Estamos insertos en un país donde todes o la gran mayoría aspira a vivir en Apoquindo, conducir un BMW, vacacionar los veranos en Cachagua, estudiar en un colegio de alcurnia, ir a la universidad y titularse de ingeniero, es lo que por años nos mostraron los medios lo que la gente de bien hace, las mujeres todas quieren ser rubias y delgadas, estamos llenos de estereotipos y prototipos adaptados a nuestra propia realidad existencial.
Dónde quedaron palabras tan distantes que resuenan esfuerzo, sacrificio, voluntad, capacidad, vengo desde un cerro de Viña, Forestal, estigmatizado desde siempre, bajaba a pie corriendo los senderos de tierra y estrechos pasajes y escalas hechas a punta de picota, viví rodeadas de nanas, de señoras que trabajaban haciendo aseo en los departamentos de «Viña», con baños de hoyo, con perros pulguientos que las moscas en verano hacían nata en las orejas de los pobres vagabundos, jugábamos donde podíamos, en casas viejas, en los muros, en la calle, nos lanzábamos en tablas enceradas desde las pendientes de los cerros, donde el presupuesto de nuestras madres era precario, muchas veces recuerdo los $100 diarios.
Pese a todo esto jamás me ensucie las manos con piedras, ni con lanzas, nunca me permití el odio, nunca avasalle a otros, cuando llegue a la universidad por mérito gracias a no desistir, pese al entorno, pese a lo difícil y el cambio de paradigmas y la brecha, no desistí, yo fui mi propia primera línea de contrucción y decontrucción.
Pese a todo esto jamás me ensucie las manos con piedras, ni con lanzas, nunca me permití el odio, nunca avasalle a otros, cuando llegue a la universidad por mérito gracias a no desistir,
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Patricia Jiménez S.
La violencia no es una respuesta frente a la disconformidad, en la Antiguedad las piedras eran el elemento constitutivo de naturalizar la violencia al desencanto, la empatía es un código de honor que últimamente esta resultando arbitrario en su aplicación, creo que más que empatía es respeto recuperar la cordura y establecer límites no podemos hacer lo que queramos cuando queramos, y si de familia se trata, las familias han perdido el peso en esta sociedad se han difuminado y desdibujado por un sistema y modelo económico que nos arranca las tripas
claugonzaval
Aplaudo tu vida. Seguramente tuviste el privilegio de tener una familia que te apoyó incondicionalmente, y reforzó la seguridad con la que alcanzaste logros. Si con tu columna haces una crítica a quienes lanzan piedras por no tener oportunidades, te invito a que ahondes en sus historias de vida, no todes tienen la suerte o el privilegio tuyo. Un poco de empatia no te haría mal. Saludos