Las sufragistas – o suffragette – es una película británica estrenada el año 2015, cuyo contexto está asociado a la lucha por derechos civiles y políticos de las mujeres a principios del siglo XX. Lo que llama la atención de esta película no es solo la buena actuación de Carey Mulligan – quien interpreta al personaje principal que es «Maud»- , sino que también su vigencia en la escena nacional, particularmente, en la lucha de las chilenas por la creación de un espacio dentro de la sociedad.
La integración femenina a espacios que han sido dominados principalmente por hombres debe ser una lucha transversal, sobre todo de aquellos que creemos que la meritocracia está a la base de toda sociedad democrática. Los hombres tenemos que partir por asumir que las mujeres gradualmente están haciéndose cargo de distintas funciones que antes habían sido monopolizadas por el “patriarcado”. Por ello es paradójico que, a pesar de tener una mujer como presidenta de nuestra nación, se esté avanzando tan lentamente en esa paradigmática igualdad de género.
Si bien cada vez más mujeres son conscientes del rol preponderante que tienen en una sociedad chilena, hemos visto como se ha minimizado su participación en diferentes ámbitos, como por ejemplo, en la participación política de la mujer en nuestro país. Es un hecho que las chilenas no alcanzan a ocupar el 20% de los cupos parlamentarios, ubicando a Chile como uno de los países con menor representación femenina en América Latina. Sin embargo, se han hecho esfuerzos por revertir esta realidad como, por ejemplo, la ley de cuotas. Pero, lamentablemente, se necesita mucho más que la mera intención para revertir esta situación. Este hecho cobra vital importancia cuando nos damos cuenta que muchas de la leyes que están en tramitación en el Congreso afectan la calidad de vida de las chilenas, por dar algunos ejemplos, la despenalización del aborto en tres causales, la ley sobre acoso callejero, etc.
También es intensa la lucha de las mujeres por condiciones más equitativas de trabajo, no existe ninguna evidencia empírica que avale la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; o que permita respaldar la idea de que los hombres somos más aptos para ocupar cargos de mayor responsabilidad, es decir, cargos directivos; además, se debe agregar, que Chile es el sexto país con menor participación laboral femenina, según datos de la OCDE. La realidad laboral femenina no puede ser pasada por alto en una reforma laboral, cuyo objetivo es brindar mejores condiciones de trabajo a los chilenos.
Lo que algunos les cuesta aceptar es que la dependencia entre hombres y mujeres no solo es una cuestión biológica, sino que también sociológica y, mientras así sea, la coexistencia entre ambos está supeditada al respeto en espacios públicos y privados.
Queramos o no, Chile es un país que históricamente ha tenido una hegemonía machista. Hay actitudes que debemos cambiar, la igualdad de género implica tratarnos recíprocamente como sujetos y no, como objetos. Ningún género es demasiado auto-suficiente como para denigrar, humillar o menospreciar al otro. Lo que algunos les cuesta aceptar es que la dependencia entre hombres y mujeres no solo es una cuestión biológica, sino que también sociológica y, mientras así sea, la coexistencia entre ambos está supeditada al respeto en espacios públicos y privados.
Así como Emily Wilding se abalanzó sobre el caballo del rey Jorge V, para permitir que la utopía del voto femenino se hiciera realidad, muchas son las mujeres que están dispuestas a abalanzarse para cambiar esta situación de injusticia. Ellas son las valientes y tenaces mujeres con las que convivimos día a día, pero que los hombres aun subestimamos.
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