El androcentrismo se entiende como una estrategia “donde los puntos de vista de una parcialidad masculina, occidental, heterosexual y burguesa, se erigen como filosofía universal, con una pretensión objetivista que habla desde ningún lugar y desde todas partes, ocultando su lugar dominante en una relación asimétrica de poder” (FABBRI, 2011: 4).
La desigualdad de género como el establecimiento de relaciones de poder asimétricas entre a partir de una definición del sexo, en uno de sus brazos que se relaciona con la construcción del conocimiento, posee una capacidad de adaptación y flexibilidad para la permanencia y, aunque cueste creerlo, el fortalecimiento de este tipo de relaciones.
Bajo esta opinión quiero discutir el contraste entre la fluidez de la transmisión de las ideas y acciones sexistas y, los retrocesos ante los leves avances en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, o entre seres humanos determinados o no por su sexo/género. Tomando como ejemplo la canción “Prueba de Química” de OZZIEL, la idea es discutir en cómo los preceptos desde el patriarcado como el androcentrismo se cuelan con facilidad en ámbitos tan dispares como un reggeaton. Esta facilidad para el refuerzo de ciertas formas de pensar las relaciones entre los seres humanos, se contradice con los obstáculos que se levantan para la difusión multifacética de la lucha de los feminismos, pensando como ejemplo en lo que suena en las radios.
Ozziel nos canta en su hit, lo siguiente: Y si hacemos hoy una prueba de química / aprender tu física / y enseñar tu biología / yo te enseño a mover con rítmica, no te pongas tímida / pa’ sentir tu anatomía / yo te enseño mami to’ lo que tú quieras / te lo hago gratis no soy un cualquiera / puedo darte clases como tú lo quieras, en la pieza, en la cama donde tu prefieras / siéntete cómoda, sin libros / las tareas son orales y conmigo / y si siente que está muy difícil dilo, que cambiamos la tarea a algo facilito.
La idea que el hombre posee el conocimiento absoluto de las cosas, su posicionamiento como vocero y portador de la verdad del cuerpo, sus posibilidades de adaptación y enseñanza de las ciencias hacia los otros, en este caso hacia las otras, se dejan ver muy exitosamente, muy lejos del círculo de las ciencias, y muy lejos de los círculos de poder de los grandes patriarcas. El éxito de la revitalización, adaptación y difusión del androcentrismo, si nos ponemos quisquillosos, ha pasado el filtro de los grandes grupos que administran lo que se difunde en las radios chilenas, y el criterio de una serie de actores que hacen que se difunda libremente, sin algún tipo de condena.
Si pensamos la lucha de los feminismos como la actividad típica del mar en las costas, con sus avances y retrocesos, con su marea alta y baja, cuando hablamos de las distintas olas de la lucha, debemos ser vigilantes cuando una voz se calla y la otra fluye, reforzando las desigualdades.
Más allá de ver el éxito del discurso androcéntrico, la atención está en el contraste con la realidad de la lucha de las compañeras, sus principales verdades y las herramientas teóricas invaluables. ¿Por qué conceptos como sororidad, femicidio, libertad, igualdad, entre muchos otros no fluyen con la misma fluidez?, ¿Por qué cuando logran fluir con cierta facilidad mediante el trabajo territorial y su difusión por redes sociales viene una arremetida como la de Ozziel y muchos más?, ¿Dónde están los responsables de compensar las cosas para evitar el refuerzo de estrategias sexistas a la vez de la compensación de las voces?
Si pensamos la lucha de los feminismos como la actividad típica del mar en las costas, con sus avances y retrocesos, con su marea alta y baja, cuando hablamos de las distintas olas de la lucha, debemos poner la atención en estos hechos. Ser vigilantes cuando una voz se calla y la otra fluye, reforzando las desigualdades, ver la pequeña actividad ola tras ola, avance y retroceso.
Junto con vigilar las estructuras, tenemos que estar atentxs y militantes en las microinteracciones, que entre canción y canción, broma y broma, pololeo y pololeo, entre programas de televisión, refuerzan este tipo de desigualdades.
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