El debate social surgido a partir de la propuesta legal que amplía el postnatal a 6 meses, tuvo y tiene, como toda discusión, detractores y partidarios. Elloes parte del legítimo derecho de la ciudadanía a opinar sobre los temas que le competen, es parte del hacer política y de una democracia que se precie de tal.
La cuestión sorprendente es que muchas mujeres ni antes ni ahora están dispuestas a que se legisle sobre la materia. La razón: el tremendo temor a perder el trabajo, porque en el perverso mundo del mercado laboral, hay que convenir, la competencia es feroz. Así, el beneficio, más que una ventaja es sentido como una amenaza y como afirmó una connotada periodista en una radio: “esta ley desincentivaría la contratación de mujeres”.
Este rumor, -el de perder la pega y el de no ser contratadas si se aprueba la norma legal- se ha extendido como un quiste maligno, ramificándose como un verdadero cáncer a través de los medios de comunicación en todos los estratos sociales.
Los falsos escenarios de inseguridad ciudadana se tomaron la tribuna en la opinión pública femenina y un ambiente artificial de alarma se hizo realidad en un dos por tres: la ampliación del postnatal aparece paradójicamente como un perjuicio y no como el derecho irrenunciable y universal de amamantar y desarrollar plenamente el apego entre madre e [email protected]
Joanna Bourke, profesora de Historia de la Universidad de Londres sostiene que “el principal transmisor actual del miedo son los medios de comunicación de masas, pero en todo caso se precisa de la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle”. La investigadora afirma que “el miedo es también un arma de dominación política y de control social”.
Sin embargo, la dominación política a través del miedo puede ser derribada si hacemos causa común, si entendemos que la solidaridad con el género más que una virtud es un deber para con nuestros derechos, pero sobre todo para con [email protected] niñ@s.
¿Quién mejor que nosotras sabe lo que demanda un recién nacido y la importancia de esos primeros días para generar y consolidar el vínculo afectivo entre madre, [email protected] y esposo?
Me parece insostenible que por sobre estos derechos fundamentales el tema esté centrado en resguardar los intereses empresariales y en las repercusiones laborales que la maternidad prolongada pueda tener en la mujer y en la economía.
Así y como en toda decisión de Estado, el gobierno y por cierto nosotras, tenemos que definir sin ambigüedades el tipo de sociedad que queremos para el futuro; porque no da lo mismo una sociedad que sustenta su productividad en el menoscabo de los derechos fundamentales de [email protected] [email protected], que una sociedad que promueve el desarrollo pleno e integral del ser humano para contribuir al progreso del país.
A mi entender, una ley de postnatal debe ser concebida como una política pública para proteger la maternidad y no como una política subsidiaria contra la pobreza; debe ser una política universal extensiva a [email protected] los niñ@s y no una ley que segmente y condicione el beneficio según el salario de las mujeres, porque como sabemos la maternidad no discrimina clase o nivel socioeconómico.
La discusión subyugada por el miedo no tendría asidero sino se hubiese omitido, creo yo deliberadamente, una arista fundamental de toda reforma de este tipo: plantear derechamente modificaciones sustanciales a las normas laborales, en las que se desincentive y sancione fuertemente cualquier tipo de discriminación hacia las mujeres-madres.
Por último, sucumbir ante el miedo del que hablaba sólo prolonga la injusticia social. Justamente cuando el ser humano ha perdido el miedo y se ha rebelado ante la opresión; entonces, ha ganado dignidad y ha alcanzado las más grandes victorias sociales que conoce la historia de la humanidad.
——-
Foto: igylo / Licencia CC
Comentarios