América Latina ha sido una región que se ha caracterizado por una gran diversidad en su forma de proyectar, por diferencias en visiones ideológicas, los procesos de integración y, mirando al pasado, nos encontraremos con distintas iniciativas que, en algún momento, parecían dar respuestas a los desafíos de la época en que se gestaron pero que, con el paso del tiempo, fueron perdiendo relevancia.
Haciendo un recuento (no necesariamente exhaustivo) de los procesos de integración contemporáneos nos encontramos con: Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), Comunidad Andina (CAN), Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, por último, Alianza del Pacífico (AP).
Hoy, frente a un panorama económico y político bastante más complejo e incierto que hace algunos años atrás, se plantea la posibilidad de un espacio de convergencia entre la Alianza del Pacífico (AP) y el Mercosur; situación que tiempo atrás parecía irreal, hasta utópica, para algunos expertos académicos y autoridades de la región.
Es evidente que existen diferencias significativas entre estas dos iniciativas de integración. Por mencionar algunas, y omitiendo que ambas se crean en períodos 20 años distantes con realidades completamente distintas, la AP, básicamente, apunta a un proceso de integración profunda con una organización que no pretende alcanzar una mayor densidad institucional. Más bien, ésta fue creada con el fin de responder de forma dinámica y pragmática a los intereses de los cuatro países miembros, aprovechando el nivel de apertura comercial relativa que poseen sin aumentar sustantivamente la interdependencia.
El Mercosur, por su parte, es un proceso que ha ido evolucionando desde una unión aduanera imperfecta a una suerte de comunidad, siguiendo el modelo de la Unión Europea (UE). La institucionalidad existente es bastante más densa que la del proceso mencionado previamente y potencia la dependencia entre los países miembros haciendo uso del arancel externo común y del principio de reciprocidad que convinieron.
Considerando lo anterior ¿Cómo pueden converger ambos procesos de integración? Primero que todo, pensar en la posibilidad de unificar estos dos procesos en un bloque único es poco realista. Hay un sinfín de esfuerzos, compromisos y avances que estas iniciativas han logrado con otras naciones, por ende, intentar omitir o anular esos acuerdos de un momento a otro sería un completo despropósito.
Adicionalmente, cada bloque ha atraído a diversos actores de la comunidad internacional por sus características diferenciadoras; este acercamiento, para bien o mal, tendrá que convivir con actual estado de arte y, a partir de ese punto, sumar nuevos compromisos. Esta aproximación, probablemente, siendo realistas, se manifestará en la forma de un acuerdo no tradicional e innovador que incorpore dimensiones menos sensibles para aquellos países que se han caracterizado por ser más proteccionistas. Aparece, entonces, la siguiente interrogante ¿En qué converger?
Hay muchas organizaciones que se han hecho esta pregunta y han realizado trabajos importantes para responderla. Destaco a la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) que a fines de 2014 publicó un documento llamado “La Alianza del Pacífico y el MERCOSUR – Hacia la convergencia en la diversidad”. En este documento se mencionan elementos para una posible agenda de trabajo, donde se destacan: facilitación del comercio, acumulación de origen, movilidad de personas, estadísticas sobre comercio de servicios, Ciencia, innovación, tecnología, sostenibilidad, transporte, energía, política industrial, turismo, entre otros. Sumo las cadenas globales de valor que es un tema reciente.
América Latina, a diferencia de las regiones más importantes del mundo, es una de las que menos comercio intrarregional tiene, por lo que una aproximación, probablemente, se manifestará en la forma de un acuerdo no tradicional e innovador que incorpore dimensiones menos sensibles para aquellos países que se han caracterizado por ser más proteccionistas
Como se puede apreciar, hay un espacio tremendo para avanzar y concretar ese acercamiento que proporcionaría oportunidades para los distintos países que conforman estos dos bloques. América Latina, a diferencia de las regiones más importantes del mundo, es una de las que menos comercio intrarregional tiene. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC) del total de exportaciones de mercancías de América Latina del Sur y Central, en 2014, solo un 25.8% estuvo dirigido a países de la misma región. A diferencia de América de Norte, Europa y Asia que dirigen el 50.2%, 68.5% y 52.3% a sus mismas regiones, respectivamente.
La interrogante más compleja de responder es ¿Cuándo converger? Debido a los momentos políticos y sociales que viven algunos de los países que conforman los bloques. En gran parte, las dificultades más evidentes se presentan en países que forman parte del Mercosur, específicamente Brasil y Venezuela (sin omitir a Bolivia que está en proceso de adhesión). Los países de la AP han demostrado estabilidad (a pesar de sus conflictos propios), tres de ellos firmaron el Trans-Pacific Partnership (TPP) con importantes economías del mundo y tienen la disposición de lograr acuerdos al interior de la región.
Brasil aún tiene mucho que solucionar. La semana pasada recién se estableció un nuevo equipo ministerial que deberá enfrentar grandes desafíos y nadie sabe a ciencia cierta los resultados que tendrá el proceso de impeachment. Las noticias de Venezuela son cada vez más desalentadoras y se hace latente la posibilidad de gestarse una guerra civil. Obviamente es una situación que está en constante evolución y no hay certezas sobre lo que acontezca; dejando a un lado que Maduro tiene más sintonía con la ideología de ALBA que la de la AP. Por último, menciono a Bolivia que una vez que llegue a ser miembro pleno, posiblemente, proponga la salida soberana al mar como un tema de negociación, aunque Morales no sea reelegido.
Uruguay y Paraguay son países observadores de la AP y Argentina con Macri ha dado un giro considerable respecto de la visión que el país tuvo en el período de los Kirchner. Por lo que quizás confluyan con las propuestas que se realicen en este acercamiento que tuvo lugar en Perú la semana pasada. Es muy probable que los temas que se trataron ahí (cooperación aduanera, ventanilla única y PYMES), como primera instancia, transiten a ámbitos más complejos.
Queda mucho por dilucidar, por lo que es imposible estimar un momento en donde se puedan ver logros importantes, todo quedará susceptible a la flexibilización de las posiciones más rígidas existentes. A propósito de lo anterior, es preciso señalar que aunque se haya generado este acercamiento no necesariamente se van a concretar acuerdos al instante, recordemos que el Mercosur lleva más de 10 años negociando un TLC con la UE y éste aún no se firma. Sin embargo, se ha dado una gran señal: Al fin se expresa un mayor grado de voluntad política para acercar posiciones al interior de la región. Ese es un avance trascendente para América Latina.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad