¿Qué tienen que ver los mapuches, la educación gratuita para todos, el matrimonio igualitario, el aborto y también un poco la masturbación? ¿Hay acaso alguna maligna tendencia en esta autora – que ha hecho del mal su nombre – que quiere obligar a sus lectores a mezclar peras con manzanas? Existe algo que hermana a las condiciones étnicas, sociales y sexuales: el hecho de ser condiciones. Una condición es algo que escapa a nuestro control, algo dado por el entorno, la naturaleza o la biología, algo que no podemos cambiar.
A riesgo de parecer redundante, la condición condiciona, es decir controla aspectos de nuestra vida limitando nuestra libertad. Muchas de estas condiciones son invisibles y parecen incluso ventajosas, como por ejemplo la condición de hombre, heterosexual, blanco e hijo legítimo de buena familia. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que tales condiciones acarrean, esas condiciones no son mérito de la persona que padece dichas condiciones. Una condición siempre se padece, es decir el sujeto condicionado es pasivo con respecto a las condiciones que actúan sobre él, no importa que dichas condiciones puedan ser ventajosas. Una condición es algo que nos pasa sin que tengamos ninguna responsabilidad en ello.
Por supuesto que existen otras condiciones como no ser blanco, no ser hombre, no ser hijo legítimo de una buena familia, no ser heterosexual. Estas condiciones tampoco han sido elegidas por quienes las padecen. Aparte de las mujeres transexuales, nadie ha elegido ni ser mujer, ni vivir condicionada por un ciclo mensual, ni tener la capacidad de reproducirse. Es cierto que la gran mayoría de las mujeres abraza su condición con alegría, sin embargo, dicha condición sería casi imposible de sobrellevar sin métodos de control de la natalidad o tratamientosde hormonas para la menopausia. Las mujeres vivimos más que los hombres, pero esto es un fenómeno relativamente nuevo: las cifras del siglo XIX mostraban un panorama bien distinto y era aún peor en la Edad Media.
La mujer contemporánea goza de libertades que no soñaron nuestras abuelas, sin embargo, la gran mayoría aún dista mucho de alcanzar los mismos privilegios de la condición masculina. En Chile el aborto es un tema tabú y a la mujer que se atreva a mencionarlo la tratan prácticamente como si fuera una infanticida, siendo que una semilla no es un árbol ni un embrión es un bebé. Mientras no se alcance esta meta, la mujer no tendrá el mismo control sobre su cuerpo que tienen los hombres y estaremos siempre en desventaja. Para qué hablar del deseo sexual: toda madre, hija o hermana es virgen en este país; confesar que una se masturba es sinónimo de ser alguna especie de prostituta, por mucho que una se masturbe por amor al arte y no por dinero.
Un estudiante de colegio pagado, que además se sienta al lado de los futuros gerentes, ministros de Estado y, en general, de los futuros líderes de su país es muy diferente a un estudiante de colegio fiscal, que no sabe si podrá quedar en alguna universidad decente y que en el caso de poder entrar, él y su familia deberán realizar malabares inimaginables para poder pagar los costos estratosféricos de la educación superior en Chile. Sin educación superior, es prácticamente imposible vivir en el siglo XXI. No se puede hablar de ninguna justicia en este contexto.
Los derechos de la mujer, por ejemplo, no compiten con los derechos de los estudiantes, de los trabajadores o de las minorías étnicas o sexuales. Toda lucha por la igualdad, es una lucha por la igualdad de todos y todas nos acercan a ese fin que es una vida más generosa para todos y que espero que no sea una utopía.
Una persona que ha tenido la mala suerte de que su alma gemela sea otra persona de su mismo sexo no podrá aspirar al mismo trato que las personas llamadas ‘normales’. Para empezar, pese a que todos los manuales de enfermedades mentales dirán que esta persona es tan normal como cualquiera, la sociedad y, lo que es más grave, la ley dirá que esa persona no es normal, que no tiene derecho a convivir bajo el régimen de sociedad conyugal y que su depravada forma de vida solo podrá ser cobijada por un acuerdo de vida en pareja, es decir por un contrato menor que vuelve su sexo ilegítimo y de menor valor que el sexo de las personas heterosexuales. Estas personas no podrán adoptar hijos, pese a que los hechos han mostrado claramente que un hijo criado en una familia es mucho más feliz y adaptado que uno criado en la mejor institución para huérfanos. La ley no les reconoce el status de familia. Si se las arreglan para formar una familia biológica, esta familia será discriminada por su entorno social, al punto de que los padres de los otros niños no permitan que sus hijos vayan al cumpleaños del niño cuyos padres son del mismo sexo. Supe de este caso en particular.
No creo necesario seguir con el caso de las personas de raza no blanca, pero sucede que ocurren una serie de injusticias al no reconocer las diferentes condiciones de cada grupo de individuos. Si existe algún fin de la sociedad, este es mitigar el efecto que dichas condiciones tienen sobre nosotros y darnos a todos un punto de partida más o menos igual en una lucha no demasiado dura por una vida medianamente digna. Una sociedad que no cumpla estos fines, no es más que un conjunto de esclavos destinados a servir a unos amos que no tienen ningún mérito, salvo el haber nacido bajo mejores condiciones. Por ello, toda rebelión ya sea de género, de tendencia sexual, de clase, gremial o étnica es, finalmente, la misma rebelión en busca de la igualdad y, por ende, una rebelión que compete a todos aquellos que sienten que se ha mirado en desmedro a alguna de sus condiciones. Los derechos de la mujer, por ejemplo, no compiten con los derechos de los estudiantes, de los trabajadores o de las minorías étnicas o sexuales. Toda lucha por la igualdad, es una lucha por la igualdad de todos y todas nos acercan a ese fin que es una vida más generosa para todos y que espero que no sea una utopía.
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Juanjosé
Lo mismo son las razas inferiores, las clases inferiores y los degenerados sexuales inferiores. Pronto el matrimonio igualitario interespecies…
Alicia
Me gustan mucho los artículos de Místika. Es atrevida, rupturista y sincera (no le pongo más calificativos para no parecerme «al que te dije»), alguien poco frecuente de encontrar en esta sociedad de falsa moral y pacatería.
Tiene mucha razón cuando dice que estamos lejos de la igualdad. Sin igualdad no hay libertad, y es a la libertad a lo que temen los reaccionarios.
Alica