En una entrada anterior comencé a enumerar los pendientes de Bachelet con las mujeres. Sigo en esta nueva columna, a partir de dos temas que están periódicamente en el debate político hace poco: la interrupción del embarazo por razones terapéuticas y la violencia intrafamiliar.
La ley de aborto terapéutico fue derogada por la dictadura el año 1989 después de perdido el plebiscito, dejándonos, junto a El Salvador, Nicaragua, Malta y El Vaticano, como uno de los 5 países del mundo donde no existe aborto terapéutico.
Entre 2001 y 2006, 235.153 embarazos terminaron en aborto en Chile. Las complicaciones derivadas del aborto clandestino causaron la cuarta parte de las muertes maternas, ubicando al aborto como la primera causa de mortalidad materna en en el país. El 94% de la población está de acuerdo con que se revise la legislación en esta materia.
En Europa las mujeres pueden elegir abortar hasta la semana 12 de gestación, previa consulta psicológica y evaluación de comisiones médicas. Buscan que la mujer tome la decisión en caso de que su salud mental o física esté en peligro, si el bebé corre riesgos de nacer con deficiencias físicas o mentales (probado y documentado), si la mujer tiene menos de 14 años de edad o por violación.
En Chile el 35,7% de las mujeres ha sufrido violencia alguna vez en sus vidas. Subsisten las fallas en el acceso a la justicia para las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar (VIF). El sistema se ha concentrado en la judicialización (con pobres resultados) dejando de lado la prevención y protección de las víctimas. Los problemas de implementación repercuten en el procesamiento de un gran número de las denuncias interpuestas, el número de sentencias dictadas en casos de VIF es muy bajo. En 2009, de un total de 9.705 sentencias dictadas, solo 578 fueron condenatorias, y hubo 4.444 suspensiones. Las cifras son peores aún sabiendo que las denuncias en el Ministerio público y Carabineros y Tribunales de Familia ese año llegaron a las 215.417.
Las mujeres esperaron que Bachelet fuera un apoyo a todo el género, pero la Concertación siguió liderada por las mismas cúpulas de antaño, sin renovación de caras ni de ideas. En el parlamento, ni las 17 diputadas, ni las 5 senadoras, han estado comprometidas con los cambios.
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Fotografía: Ryan Greenberg / Licencia CC
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