Solamente queda recordar lo que dijo en 1975 The American Psychological Association cuando llamó a los psícologos y psíquiatras a eliminar el estigma de que la gente homosexual sufre de alguna enfermedad: la realidad es que no es más anormal ser homosexual que ser zurdo. Es solamente que un porcentaje más pequeño de la población lo es. Nada asegura que ser heterosexual o diestro sea necesariamente más sano.
El mundo avanza en materias de derechos de las minorías sexuales y hoy somos testigos de cómo distintos países se atreven a legislar sobre matrimonio igualitario y adopción por personas del mismo sexo. Sin embargo, en la región aún tenemos muchos temas pendientes cuando hablamos de igualdad.
La homofobia sigue siendo un tema preocupante en el mundo. Mientras en Chile vivimos el caso de Daniel Zamudio y de Martina Infante, una mujer transexual que fue baleada en Providencia, en el resto de los países latinoamericanos existen casos igual de preocupantes y que por distintos motivos no han recibido la cobertura necesaria. En este sentido, tal vez lo más alarmante sean las agresiones culturales, sexuales e institucionales contra las mujeres lesbianas.
Casos de tortura, tratos vejatorios y abuso sexual por parte de policías y civiles, son ejemplos comunes del trato discriminatorio que reciben miles de mujeres sudamericanas por el solo hecho de expresar una identidad diferente. Como se remarcó en la última audiencia pública sobre derechos humanos de las lesbianas en América Latina frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “El uso de la ‘violencia correctiva’ no pretende eliminarlas en general. Pretende realmente recordarles el lugar que ocupan en la sociedad y pretende recordar como ellas han controvertido las normas de la sexualidad y de género. El uso de los distintos tipos de violencia pretender dominarlas, controlarlas, disciplinarlas por haberse salido de las normas de género”.
Las mujeres lesbianas hasta el día son internadas contra su voluntad en clínicas de rehabilitación. En estas clínicas se pretende curar la homosexualidad y ellas son sometidas a shocks eléctricos, baldazos de agua fría en la noche, gritos, acoso sexual, golpes y amenazas de violación por parte de los funcionarios de estas instituciones. En algunos casos son obligadas a mantener relaciones sexuales con hombres para ayudar con su “tratamiento”. Todo esto sucede bajo la supervisión y el silencio de los estados.
Dentro de todas las formas de violencia contra la mujer hay una que resulta particularmente preocupante y Chile no ha sido la excepción en este caso. Me refiero por supuesto a la amenaza por parte del Estado a revocar la custodia que las mujeres lesbianas tienen sobre sus hijos. El caso de la jueza Karen Atala es significativo en esta materia. Aquí el Estado chileno, que había decidido que la jueza en su condición de mujer homosexual no era apta para criar a sus hijos, finalmente tuvo que realizar un acto de reparación luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos fallara a favor de Atala.
Los partidos y organizaciones en contra de la adopción por parte de parejas homosexuales ponen en especial cuestionamiento la moralidad y la maternidad de las lesbianas. Como una sociedad culturalmente educada en la sumisión, la mayoría de la gente acepta la imposibilidad de estas mujeres para ser madres. En la conciencia general o se es madre o se es lesbiana. Ambas son mutuamente excluyentes. Las madres lesbianas deben demostrar a priori que son buenas madres, mientras esto se asume automáticamente en las heterosexuales.
Lo importante acá es que no existe ninguna prueba que respalde dicha afirmación. Es más, un estudio realizado en 2010 por el Williams Institute de UCLA demostró que: “Las hijas e hijos de madres lesbianas consiguieron puntuaciones significativamente superiores en habilidades sociales, resultados académicos y competencia en general, y significativamente inferiores en problemas sociales, quebrantamiento de reglas, agresividad y problemas de comportamiento en relación a la muestra normativa de la juventud norteamericana”. El estudio concluyó además que las madres lesbianas “nunca” abusan de sus hijos.
A las discriminaciones a las que son sometidas las mujeres, se les suma el estigma que significa ser parte de una minoría sexual. Ellas ya no solo deben enfrentarse al machismo sino que ahora deben luchar contra la heteronormatividad social que conspira contra los derechos fundamentales de libertad de expresión y asociación.
Las lesbianas se enfrentan hoy a dos conceptos principales, la “anormalidad” y la “inmoralidad”. Ahora deben luchar contra un heterosexismo que las descalifica, reprime y condiciona. Es precisamente este heterosexismo el que crea el clima para la homofobia en la cual se asume que las mujeres lesbianas no son capaces de formar una familia y de hacerlo, los niños corren riesgo de sufrir perturbaciones o ser sometidos a una imagen de impureza que podría tener resultados apocalípticos.
Es al menos esperanzador ver como en Chile las cifras de apoyo en temas de igual suben año a año. En la última encuesta realizada por el Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (ICSO) de la Universidad Diego Portales se señala que “en el 2012 el 42% de los encuestados se muestra partidario del matrimonio entre homosexuales, 8 puntos más que lo señalado hace sólo dos años atrás”. La cifra baja a 36% de apoyo cuando el tema es la crianza de niños por parte de mujeres lesbianas. Aun así, en el 2010 Chile era el sexto país en el continente con mayor apoyo al matrimonio igualitario. Solo nos superaba Estados Unidos, Uruguay, Brasil, Canadá y Argentina. Estos dos últimos aprobaron el matrimonio igualitario a nivel nacional en 2006 y 2010 respectivamente.
No cabe duda que quedan muchos desafíos en el camino. Las mujeres lesbianas seguirán siendo atacadas y reprimidas hasta que como sociedad decidamos que no hay ciudadanos de segunda clase y que tus derechos son los míos. Solamente queda recordar lo que dijo en 1975 The American Psychological Association cuando llamó a los psicólogos y psiquiatras a eliminar el estigma de que la gente homosexual sufre de alguna enfermedad: la realidad es que no es más anormal ser homosexual que ser zurdo. Es solamente que un porcentaje más pequeño de la población lo es. Nada asegura que ser heterosexual o diestro sea necesariamente más sano.
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