitución vía referéndum para tal propósito. Tras un reñido  proceso electoral (acusaciones cruzadas de corrupción, involucra-miento amoroso con una mujer que se le indicó como ancla con negocios chinos, acusándolo de tráfico de influencia), no alcanzó a concitar la mayoría requerida para tales efectos (la opción SÍ que él representó logró el 48,7% y la opción NO, que representó la oposición logró el 51,3%), transformándose tal hecho en un ‘antes y después’ en el quehacer del Presidente, por lo menos en ese escenario. Desde ahí se articuló concertadamente, la ilegitimidad de su propósito, permitiéndose la oposición política nuclear, aunque fragmentada-mente, un discurso y una acción, que hoy lo tienen fuera de Bolivia

Posteriormente, buscó validar su voluntad política y la de su partido (MAS), mayoritario hasta el día de hoy, (hay que decirlo), en el pacto de San José de Costa Rica, el que permite la Convención sobre Derechos Humanos del año 1969 en el marco de la OEA, tensionando cinco artículos de la constitución plurinacional boliviana, que supusieron contravenir los derechos políticos-humanos del ex presidente, en el entendido que no permitírsele concurrir a nuevas elecciones, concretaba tal vulneración de derechos. Esta fórmula, gestionada posterior, al 21F, polarizó aún más el sistema político boliviano y la sociedad civil del país. En específico, el gesto implicaba gestionar “un recurso de inconstitucionalidad respecto de la inconstitucionalidad e inaplicabilidad de los artículos de la Constitución Política del Estado y de la Ley de Régimen Electoral que limitan la re-postulación de autoridades nacionales, departamentales y municipales”. Ello, en interpretación del análisis politológico implicaba atentar contra el principio de la limitación del ejercicio de los cargos de representación popular, no sólo por las definiciones constitucionales vigentes, y la voluntad popular consultada el 21F, sino que por vulnerar el principio de circulación de las élites gobernantes, cualesquiera sean, como lo indica Pasquino (2010), entre varios otros especialistas de la ciencia política.

Posteriormente, el Tribunal Constitucional de Bolivia, validó los recursos presentados por los adherentes del Ex – Presidente, hecho recogido, en acto seguido por el Tribunal Supremo Electoral boliviano, validando la dupla Evo Morales Presidente y Álvaro García Linera como Vicepresidente, entrando rápidamente en nueva tensión electoral, la cual mantuvo un clima de polarización y fragmentación de las fuerzas opositoras de forma evidente, colocando a Carlos Mesa (CC), al Senador Oscar Ortiz Antelo (21F) y el coreano Chi (DC) como las siguientes mayorías, cuestión favorable para las pretensiones del Morales. Sin embargo, la distancia del 10% entre la primera mayoría y la segunda, cuando no alcanza el 50% + 1 (según ley electoral boliviana), fue demorada en su visibilización pública y puesta en cuestión por las fuerzas opositoras, las cuales, sin perjuicio de la franca fragmentación electoral mostrada y reflejada en el congreso en ambas cámaras, no impidió nuclear y proyectar en la sociedad civil el descontento sobre un proceso político – electoral, que no cumplió con las expectativa de fluidez y transparencia, permitiendo instalar la idea de fraude electoral, hecho que allanó a la convocatoria de la OEA como veedor legítimo, evacuando la misma, tras revisión rápida, informes preliminares que no permitían afirmar que la elección cumpliese con los estándares necesarios para calificarla de legitima. Había que repetirla. Ello sin perjuicio de evaluaciones post que indican la improcedencia de los informes de la OEA, los cuales buscarían incidir mañosamente en la opinión pública boliviana como internacional.

De ahí la historia es conocida. Tras aparecer ganando y reelegido Evo Morales, recrudecieron las manifestaciones sociales y políticas en toda Bolivia, unos impugnando el resultado, otros defendiéndolo. Las siguientes mayorías post proceso electoral, inmediatamente no reconocieron los resultados, ante la ‘evidencia’ de fraude. Carlos Mesa pidió apurar una segunda vuelta entre ambos, cambiando de opinión para solicitar la repetición de la elección. En el intertanto, los otros candidatos Ortiz Antelo y el coreano Chi, mostraron inmediatamente apoyo a Carlos Mesa, si se celebraba la segunda vuelta para derivar a solicitar la repetición de los comicios, apareciendo con una fuerza inusitada un actor que no estuvo en la elecciones pero que tensó, al máximo posible la posición de nueva elección, este es, Luis Fernando Camacho, Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Este actor, un reconocido dirigente cruceño y religioso extremo, aglutinó el interés de medios y ciudadanía, solicitándole, en la convulsa Bolivia, producto de su Geografía de la Multitudinaria, la renuncia a su cargo de Presidente para celebrar nuevas elecciones. De hecho le entregó 48 horas para hacerlo.

Mientras, Morales se negó sistemáticamente a renunciar, ya que su victoria en la urnas no se lo permitía. Convocó a un diálogo con las siguientes mayorías del proceso electoral, en el ánimo de explorar soluciones que no emergieron; seguidamente, convocó a las fuerzas políticas con representación en la Asamblea Plurinacional y también organizaciones sociales. Ante la negativa de diálogo, más las observaciones realizadas por la OEA, de no acreditación favorable del proceso electoral, en un acto inédito, llamó a nuevas elecciones, en el afán de aplacar las intensas manifestaciones en la territorialidad plurinacional de Bolivia. Ello, tampoco fue posible, obligándolo a renunciar junto con su vicepresidente García Linera, y los presidentes de ambas cámaras de la Asamblea Plurinacional Boliviana, más varios ministros y otras autoridades. De ahí vino el viaje a México, el cual estuvo premunido de tensión política latinoamericana y sus siguientes declaraciones y voluntades con Bolivia, mientras se instala la transición política en el país, mal llamado altiplánico.

Esta apretada descripción de hechos, sirve para relevar unas situaciones que no se recogen para entender, creemos, lo que ocurrió, ocurre y seguirá ocurriendo en Bolivia.

En primer lugar, la conflictividad actual y siguiente puede seguir profundizándose, o bien, mutar a siguientes hechos de ingobernabilidad, dado que, si bien, el MAS bajó en la mayoría absoluta en la cámara de diputados y senadores, aún tiene una importante suma de representantes y votos, los cuales, si se analizan Departamento por Departamento (en el caso chileno, circunscripción/distrito electorales), se constata que la fuerza electoral, no es despreciable, augurando un apoyo político importante e incúmbete en el MAS, es decir, cualquier acción política del proceso de transición e instalación de un nuevo gobierno en forma, deberá pasar por el MAS. Ello se traduce en la siguiente realidad en diputados: a.- en Chuquisaca, de cinco circunscripciones el MAS gana en tres con más del 50%; b.- en La Paz, de catorce circunscripciones el MAS gana en diez. En 8 lo hace con más de un 50% y 5 con más de 60%; c.- en Cochabamba, su departamento base político electoral, de nueve circunscripciones, el MAS gana en ocho. Entre ellos, en dos gana con más del 90%; d.- en Oruro, de cuatro circunscripciones, el MAS gana en tres; e.- en Potosí, de siete circunscripciones, el MAS gana en 5, creciendo de forma importante El 21 F en tres; f.- en Tarija, de cuatro, el MAS se lleva 2 y Comunidad Ciudadana los otros dos; g.- en Santa Cruz, baja ostensiblemente, sólo ganando en 5 circunscripciones de 12, y no por un margen significativo y en los que pierde, lo hace de forma importante. Aquí se explica la sangría electoral del MAS; h.- En Beni, de tres gana dos, pero por estrecho margen, dado cuenta de cómo el regionalismo impacta junto con Santa Cruz en esta elección de diputados. Finalmente en Pando, el MAS gana en ambas circunscripciones, pero con escaso número de votantes. Como se puede observar la nomenclatura electoral en diputados hace prever una difícil gobernabilidad futura, impidiendo al reciente gobierno provisional y al futuro que se logre tras nuevas elecciones, avanzar, sin llegar a acuerdos con el MAS. Dicho avance, sea para una nueva agenda, incluido el desmonte de lo ya realizado por Morales, no será de fácil logro. En el caso de los diputados especiales el MAS los gana todos, esto es, siete. Estos representan a pueblos originarios – campesino de forma directa en la Asamblea[6].

Si bien la descripción electoral en diputados, no cuestionada por la oposición, permite proyectar tensión política hacia adelante, la de presidente, la que sí estuvo cuestionada no sólo por la oposición política, sino que por la OEA, augura lo mismo. Sin perjuicio de no lograr tan evidente margen del 10% entre la primera mayoría y la segunda, y menos a ver logrado la mayoría absoluta, Evo Morales alcanzó igualmente un significativo número de adhesión. Ello se evidencia en la comparación que se realiza en las tres siguientes mayorías, después de Evo (Carlos Mesa, Oscar Ortiz y CHI). En Chuquisaca, la diferencia fue menor respecto de Mesa, perdiendo Morales (44% v/s 42), creciendo el coreano Chi en un 8%; La Paz la Ganó Morales (29 v/s 53), creciendo también el Coreano Chi con un 10%; Cochabamba, también ganó Morales (32 v/s 57), ocurriendo lo mismo con el coreano Chi con un casi 8%; Oruro, también ganó Morales (33 v/s 48), con el coreano Chi, bordeando el 14%; Potosí también la ganó Evo (33 v/s 49), igual cosa con el coreano Chi, obteniendo el 10%; en Tarija perdió Morales por escaso margen, al igual que en Chuquisaca (42 v/s 40), pero el coreano Chi, también se proyectó con un 10%; Santa Cruz de la Sierra, lo pierde con mayor distancia, coincidiendo con la distancia en Diputados (47 v/s 35, agregándose el 21F, casi con un 10 opositor y también Chi con casi el 7%); Beni lo ganó por muy poco respecto de la segunda mayoría, pero al igual que Santa Cruz, creció significativamente el 21F (34,7 v/s 34,9 más el 17,4 del 21F) y finalmente en Pando también gana Morales (40 v/s 44). En estos últimos dos departamentos, el coreano Chi, apareció con un 7% cada uno.

La conflictividad actual y siguiente puede seguir profundizándose, o bien, mutar a siguientes hechos de ingobernabilidad

En ambas elecciones (diputados y presidente), se puede colegir la fuerza electoral del MAS y Morales, aún significativa, proyectando una verdadera complejidad a la futura gobernabilidad del país. Otra cosa que se puede colegir, es el crecimiento significativo del outsider coreano Chi, (Partido Demócrata Cristiano, PDC), transformándolo en una fuerza importante, no traducida en diputados, pero igualmente relevante junto con el PDC. Fue uno de los ganadores del proceso electoral, ya que superó al senador Ortiz Antelo no sólo en votos, sino que en proyección territorial, en cuanto obtuvo un significativo porcentaje en cada departamento, no así el senador, cuyo mayor porcentaje lo obtuvo en los departamentos de la Media Luna.

Ello se corrobora en la ausencia de Ortiz Antelo, como oriundo de Santa Cruz v/s la ‘sobre-presencia’ del Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, el cual se ha destacado en su performance política post elecciones. Otra situación que se puede colegir, es que la apuesta por desbancar a Evo Morales desde el clivaje del 21 de febrero, no funcionó en la profundidad buscada, ya que si bien se logró sacar a Evo Morales vía desestabilización política y electoral, después, con un Golpe de Estado incluido, quedó ¿fortalecido?, no sólo interna, sino que también externamente. Por descontado, queda en evidencia que la fragmentación opositora, terminó ayudando a que el clivaje 21F, no surtiera el efecto que sí pudo provocar, sin perjuicio del derrocamiento, que perfectamente puede ser entendido como una dudosa victoria, a menos que se consoliden en la próxima elección situaciones muy favorables para el bando hoy triunfador, cuestión no necesariamente muy factible, a propósito de lo anteriormente indicado. Por descontado, queda ver cómo reaccionarán los movimientos sociales que apoyaron, apoyan y seguirán apoyando el legado del MAS y Evo Morales en particular.

Sin el ánimo de profundizar en otros aspectos, es preciso indicar que el sistema político boliviano viene experimentado tensiones múltiples, las cuales se explican en trazos de temporalidad más largos y otros más acotados. Es ineludible, consignar la recuperación de la Democracia lograda en la década de los 80’, cuando Hugo Banzer deja el poder, entendiéndosele como la última expresión de lo que fue la Revolución Nacional que proyectó el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR, en el año 1952), a todas luces degenerada en varios aspectos, siendo a su vez el inicio de reconfiguración del sistema político, en clave neoliberal.

Esta reconfiguración, implicó nuevos partidos políticos y grupos sociales organizados territorialmente y con altos grados de identidad (regionalismo). El nuevo régimen democrático recogió las prácticas neoliberales, siendo los gobiernos de Jaime Paz Zamora, junto con los de Gonzalo Sánchez de Lozada, los artífices de tal instalación provocando una nueva tensión estructural, política, social, económica y cultural en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada (de los 2000 en adelante), obligándolo también a renunciar y exiliarse en EE. UU. A diferencia de Evo Morales, tuvo que partir teniendo a cuestas, altos grados de represión política, alto intervencionismo del norte estadounidense, a propósito del cultivo de la hoja de la coca como también procesamiento de la misma, funcional a los circuitos del narcotráfico nacional e internacional y crisis económica diversificada. En ese marco, asumió Carlos Mesa, quien se enfrentó en la contienda con los movimientos sociales liderados de forma significativa por Evo Morales, quien se transformó en presidente de la república el año 2006 (ironía política, ahora, Carlos Mesa sacó a Evo Morales, junto con otros actores).

Con Morales, se reconfigura otra vez el sistema político, instalando un nuevo sistema de partidos, (siendo el MAS el hegemónico, representando a pueblos originarios, clases populares urbanas y campesinos) y nueva concepción de Estado (neo-desarrollista para algunos y plurinacional), ad hoc a la nueva circunstancia política, social, económica y cultural, es decir, instala otro clivaje sociopolítico y sociocultural, permitiendo la emergencia de un sector social e identitario, históricamente postergado, como fue/es el originario. En estas vicisitudes del sistema político boliviano, siempre voluble y conflictivo, existe un telón de fondo estructural que también contribuye a las tensiones del sistema político, como es el regionalismo fuertemente identitario que se ancla a proyectos políticos de desarrollo regional con proyección nacional,  regularmente en disputa, hecho que hoy, otra vez es posible observar (el del altiplano v/s el de los valles). Ello acompañado con una condición de racismo, que se sumó, se suma y se seguirá sumando, mientras no se superen las claves de exclusión y anulación del otro que permiten los grupos articulados racialamente.

No es posible profundizar en esta opinión en otras complejidades de la ‘Bolivia de las Bolivias’, pero lo que hoy se vivencia no se escapa de una impronta social, política, económico, cultural… siempre perenne de esta territorialidad hoy plurinacional. Lo nuevo, es que quien sale de la primera magistratura, sin perjuicio de las diatribas de corrupción, fraude electoral, autoritarismos y otras oscuras calificaciones que se le endosan, lo hace con buena votación en la presidencia, en la Asamblea Plurinacional y con unos índices económicos más que razonables, producto de las medidas logradas en un Modelo de desarrollo, que en esta oportunidad tampoco se abordará. Tampoco la cuestión marítima, que sin lugar a dudas, es también un telón de fondo identitario que permite intensa conflictividad, sea en la política exterior como en la interior, y que Morales, gestionó inusitadamente.

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