Desde la antiguedad las mujeres tienen un papel bien definido en la sociedad. Y, en este papel que le fue y aún es impuesto, sumisión todavía es la palabra de orden y la pobre mortal que se rebela contra el papel al que fue predestinada en el momento de su concepción está destinada a ser una transgresora. Que en pleno siglo XXI, tengamos tal diálogo me parece algo descontextualizado. Sin embargo nuestro día a día nos muestra cuanto el diálogo es necesario y ,¿por qué no decirlo?, imperativo.
La mujer es sometida a los deseos de otros desde la más tierna edad. Aún en la infancia aprende con los padres que las niñas no juegan con los niñitos, la niña limpia la casa, la niña ayuda a cuidar a los hermanos, la niña no se queda en la calle hasta tarde, la niña no se ve bien con determinados tipos de ropa, la niña no dice garabatos, etc. y así, la niña, futura mujer se va moldeando a los caprichos de una sociedad machista y opresora.Ser transgresora significa oponerse a todas las convenciones sociales impuestas al sexo femenino, es luchar por un espacio digno e igualitario en la sociedad, es luchar para que sus deseos y voluntades sean respetados, es no aceptar obedientemente lo que es impuesto de forma brutal.
En la adolescencia la niña/mujer que ya trae consigo enseñanzas arraigadas de su infancia aprende que, la mujer de verdad no sale a bailar sola, la mujer de verdad no enamora con uno y otro, la mujer de verdad no va a la cama al primero encuentro, la mujer de verdad tiene un vocabulario adecuado a su condición de mujer, la mujer de verdad es delicada, la mujer de verdad sueña con casarse, la mujer de verdad no se separa, la mujer de verdad es obediente y sigue las reglas sociales. En fin, la mujer de verdad es sumisa.
Ya en la edad adulta, la mujer cargando consigo el peso de todas las enseñanzas a la cual fu sometida, a veces, asume el lugar que le fue preparado desde su concepción aceptando obedientemente el espacio que le es impuesto de manera tan brutal. Si, ¡brutal! Una vez que no le fue dado el derecho de escoger, el libre arbitrio y su personalidad fue forjada y moldeada al gusto de otros. Luchar contra la opresión que sofoca la personalidad, los sueños, los deseos y las ansias femeninas aún hoy causa malestar social.
Luchar contra la fuerza social opresora significa transgresión, transgresión de los valores impuestos por una sociedad machista, y la mujer que se rebela contra la imposición, sea en el campo profesional, social, familiar o sexual todavía es vista con desdén e indiferencia, pues los asuntos que tocan realmente fondo en el imaginario de lo que se espera de una “mujer de verdad” siguen intactos en la concepción de una gran parte de la sociedad.
Ser transgresora significa oponerse a todas las convenciones sociales impuestas al sexo femenino, es luchar por un espacio digno e igualitario en la sociedad, es luchar para que sus deseos y voluntades sean respetados, es no aceptar obedientemente lo que es impuesto de forma brutal, es no ser pasiva al tener su opinión sofocada, es no aceptar la sumisión como una verdad incontestable, pues en plena contemporaneidad, donde el discurso de igualdad de género circula diariamente en los medos sociales, la mujer aún es vista con la misma mirada de inferioridad de décadas atrás y su lucha por igualdad y reconocimiento es una batalla diaria. Todavía hoy, luchar por el derecho a igualdad y la libertad que hace mucho nos fue cercenada y que aún vista como una transgresión social, pues una mujer de verdad es sumisa no transgresiva. Entonces, seamos todas trasgresoras!
Comentarios
16 de marzo
Excelente visión sobre la mujer. Me pregunto, si todos y todas pensamos de manera más o menos similar, ¿por qué no hay más gente interesada en debatir con altura de miras como lo hace la columnista Rosa?
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16 de marzo
Hola, María
Gracias por tu participación. Espero que muchas personas, principalmente mujeres, compartan la misma mirada, pues creo que solamente hablando, reflexionando y luchando lograremos una sociedad menos machista y más justa. SEAMOS TODAS TRANSGRESORAS SIEMPRE!