La introducción del Yoga a la vida de las personas es diverso, hay quienes llegan a él buscando un deporte, algo que hacer con el cuerpo o con la vida, buscando una salida, una vida fitness, espiritualidad, un espacio para sí y un sinfín de ideas más y aun así, es probable que encontremos respuesta a todas esas inquietudes que nos llevan al camino yogui. Ahora, todo depende de ti y de lo que tú permites, porque si quieres te quedas en el punto de partida y solo cultivas tu cuerpo material. Sin embargo, conforme se avanza y profundiza en la disciplina, es posible abrir un campo de acción que lleva a nuestro cuerpo a traspasar su forma material y a encontrarse con la emocionalidad profunda, sembrando con ello el camino a la espiritualidad.
¿Qué si es fácil? Tanto como cuando vemos que ponen cenizas ardientes en el suelo y hay quienes se atreven a pasar descalzos. Si la metáfora no es precisa, redundo con un no de esos que te dejan con la tropa estirada.
¿Han leído esas frases cliché que dicen que los caminos difíciles traen extraordinarias recompensas? Esto es algo así, aunque muy subjetivo, porque lo que valoramos también lo es.
Una de las primeras cosas que nos trae el Yoga, es el trabajo con el cuerpo material, el cuerpo físico. Y aunque se haya notado algo de desprecio en mis anteriores palabras hacia este punto, en verdad planteo que es un trabajo hermoso, porque es el punto de partida de algo que se toma con tanta ligereza, y sin embargo te hace transitar en profundidades desconocidas.
Cuando vemos imágenes de Yoga, vemos puros artistas del cuerpo manipulándose a sí mismos en extrañas contorsiones, que nos llevan a dudar de si el Yoga es algo para nosotres ¿pero saben? Eso tiene mucho de lo que se denomina “el Yoga occidentalizado”, que lamentablemente se permeó de las ideologías competitivas que imperan en este lado del mundo. Pero calma, respira profundo… el Yoga es mucho más que eso, y aunque trabajemos solo con nuestro cuerpo, el ponerlo en movimiento nos abre un portal hermoso de energía. Nosotres somos energía y dentro de nuestro cuerpo físico hay un montón de energía, mucha de ella es energía atascada, emociones contenidas, enfermedades, traumas que comienzan a movilizarse en la medida en que nuestro cuerpo lo haga, y ello puede perfectamente ser el punto de partida de nuestro camino espiritual, la búsqueda del camino sanador, de la redención y la comprensión de que nunca debimos olvidar la conexión con nuestra consciencia superior; y a la vez, las virtudes comienzan a hacerse más visibles a nuestros ojos mientras vamos trabajando nuestro cuerpo, porque el Yoga tiene eso de que en cada práctica vas logrando algo, desde el simple hecho de lograr tener la voluntad de asistir a ella, a una respiración mas larga, un nuevo pranayama, te notaste más flexible o lograste esa asana que tanto admirabas, cosas simples que te hacen sentir dicha.
Tu vibración se eleva, y sí todo esto suena ultra hippie, pero ¿sabes? Luego de un tiempo hasta ese tipo de juicios comienzan a no importarte, porque reconoces que has iniciado un camino que aunque quieras no tiene retorno. Un camino turbulento, que cuesta sudor y lágrimas, pero que te brinda la seguridad de que sabrás perfectamente donde ir cuando no sepas donde ir… Porque si tu mente no deja de divagar, haz Yoga; Si tu cuerpo está aletargado, haz Yoga; Si te sientes con demasiada energía, haz yoga; Si no puedes dormir, haz yoga.
Y cuando ya tengas aprehendido que tienes el control de tu ser, entenderás cuanto ha cambiado tu autovaloración y reconocerás cuanto ha aportado tu práctica de Yoga al autoestima, porque en el camino desempolvarás a tu verdadero yo y una vez que te tengas frente a ti, no volverás atrás, ni podrás dejar de seguir a tu intuición.
El Yoga puede ser una herramienta altamente feminista, porque es tan sutil como potente, porque es una práctica que empodera, que vigoriza, que permite deconstruirnos y reconstruirnos
Confías en ti porque con cada flexión, con apertura, con cada estiramiento te liberaste y hoy estás conectade con tu Yo superior y ese Yo con la energía universal. Confías en ti porque en base al movimiento y la fuerza, has logrado el control de tu cuerpo: sabes su peso, sus límites, es tu territorio, tu más sagrado templo y le reconoces cada batalla, cada triunfo. Tu autoestima no tiene otra cosa más que florecer o ¿Acaso nunca se te sale una sonrisa cuando agradeces al final de tu práctica? Te sientes tan dueñe de ti, como parte del Todo y eso te da poder.
Porque ¿Cómo se posiciona ante el mundo una persona que no tiene conocimiento de sí, que no tiene vigor corporal, que no se autovalora, que está lleno de cáscaras y que no sabe qué hay dentro del huevo? Evidentemente lo hará desde el temor a no quebrarse, escudándose en las miles de máscaras que vemos a diario en personas sumisas, manipulables, torpes, carentes de confianza en sí mismes, incapaces de poner límites, iracundas, dominantes, depresivas, etc. Y sin embargo ¿Cómo se posiciona ante el mundo una persona que sabe su valor, que ha trabajado en sus heridas, que tiene un espacio auténtico y confortable al cual volver cuando lo necesite? Con seguridad, con prudencia, con compasión, con amor, con empatía, con límites, con reconocimiento y autoestima.
Y es en virtud de esto último que afirmo que el Yoga puede ser una herramienta altamente feminista, porque es tan sutil como potente, porque es una práctica que empodera, que vigoriza, que permite deconstruirnos y reconstruirnos. Que nos permite trabajar en nuestros cuerpos, apropiarnos de nuestros territorios, del encuentro con nuestra propia espiritualidad, y de posicionarnos ante el mundo llenas de todas estos instrumentos.
Para finalizar, es necesario considerar que la palabra Yoga viene del sánscrito y significa unión, unión entre seres, unión con el todo y su máxima finalidad es alcanzar la plenitud existencia. De ello es posible inferir que la plenitud existencial no puede alcanzarse individualmente, sino que debe apostar a ser colectivizada, lo que se logrará cuando cada quién transite su camino. Sin embargo, todos esos tránsitos, todos esos caminos se van aglomerando en la consideración de que al final todes somos parte de un todo y conllevan a que como humanidad conectemos de manera genuina con nuestro Yo superior, a partir de lo cual podamos poner en práctica las ideas de libertad, del fin de las violencias y en suma la plenitud, el contentamiento. Que en términos más políticos hablaría de equidad, del fin de las clases, del fin de las discriminaciones, del fin de los sistemas de dominación como el patriarcado y el capital. ¿Por qué? Porque en la conciencia plena necesito ser y no poseer: busco la paz y no la guerra, no daño, no impongo, vivo desde la pureza, la honestidad, despilfarro libertad y amor, porque se que todo lo que entrego al universo repercute, porque nosotres somos quienes lo componemos.
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